Un sofisma es un argumento falso o capcioso que pretende ser verdadero. A diferencia del error, el sofisma busca engañar de manera consciente.
A propósito de la primera pregunta de la consulta popular, el gobierno nacional, secundado por un ejército de analistas y periodistas de derecha, ha posicionado una disyuntiva de una simpleza que espanta. Para ello echa mano de un planteamiento que atenta contra la lógica más básica. Primera premisa: la violencia en el país es causada por los jerarcas del narcotráfico; segunda premisa: la extradición permitirá eliminar ese flagelo; conclusión: quien se opone a la extradición es aliado de los capos de la droga.
En lógica, las argumentaciones inversas también sirven como sofismas. En este caso, por ejemplo, podríamos argumentar, con la misma elementalidad de la postura oficial, la siguiente falsedad: primera premisa: cuando se extradita a un capo de la droga alguien tiene que asumir la jefatura del negocio; segunda premisa: la disputa por esa jefatura implica una guerra sin cuartel entre los lugartenientes; conclusión: la extradición incrementa la violencia criminal.
Lo complicado de ambas argumentaciones es que solo sirven para obviar el problema de fondo. Es decir, que el narcotráfico no depende de condiciones individuales sino estructurales. Los capos de las bandas criminales no ocupan esos puestos por algún tipo de iluminación o inspiración divina, sino porque son producto de largos procesos de selección orgánica. Que estén presos en el Ecuador o en los Estados Unidos no altera la esencia del fenómeno. Lo acabamos de constatar con la detención de Ovidio Guzmán, el hijo del Chapo, en la ciudad de Culiacán. La respuesta del cartel de Sinaloa fue más intensa y violenta que en todas las detenciones anteriores del máximo capo.
En política son muy comunes los sofismas populistas, y constituyen el principal obstáculo para cualquier razonamiento. Se parte de la idea de que la mayoría tiene la razón únicamente por su condición numérica. Tanta gente no puede estar equivoca, se suele afirmar. Si el pueblo está convencido de que llevándose a los capos del narcotráfico a los Estados Unidos se pone fin a la violencia criminal, entonces hay que legitimar esa percepción en las urnas.
Que el gobierno nacional y su ejército de troles basen su campaña en este sofisma es comprensible. Guillermo Lasso necesita ganar la consulta a toda costa. Es la única forma de obtener oxígeno suplementario para sobrevivir en 2023. Pero que editorialistas, periodistas y académicos reconocidos se adhieran a este razonamiento tan pedestre es inconcebible. Demuestra hasta qué punto el apasionamiento nubla el buen juicio e impide un debate serio y sensato sobre un problema que amenaza con llevar al Ecuador al abismo. ¿Será que estos adherentes a los sofismas oficiales están realmente convencidos de que una simple medida judicial solucionará un conflicto tan complejo? ¿O simplemente quieren defender al gobierno, incluso contra la lógica más elemental?
Enero 20, 2023
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