India, Israel y la Coordinación del Control

Por Abdulla Moaswes

[Este artículo ha sido escrito antes de los recientes acontecimientos en Palestina, pero consideramos que sigue teniendo interés por abordar la relación que se ha ido estableciendo entre ambos países en los últimos tiempos, ndr]

En enero de 2022, una empresa de investigación independiente con sede en Reino Unido llamada Stoke White Investigations desveló que uno de sus clientes, Karim, había sido torturado durante su detención en Cachemira.

Las denuncias de detenciones arbitrarias y torturas por parte del ejército indio contra cachemires no son infrecuentes en esta región ocupada por India. Pero la descripción de Karim sobre sus interrogadores fue peculiar: no eran de origen indio, sino blancos, y hablaban con acento estadounidense. Parecían mostrar poco interés por sus actividades en Cachemira o por sus posiciones sobre cuestiones internas; en cambio, insistieron en sus opiniones sobre política internacional y, en especial, sobre la lucha palestina. “Creo que intentaban saber si apoyaba las luchas de Palestina y Afganistán”, declaró Karim en el informe. “Uno de los oficiales me preguntó específicamente por Hamas, lo que me sorprendió porque no tiene ninguna relación con Cachemira. Les dije que mi protesta es contra la ocupación india de Cachemira pero intentaron forzarme para que confesara que tengo una agenda global”1. Según Karim, los hombres no ocultaron sus identidades. Le dijeron expresamente que trabajaban para los servicios de inteligencia israelí, (Mossad) “en investigaciones” en Cachemira. El interrogatorio bajo torturas de Karim en el aeropuerto internacional Sheij Ul Alam de Srinagar, se prolongó durante tres días hasta que lo trasladaron a otro lugar, donde permanecería dos meses y medio.

La experiencia vivida por Karim es el resultado del desarrollo de una asociación estratégica entre India e Israel, en la que una convergencia cada vez más obvia de intereses e ideología ha llevado a ambos Estados a respaldarse mutuamente de forma perceptible para la consecución de sus respectivas ambiciones políticas y económicas. A través de esta asociación, la represión estatal en los territorios ocupados por India ya no es un proyecto exclusivamente indio. Ha pasado a formar parte de una red más amplia que vincula a India con el Estado de Israel y su propio proyecto colonial.

Evolución de las relaciones entre India e Israel
Si bien India e Israel no establecieron relaciones formales hasta 1992, el vínculo entre ambos Estados precede a sus respectivas fundaciones en 1947 y 1948. La conexión de ambos Estados deriva del Imperio Británico, que anteriormente gobernó la Palestina histórica y la mayor parte del sur de Asia. Un ejemplo llamativo de este legado común se aprecia en sus sistemas legales. Por ejemplo, tanto Israel como la India adaptaron la legislación británica en tiempos de guerra para hacerse con el control de las propiedades de las personas refugiadas desposeídas mediante la aplicación de la Ley israelí de Propiedad de los Ausentes y la análoga india Ley de Propiedad de los Evacuados.

A principios del siglo XX diversas figuras nacionalistas hindúes como V. D. Savarkar y M. S. Golwalkar se sintieron fascinados por el sionismo. Consideraban el proyecto de asentamiento colonial en Palestina una fuente de inspiración para Akhand Bharat y su visión de un Asia Meridional sin divisiones (con algunas regiones circundantes) bajo supremacía india. Esta afinidad con el sionismo sigue existiendo en las instituciones nacionalistas indias más poderosas, como el Partido Popular Indio (BJP, por sus siglas en inglés) de Modi, actualmente en el poder. A través de estas influyentes instituciones, esa afinidad sigue conformando la política interior y exterior de la India actual así como la opinión pública en la mayoría de los estados con fuerte implantación del BJP.

Más allá de los círculos explícitamente nacionalistas indios, Jawaharlal Nehru, quien fuera el primer primer Ministro de India supuestamente laico, también admiraba el movimiento sionista y su proyecto de construcción de un Estado2. Nehru creía, sin embargo, que el establecimiento de relaciones formales entre su país e Israel obstaculizaría su capacidad de ganar el apoyo internacional para la política de India en Cachemira, e impediría su aspiración de obtener una posición de liderazgo en el entorno de la descolonización. No obstante, India reconoció oficialmente a Israel en 1950 y en 1953 abrió un consulado israelí en Bombay.

