#Opinión / Voto Nulo

Un virus recorre América Latina: el voto nulo. A su sola invocación, las élites de todo color y textura reaccionan con una mezcla de desconcierto y pavor. Cada escrutinio se convierte en una pesadilla. El solemne desfile de las instituciones electorales empieza a revelarse como una parodia de la democracia.

Políticos profesionales, empresarios, funcionarios públicos, dirigentes deportivos y gremiales… en síntesis, todos aquellos que ostentan distintas formas de poder, comienzan a padecer la descomposición de la formalidad política. Es decir, de ese teatro de las sombras en que convirtieron al sistema de representación. Cada día resulta más difícil sostener el esquema de dominación basado en estos viejos y desgastados mecanismos políticos.

En las últimas elecciones, el Ecuador experimentó un primer campanazo. En varias circunscripciones electorales el voto nulo llegó en primer lugar; en el caso de los miembros del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS), los votos nulos y blancos arrasaron; en la parroquia quiteña de Calacalí ocurrió un episodio inédito en la historia nacional: se tuvieron que repetir las elecciones porque el voto nulo superó a todas las listas juntas.

En Guatemala acaba de ocurrir algo similar en el proceso electoral del domingo pasado: el voto nulo no solo que alcanzó la mayor votación a nivel nacional, sino que se impuso en la mayoría de las provincias. Las dos fuerzas que pasaron a la segunda vuelta apenas suman 27% del apoyo electoral. Una contundente minoría. En buen romance, cualquiera de las dos opciones que triunfe en el balotaje llegará completamente deslegitimada al sillón presidencial.

En realidad, la crisis del sistema político viene desde mucho tiempo atrás. El descrédito, la desconfianza y la decepción ciudadanas lo han corroído paulatina y sistemáticamente. Partidos que llegaban a gobernar, habiendo conseguido alrededor del 15% de apoyo en la primera vuelta, solo podían terminar arrinconados por su propia debilidad, tal como sucedió en el Perú. En lugar de asegurar la legitimidad del triunfador, las segundas vueltas solo han servido para disimular los graves desperfectos del sistema.

Sin embargo, hay que precisar que la desaparición de los partidos tradicionales y la consecuente fragmentación del espectro electoral solo fueron la antesala del colapso actual. El voto nulo apunta más al fondo. En esencia, constituye un cuestionamiento más radical y directo al sistema de representación. No expresa la decepción del votante, sino su abierto rechazo. No pone en duda únicamente al sistema de elecciones, sino al sistema político como totalidad.

El voto nulo es una realidad inocultable que nos obliga a debatir sobre la democracia que requerimos como sociedad. En otras palabras, sobre una institucionalidad coherente con las vertiginosas transformaciones sociales y culturales que experimenta el mundo. El antiguo modelo liberal de representación política está agotado.

 

Junio 29, 2023

Acerca de Juan Cuvi 180 Articles
Miembro de la Comisión Nacional Anticorrupción (CNA), Master en Desarrollo Local. Director de la Fundación Donum, Cuenca. Exdirigente de Alfaro Vive Carajo, Parte de la Red Ecudor Decide Mejor Sin TLC.

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