Informes de inteligencia revelan que varios efectivos de la marina de Ecuador fueron sorprendidos en colaboración con importantes bandas criminales, lo que exacerba la crisis de seguridad que sufre el país actualmente.
En un nuevo hecho que conecta la marina ecuatoriana con las pandillas, se han abierto investigaciones a por lo menos 43 marinos por diversos delitos, como participación en pandillas y narcotráfico, según informes de inteligencia citados por el diario ecuatoriano Primicias.
Trece soldados son sospechosos de proveer armas a algunas de las pandillas más violentas de Ecuador, como Los Choneros y Los Chone Killers. Otros nueve están investigados por el robo de 12 rifles AK-47 de un arsenal del gobierno. Hasta el momento, se ha dado de baja a 11 marineros por estas investigaciones.
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Esos mismos informes de inteligencia también señalaron que varios oficiales de marina ecuatorianos vendían información a grupos criminales colombianos, como el Frente Óliver Sinisterra y la columna móvil Urías Rondón, según informó Primicias. Estos grupos pertenecen a las ex-FARC mafia, una red no estructurada de disidencias que pertenecieron a las ahora desmovilizadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
En enero pasado, una investigación sobre el jefe de Los Choneros Junior Roldán, alias «JR», descubrió que dos efectivos de la marina habían estado trabajando como guardaespaldas suyos.
Análisis de InSight Crime
Con el tercer mayor número de decomisos de cocaína a nivel mundial en Ecuador, los efectivos de la marina son vistos cada vez más como aliados valiosos del crimen organizado.
«Ha habido un cambio […] en la corrupción de las fuerzas armadas, pues la mayor parte de la cocaína ahora sale por vía marítima y desde las playas», le explicó el periodista ecuatoriano Arturo Torres, que tuvo acceso a esos informes de inteligencia, a InSight Crime en una entrevista. «Estos espacios marítimos están bajo el control de la marina, son ellos quienes se encuentran en los puertos, quienes toman decisiones sobre licencias y cuyas naves transportan la cocaína».
En diciembre, se descubrió al cabo de la marina Jonathan Javier Gómez Coime cuando transportaba 20 kilos de cocaína desde el norte de Ecuador a la provincia de Guayas, al sur del país, en un vehículo oficial de la marina. Y un oficial de la marina declaró a Primicias, bajo la condición de anonimato, que Gómez Coime hacía parte de una red más amplia en la marina que colaboraba con el trasiego de cocaína dentro de Ecuador y fuera del país por mar.
En agosto pasado, ocho tripulantes de la marina fueron detenidos en la isla de San Cristóbal, que hace parte del archipiélago de las Islas Galápagos en el océano Pacífico. El comunicado decía que fueron descubiertos con cierta cantidad de cocaína oculta en su embarcación.
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La mayoría de las armas que terminan en manos criminales salen actualmente de los arsenales de la marina, según Torres. En la década del 2000, se robaron armas de la marina y la armada para grupos colombianos, como las FARC o el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
«Pero ahora, de manera más sistemática es la marina. Creo que una gran parte de las armas que terminan con las bandas criminales vienen de los arsenales de la marina», añadió Torres.
Ecuador no es el único país que enfrenta el problema de corrupción en la marina. En junio pasado, un escándalo en la marina de México llevó a la detención de varios soldados por venta de armas y uniformes a narcotraficantes. En Perú, dos oficiales navales fueron arrestados en 2019 como parte de una red narcotraficante que usaba buzos para adherir paquetes de cocaína a los cascos de buques cargueros.
La posibilidad de que los activos de la marina sirvan a los narcotraficantes es de especial utilidad en Ecuador, dada la importancia de las rutas de tráfico marítimas que salen del país, como lo informó InSight Crime en una investigación de 2018. Es rutina la contaminación de buques de carga con cocaína en el puerto de Guayaquil en Ecuador antes de zarpar para Europa. Barcos a motor o buques pesqueros salen de varios puertos de menor calado, que llevan cocaína para traficantes de México o Centroamérica.
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