Antes del establecimiento de relaciones formales en 1992, las relaciones indo-israelíes se desarrollaron sobre todo a través de comunicaciones extraoficiales entre el Mossad israelí y el Ala de Investigación y Análisis de India (RAW, por sus siglas en inglés), la agencia de inteligencia exterior creada por Indira Gandhi en 1968. Estas relaciones secretas en materia de defensa –que incluían desde la transferencia de tecnología y conocimientos especializados hasta visitas diplomáticas encubiertas– se desarrollaron con el fin de contrarrestar la relación cada vez más estrecha de Pakistán con China y Corea del Norte3. En el curso del establecimiento del canal clandestino RAW-Mossad y la normalización de relaciones entre ambos Estados, India también sentó las bases de una fuerte asociación en materia de defensa con la Unión Soviética. En el momento de su descomposición, a finales de 1991, la Unión Soviética tenía en India a su mayor comprador de material defensivo.

El comienzo de la década de 1990 fue un momento fundamental en la historia de las relaciones entre India e Israel. La relación dejó de basarse en consideraciones geopolíticas defensivas para pasar a influir en la consolidación de las prácticas autoritarias en India y en sus territorios ocupados. El colapso de la Unión Soviética significó que India perdiera a su mayor proveedor de armas. Ante las crecientes presiones internas y externas para liberalizar su economía, India buscó una asociación más cercana con EE UU. Hay que considerar que este periodo coincidió asimismo con el estallido de una insurgencia armada en Cachemira a finales de 1989, impulsada por unas controvertidas elecciones celebradas dos años antes supuestamente amañadas a favor del partido pro-indio Conferencia Nacional.

En junio de 1991, cuando Narasimha Rao asumió el cargo de primer Ministro indio tras el asesinato del entonces primer Ministro Rajiv Gandhi a manos de un miembro de los Tigres de Liberación de Eelam Tamil un mes antes, militantes cachemires secuestraron a ocho turistas en Srinagar. Siete de los rehenes eran israelíes retenidos bajo sospecha de haber sido enviados para agitar a la disidencia entre las organizaciones militantes de Cachemira. Mientras los diplomáticos indios e israelíes colaboraban para conseguir su liberación y evacuar de la región al resto de los turistas israelíes, la prensa india presionaba al gobierno para que normalizara las relaciones con Israel4. Ante el ascenso del pro-israelí BJP en la política india y dada la escasa resistencia que opusieron los dirigentes palestinos al fortalecimiento de las relaciones entre ambos Estados, el gobierno de Rao decidió avanzar con la normalización con Israel.

Mientras India intensificaba su asedio en Cachemira, Israel reprima la resistencia palestina tras el estallido de la primera Intifada. Para hacer frente a los retos del gobierno israelí, el Estado emprendió su propio proyecto de liberalización económica. Parte de este proceso implicó lo que el economista israelí Shir Hever ha denominado “la privatización de la seguridad israelí”5. En ese contexto de una economía en evolución orientada a la seguridad, Israel e India pasaron de mantener una relación enfocada a la defensa a una asociación forjada en torno a la preparación permanente para impedir de manera preventiva amenazas reales o imaginarias.

India, Israel y la guerra global contra el terrorismo
Durante los años 90, la industria de seguridad de Israel empezó a dejar bien clara la importancia de lo que las empresas de seguridad y los gobiernos han denominado frecuentemente como “experiencia israelí”.  El académico israelí Neve Gordon la identifica como “una imagen omnipresente” utilizada para comercializar productos y servicios de seguridad nacional israelíes en todo el mundo6. Los atentados del 11-S contra el World Trade Center en 2001 hicieron que el sector de la seguridad israelí cobrase mayor interés para Estados como India, que pretendía beneficiarse políticamente de la “guerra contra el terror” liderada por EEUU presentándose como una potencia fuerte contra el terrorismo y el extremismo.

