¿Qué significa que –según lo acaba de informar la Fiscalía General del Estado– 76 millones de dólares fueron a parar a una cuenta bancaria “madre” como resultado de las coimas entregadas por la construcción de la hidroeléctrica Coca-Codo-Sinclair? Pues que las cantidades de dinero en juego alrededor de los negociados estatales son gigantescas. Y eso sin contar que el monto en cuestión seguramente es tan solo una parte de la tajada.
¿Qué significa que la Superintendencia de Control del Poder del Mercado haya sancionado a la empresa Odebrecht a pagar una multa de 57 millones de dólares por acciones irregulares en la construcción de la hidroeléctrica Manduriacu y en la reparación de la hidroeléctrica Pucará? Pues que ciertas autoridades tienen la potestad de facilitar negociados monumentales para favorecerse y favorecer a determinados grupos económicos. En este caso, los sobreprecios denunciados llegarían al 80% del monto total de las obras.
Estos dos ejemplos (entre los miles que se podrían enumerar) sirven para ilustrar lo que realmente está detrás del control del aparato del Estado. Y aunque los montos de la corrupción son tan descomunales que fácilmente desbordan la imaginación de la gente de a pie, sí es posible entender que muchas de las decisiones que se toman en el ámbito de la política están atravesadas por intereses absolutamente mezquinos y pedestres. La ciudadanía se da cuenta. Los discursos patrióticos, solemnes y abnegados solo sirven de combustible para el simulacro mediático.
Los dos ejemplos citados también son útiles para entender la desesperación y la voracidad con que los políticos se disputan los cargos públicos. Mientras más alto, mejor. No todos los funcionarios pueden negociar megacontratos, sobre todo aquellos cuyas comisiones dan para asegurar el futuro de varios troncos familiares por varias generaciones.
Solo a partir de estos antecedentes podemos acercarnos al juicio político en contra del presidente de la república sin el velo de la parafernalia política. Dicho de otro modo, despojados de las ilusiones que se proyectan desde los escenarios de la confrontación política. Las acusaciones de corrupción, vínculos con el narcotráfico o conspiración golpista solo son pretextos para justificar el desplazamiento de unos o el enroscamiento de otros en el poder. La clave son los votos para redefinir la fórmula del reparto, se quede o se vaya Guillermo Lasso.
Así las cosas, la compra de votos en la Asamblea Nacional volverá a ponerse a la orden del día, como algunos ya lo están advirtiendo. La única diferencia es que ahora hay billete de lado y lado. Con las sumas acumuladas durante los quince años de correísmo/morenismo, es factible hacerle un buen contrapeso a la chequera del gobierno.
Marzo 11, 2023
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