Demasiada parsimonia muestra Jaime Nebot frente a la coyuntura. Envía a sus lugartenientes a enfrentar las trifulcas públicas, mientras él, a la sombra, máquina y calcula. Mejor dicho, deshoja margaritas. ¿Será que esta vez sí se le abren las puertas para una eventual candidatura presidencial? Nebot no dejará de mantener esa ilusión mientras pueda caminar y mascar chicle al mismo tiempo.
Si pasamos revista al comportamiento del Partido Social Cristiano frente a la crisis política, no es difícil detectar una estrategia para crear un escenario favorable para la candidatura de su caudillo. Un contexto caótico e inmanejable podría abonar a la desesperación ciudadana en favor de una figura conocida y, sobre todo, autoritaria.
¿Qué necesita el exalcalde de Guayaquil para que esa vieja y frustrada aspiración tenga posibilidades? Fundamentalmente, un acuerdo menos voluble con el correísmo. En otras palabras, un pacto que responda a un proyecto de reconstitución orgánica de las élites nacionales.
Antecedentes hay, y muy concretos. Ya Correa declaró que Nebot sería un excelente presidente de la república. Más recientemente, la candidatura de Aquiles Álvarez a la alcaldía de Guayaquil selló un pacto entre socialcristianos y correístas para, entre otros objetivos, deshacerse de Cynthia Viteri. La “colorada” se había vuelto un personaje incómodo, disfuncional y sobre todo impresentable para la oligarquía porteña, una evocación vergonzosa de las autoridades roldosistas, que convirtieron a las administraciones locales en auténticos lupanares. La estrepitosa derrota de la alcaldesa no le provocó ni un suspiro a su antiguo mentor.
La alianza socialcorreísta también ha funcionado relativamente bien a nivel legislativo. Ha oscilado entre la aprobación de leyes estratégicas, como la Ley Tributaria, y la aplicación de una ofensiva de desgaste progresivo del Ejecutivo. La estación final de este trayecto conspirativo es la ingobernabilidad. Con o sin Lasso. En río revuelto, quienes más opciones de pesca tienen son los socialcristianos. Por experiencia y picardía.
¿Cuál es la carta con la que Nebot puede asegurarse el apoyo electoral, aunque sea taimado, del correísmo? Pues la oferta en firme de la total impunidad para los jerarcas prófugos o enjuiciados. Algo que, al menos en apariencia, Lasso nunca aceptó. ¡Mi coherencia por un sillón presidencial!, podría exclamar Nebot, parafraseando al célebre personaje de Shakespeare.
El único elemento que desentona y confunde en este escenario es la postura de la dirigencia de la CONIAE, que sigue apostándole a coincidir, sin beneficio de inventario, con las movidas socialcorreístas. Tal vez los actuales dirigentes indígenas son demasiado jóvenes para tener registrado el papel que cumplió Nebot como brazo derecho de León Febres Cordero, así como las denuncias de crímenes de lesa humanidad que pesan sobre su cabeza.
Abril 27, 2023
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