El académico cachemir Mohamed Junaid ha escrito que “la cruda y unidimensional polémica de la Guerra contra el Terrorismo dio al Estado indio carta blanca para aplastar el movimiento por la autodeterminación” en Cachemira 7. Según Junaid, tanto los analistas indios como los extranjeros enseguida pasaron a enmarcar la lucha por la liberación de Cachemira en la yihad global. Explotando la retórica de la Guerra contra el Terrorismo, los responsables indios vincularon su represión en Cachemira con las iniciativas de otros Estados para reprimir las luchas de liberación nacional como las de Palestina y Chechenia. El entonces ministro de Defensa indio, Jaswant Singh, llegó a declarar que el secuestro de un avión indio en 1999 fue un “ensayo general” de los acontecimientos del 11-S  20018.

Para dar credibilidad a esta perspectiva, unos meses después del 11-S individuos vinculados a los grupos Lashkar el Taiba [Ejército de los Puros] y Jaish al Mohammed [Ejército de Mahoma] con base en Pakistán, perpetraron un atentado contra el edificio del parlamento indio en Nueva Delhi. Tras ese atentado el gobierno indio empezó a trabajar con una empresa israelí de vigilancia, Nice Systems; una nueva asociación que puso de manifiesto el cambio en las relaciones entre India e Israel enfocadas ahora hacia las amenazas a la seguridad interior.

Esa tendencia aumentó claramente tras los acontecimientos de noviembre de 2008 en Bombay –conocidos por algunos como el “11-S indio”. Diez hombres vinculados a Lashkar el Taiba atacaron 12 lugares situados en zonas pudientes de la ciudad. Entre las víctimas de los atentados había nueve ciudadanos israelíes. Según Azad Essa, que ha escrito un libro sobre la alianza entre Israel e India en el siglo XXI, Israel pasó a estar “para siempre vinculado a una tragedia india”9. Como apunta Essa, la industria de seguridad israelí vio en la respuesta de India al atentado una “oportunidad de hacer negocios”.

En respuesta a las llamadas de los medios de comunicación indios para que el país adoptara un enfoque más militarista de la seguridad, en julio de 2009 el gobierno del estado occidental indio de Maharashtra envió una delegación a Israel para recibir asesoramiento en la llamada “experiencia israelí”. El primer cambio tangible que se produjo fue la creación de unidades de comandos entrenadas en Israel y su despliegue en Bombay. El comisario de policía de la ciudad, Dhanushkodi Sivanandan, declaró entonces públicamente que India necesitaba un enfoque más militarista y que debía emular el “instinto asesino” de Israel y su actitud de no avergonzarse ante las críticas externas. “Israel nunca se calla. Los israelíes se suben en sus aviones, van a bombardear a sus enemigos, vuelven y se callan. Pero cuando nos volvemos agresivos, nos enfrentamos a la presión internacional”, señaló apenas seis meses después de la mortífera campaña de bombardeos israelíes en Gaza en 2008-2009 10.  India, se quejaba, “ha sido testigo pasivo de ataques terroristas” durante “miles de años” 11.

En los años que siguieron al atentado, se implantó en toda India un sistema de vigilancia conocido como Central Monitoring System (CMS). Para establecer este sistema –que facilitaba la vigilancia masiva de casi todas las comunicaciones electrónicas– India reclutó la asistencia de empresas de seguridad israelíes como Verint Systems. El CMS marcó un cambio evidente en las prioridades de seguridad indias: se pasó de vigilar a delincuentes convictos a vigilar todas las comunicaciones privadas basándose en la posibilidad de localizar amenazas potenciales. El nuevo sistema de vigilancia podía funcionar sin necesidad de órdenes judiciales y permitía al Estado acceder a los datos de las comunicaciones de prácticamente cualquier persona con acceso a una conexión telefónica o a internet. Además, el sistema no incluía un protocolo de apelación por el que las personas que hubieran sido objetivo ilegítimo pudieran defenderse. Además de la implicación de empresas israelíes en el proceso, la introducción del CMS confirma asimismo la validez que el Estado indio otorga a los planteamientos israelíes en materia de seguridad.

Una asociación estratégica
La adopción por parte de India de este enfoque de la seguridad interior denominado duro, influido por la fascinación pública e institucional ante los métodos y tecnologías israelíes, es previo a la llegada de Narendra Modi y su gobierno del BJP. De hecho, el uso por parte de India de tecnología israelí –como la compra de drones de fabricación israelí para sobrevolar zonas de Chhatisgarh, Orissa y Andhra Pradesh bajo control de rebeldes maoístas de Naxal– comenzó bajo el gobierno supuestamente liberal de Manmohan Singh y la Alianza Progresista Unida liderada por el Congreso Nacional Indio entre 2004 y 2014.

