Luis Noboa Naranjo, fundador y patriarca del imperio económico más poderoso del país, instituyó una práctica política que perdura hasta la actualidad: financiar a todas las fuerzas electorales en disputa. Según las malas lenguas, hasta el Partido Comunista Ecuatoriano recibía su parte.
La fórmula era tan simple como efectiva: ganara quien ganase, el modelo económico se mantenía. Y don Luis quedaba en buen predicamento con todos. Durante más de medio siglo sus negocios jamás sufrieron mayores tropiezos ni amenazas.
Al parecer, quien le ha tomado la posta en estas funciones es su hija Isabelita, cabeza de uno de los sub imperios que dejó en herencia su padre. Hacer buenas migas con todos los gobiernos de turno ha sido la decisión más acertada para expandir e incrementar el poder del grupo económico que dirige. A diferencia de su hermano, Álvaro, ella mira los toros desde el graderío. Pero escoge el toro.
Hoy, su presencia en el escenario político nacional se vuelve más relevante que nunca. Su sobrino Daniel, próximo primer mandatario del Ecuador, no solo ha evidenciado la estrecha relación que mantiene con su tía, sino que ha resaltado los consejos y asesorías que le dará en su difícil misión de gobernar el país. Lo que no está del todo claro es si se trata de consejos políticos, empresariales o ambos a la vez.
Pero Isabel Noboa también ha refrendado unas relaciones político-empresariales que datan del inicio del gobierno de Rafael Correa, un régimen durante el cual fue asidua comensal de palacio. Su acuerdo con la actual prefecta del Guayas y prominente jerarca correísta, Marcela Aguiñaga, para financiar políticas de educación en la provincia, se enmarca en la misma lógica de apadrinamiento. Si a esto añadimos la gigantesca inversión inmobiliaria que realiza en Guayaquil, y que indispensablemente debe contar con la venia, la aquiescencia y el interés del actual alcalde, quedan confirmados los alcances de su influencia política. Tiene cuñas en distintos palos.
El cuadro no es nuevo. Refleja ese viejo paralelismo estructural entre poder y política formal, o entre realidad y simulación, con que la institucionalidad nacional ha sido diseñada. Los resultados lo confirman: el esquema de acumulación capitalista en el Ecuador no se ha alterado ni un ápice desde el retorno a la democracia, hace ya cuatro décadas. Si se revisa el ranking de las 500 mayores empresas del país, se puede ver que en los últimos años el carrusel ha operado a la perfección: solo cambia la posición entre las mismas empresas de siempre.
Así las cosas, Isabel Noboa puede convertirse, si no se ha convertido ya, en la gran electora ecuatoriana de los próximos años. Mal presagio para la democracia.
Noviembre 7, 2023
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