De acuerdo con los criterios de los expertos en tecnología informática, es imposible que la inteligencia artificial reemplace a los estrategas políticos en una campaña electoral. La percepción humana sigue siendo insustituible a la hora de interpretar los escenarios múltiples y cambiantes que implica un proceso electoral. El rompecabezas de las variables tiene demasiadas alternativas como para dejarlo en manos de un programa informático.
Lo que sí es posible es que la inteligencia artificial proporcione recursos decisivos para que los estrategas políticos tengan éxito. Básicamente, los algoritmos, esos procedimientos que permiten obtener información superdetallada y precisa sobre un conglomerado social. En el caso de un proceso electoral, nos referimos a la posibilidad de detectar las aspiraciones, sentimientos y deseos de millones de votantes a fin de tener un paquete de respuestas efectivas.
En resumen, se trata de convertir a los mensajes políticos en productos de consumo general adaptados a las demandas individuales. Tal como se hace con una pasta de dientes o con una camiseta deportiva: se particulariza la oferta a tal extremo que se puede satisfacer la mayor parte de las exigencias. Con un aditamento: el mercado es capaz de promover la diversidad infinita a cambio de uniformarnos a todos como consumidores. Nos ofrece la quimera de la autonomía individual en el consumo a partir de la diversidad infinita de productos. Le hace creer a cada consumidor que posee una identidad única que se concreta en su libertad para seleccionar un producto específico en medio de tanta oferta. En el plano electoral, esto equivale a tener muchas ofertas y un solo candidato.
¿Cuál es la principal consecuencia de esta situación? Pues la total renuncia a las propuestas o programas de gobiernos. Estos recursos terminan siendo demasiado complejos y generales como para responder a los impulsos individuales. Con los algoritmos, en cambio, es factible disparar cientos de mensajes simultáneos y llegar al mayor universo posible de votantes. Como en botica. De ese modo, el elector que quiere empleo, seguridad, honestidad pública, acceso a la universidad, crédito agrícola, vivienda o un extenso listado de etcéteras encontrará una respuesta acorde con sus anhelos personales.
La mesa para la demagogia está servida. La inteligencia artificial permitirá a los candidatos hacer ofertas con una variedad y un alcance ilimitados. Los halagos, las falsas promesas o los ofrecimientos populares, pero imposibles de cumplir, se pondrán a la orden del día, con una lógica imposible de superar desde los viejos recursos electorales. Del balcón velasquista pasamos a la pantalla del teléfono celular.
Septiembre 14, 2023
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