La llegada del gobierno del BJP en 2014 preparó el terreno para elevar la relación bilateral indo-israelí al nivel de “asociación estratégica” –como afirmaron ambos Estados en una declaración conjunta tras una visita de Modi a Israel en 2017 12.  Durante la visita de Modi, él y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, firmaron varios acuerdos para facilitar la cooperación en materias relativas a gestión del agua, agricultura e innovación tecnológica.

De hecho, la perversa relación fraternal entre ambos dirigentes ha contribuido a que Israel se convierta en uno de los principales socios de India en la campaña que es el buque insignia de Modi, ‘Make in India’ (Fabricado en India), lanzada en septiembre de 2014. Se trata de una iniciativa que invita a empresas extranjeras a fabricar productos en India. Como era de esperar, los productos israelíes de seguridad y defensa –misiles y aviones no tripulados– son los bienes más importantes que empezaron a fabricarse en India. Un puñado de grandes conglomerados empresariales indios, como el Grupo Adani –que dirige el financiero Gautam Adani, inversor de Modi– se beneficiaron de los nuevos contratos con Israel. Otros socios importantes, sobre todo en la fabricación de material de defensa, fueron Rusia, que participó en la fabricación de los misiles Brahmos y otros productos de defensa, y EE UU, sobre todo a través de Lockheed Martin. Además de en tecnología militar, las empresas israelíes también se han vinculado a la campaña ‘Make in India’ en otras áreas estratégicas como las energías renovables. Israel también ha intentado obtener inversiones indias en su propia economía. En enero de 2023, el grupo Adani compró el puerto de Haifa por 1.200 millones de dólares. Cuando el consejero delegado anunció la compra junto a Netanyahu, elogió la larga relación entre ambos países y la consideró como parte de una iniciativa mayor para invertir en Israel.

Durante este tiempo, India se convirtió asimismo en el mayor comprador mundial de tecnología militar israelí. Ambos Estados firmaron un acuerdo de defensa por valor de unos 2 mil  millones de dólares durante el viaje de Modi a Israel en 2017. El acuerdo, uno de los más importantes de la historia israelí, fue objeto de investigación en 2021 cuando un reportaje de The Wire reveló que en el contexto de la victoria electoral del BJP en 2019, el software espía Pegasus de la empresa israelí NSO se instaló en teléfonos móviles pertenecientes al dirigente de la oposición Rahul Gandhi. Un informe de The New York Times de enero de 2022 desveló que Pegasus había formado parte central del acuerdo de 2017. El Gobierno de Modi niega haber adquirido Pegasus. Pero los documentos de importación a los que ha tenido acceso el Organised Crime and Corruption Reporting Project confirman que India ha comprado hardware a NSO que “coincide con la descripción de los equipos utilizados en otros lugares para desplegar el emblemático software Pegasus de la empresa” 13.

Además de tener como objetivo a Modi y a los aspirantes políticos del BJP, una filtración revelada por el Proyecto Pegasus en 2021 sugiere que cientos de personas “se seleccionaron como susceptibles de ser vigiladas” con el software israelí. Un informe publicado por el Foro Legal para Cachemira en 2023, que otorga más peso a la magnitud de la vigilancia, da cuenta de diversas personalidades importantes de Cachemira que han sido objeto de Pegasus.

Reforzado por las tácticas represivas de Israel, el BJP puso en marcha otras muchas medidas y políticas para hacer frente a la disidencia dentro del país. La periodista Swati Chaturvedi, por ejemplo, documenta el desarrollo de un “ejército digital” de cuentas trolls leales al BJP movilizadas contra las voces críticas a través de las redes sociales [14]. Más allá del notable parecido con un proyecto similar emprendido por el Ministerio israelí de Asuntos Estratégicos para “inundar internet” de ataques contra las voces on line a favor de la Campaña palestina del BDS, el ejército digital del BJP coordina de manera rutinaria campañas para expresar su admiración por Israel y su aversión por la población palestina, haciéndose eco a menudo de símbolos y retóricas nacionalistas indios y filo-sionistas.

