Es obvio que las próximas elecciones solo definirán un período transitorio de nuestra historia política. Es más, la fugacidad puede convertirse en la impronta del gobierno que salga de las urnas. En año y medio de administración, y con otro proceso electoral en ciernes, difícilmente se podrá poner en marcha un programa de gobierno consistente.
Es muy probable que la mayoría de los candidatos a la presidencia de la república consideren estas elecciones como un simple escalón de la gran escalera de 2025. Pero siempre habrá el riesgo de que terminen siendo un falso escalón, como el de la escalera imaginaria del mimo. El próximo presidente podría caer en la ilusión de ascender por una escalera inexistente. O emular el célebre moonwalk de Michael Jackson: caminar para adelante, pero desplazarse hacia atrás.
No obstante, la volatilidad y la vaguedad del escenario electoral no impide definir algunos puntos cruciales para que los candidatos marquen diferencias estratégicas y estructurales frente al futuro del país. Es decir, diferencias de fondo y de largo alcance, visiones específicas sobre aquellos cambios que, en efecto, pueden cuestionar al sistema como totalidad. Veamos.
La aprobación de la consulta a favor del Parque Nacional Yasuní y del Chocó Andino no tiene que ver únicamente con una decisión puntual a propósito de esas dos demandas ciudadanas, sino con una concepción respecto del modelo de Estado, de sociedad y de economía que se le propone al país. Dicho de otro modo, con una idea de futuro que, además, tiene una incidencia global. Sin pecar de soberbios, puede afirmarse que el equilibrio de la vida –de la vida en general– se juega en esta elección.
La agenda del movimiento de mujeres, por su parte, contiene demandas que son fundamentales para avanzar en el desmontaje del patriarcado. Por ejemplo, la legalización del aborto, ese punto de llegada al cual deberían converger todas las iniciativas y acciones relacionadas con esta reivindicación. El tema no es menor si se lo incluye dentro de las luchas históricas en contra de la dominación masculina y del fundamentalismo moral y religioso.
La plurinacionalidad es otro de los puntos de quiebre entre continuidad y ruptura. Sobre todo, en componentes que resultan determinantes para la resistencia frente al capitalismo. Autonomía de los pueblos y nacionalidades indígenas, integralidad de sus territorios, defensa de sus saberes ancestrales y su cultura, consultas previas vinculantes, constan entre los más relevantes. Se trata, en la práctica, de insumos para la construcción de sociedades no solo alternativas sino, sobre todo, descolonizadas.
Si las próximas elecciones aspiran a dotarse de sentido tendrán que servir de tamiz para que las y los candidatos, sobre todo a la presidencia, pongan sobre la mesa sus posiciones respecto de estos puntos.
Junio 20, 2023
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