El valle de Cachemira ha estado sometido a una vigilancia especialmente intensa desde que salió de un apagón mediático de siete meses en 2020. El gobierno indio impuso el apagón en agosto de 2019 tras derogar los artículos 370 y 35a de la Constitución india, que garantizaban la condición de Estado semiautónomo a Cachemira bajo la Unión India. La derogación incluía la disolución del antiguo Estado de Jammu y Cachemira y su reorganización en dos territorios de la Unión: Jammu y Cachemira  [en el oeste] y Ladakh [en el este]. Muchos grupos de activistas cachemires, sobre todo en el exilio, han acusado a India de imponer el “modelo israelí” en Cachemira como resultado de las nuevas leyes que han abierto la región a asentamientos indios tras la derogación 14. Funcionarios estatales indios como Sandeep Chakravorty, que durante su mandato como cónsul general de India en Nueva York pidió explícitamente que se emulara el “modelo israelí” en Cachemira 15, dan credibilidad a estas acusaciones.

La posición de Israel sobre la derogación por parte de India de los artículos 370 y 35a, articulada por su entonces embajador en India, Ron Malka, consistió en reciclar la misma retórica de su propia opresión de los y las palestinas. Dando respaldo a las acciones de India, Malka declaró que “tal y como nosotros lo vemos, está dentro de las fronteras indias, es una cuestión interna de India, una cuestión india” 16. Malka también se refirió a India como la “mayor democracia del mundo” reflejando la invocación de Israel de su propia condición de democracia supuestamente excepcional al defender sus transgresiones. Su declaración concluyó afirmando que India es “amiga” de Israel.

Cachemira y Palestina, una lucha compartida
Además de los intentos de Israel de reprimir el activismo en favor de Palestina en países cercanos y lejanos, India tiene también su propia historia de represión del activismo en favor de Palestina y contra Israel en Cachemira. Mientras que los dirigentes de la OLP, y especialmente Yasser Arafat, consideraron históricamente a India como partidaria de su causa, los cachemires asumen desde hace tiempo los paralelismos entre la ocupación israelí de Palestina y la ocupación india de su tierra. Estas luchas compartidas han dado lugar a la formación de un fuerte vínculo de solidaridad entre cachemires y palestinos que, desde los movimientos populares, han mantenido una clara posición de apoyo a las aspiraciones de la lucha de liberación cachemir.

La India y sus agencias de seguridad han utilizado esta solidaridad entre palestinos y cachemires como pretexto para la intervención autoritaria, señalando al activismo pro-palestino como si fuera una forma de disidencia anti-India. En 2014, por ejemplo, las fuerzas policiales indias mataron al adolescente cachemir Suhail Ahmad en una manifestación contra el bombardeo israelí de Gaza en Cachemira. En mayo de 2021, durante la Intifada de la Unidad, cuando palestinos y palestinas protestaban masivamente contra el colonialismo de asentamiento israelí, las autoridades de Cachemira detuvieron a 21 personas por manifestarse en solidaridad con ellos. Más tarde, la policía de la zona de Cachemira recurrió a las redes sociales para advertir a los cachemires de que “no intenten aprovechar la desafortunada situación en Palestina para alterar la paz y el orden públicos en el valle de Cachemira” 17.

Otro ejemplo de organización conjunta de activistas palestinos y cachemires es la respuesta a la decisión de India, en su calidad de presidente del G20, de celebrar las reuniones del G20 y del Y20 en Cachemira en mayo de 2023. Una coalición de ocho organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo se unió para pedir el boicot de las reuniones, entre ellas Within Our Lifetime, un grupo de activistas dirigido por palestinos con sede en Nueva York.

Al igual que el interrogatorio de Karim a manos de agentes del Mossad israelí, los actos de co-resistencia cada vez más frecuentes, como los emprendidos por palestinos y cachemires en sus países de origen y en el exilio, dan cuenta de la naturaleza de la relación actual entre India e Israel. La convergencia de intereses e ideología entre ambos Estados ha permitido que florezca su relación Los flujos de armas, capital y retórica compartidos a través de sus respectivas fronteras afianzan aún más la represión y el autoritarismo en ambos países. 

Abdulla Moaswes es doctorando en el Instituto de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Exeter.

MERIP

Traducción para viento sur: Loles Oliván Hijós

Acerca de editor 5836 Articles
Ecuador-Today, agencia de comunicación.

Be the first to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo no será publicada.


*