#Opinión / El joven presidente y la república del banano

Nace en una de las ciudades emblemáticas de la oligarquía latinoamericana, Miami, en uno de los grupos económicos más grades del Ecuador y de América Latina. Es obvio que creció lleno de lujos, posibilidades, empleados a su disposición, lejos de los avatares de la gente común, lejos de los problemas ligados a la pobreza y más aún a la miseria. Un chico, como todos los de su clase, encerrado en una burbuja de privilegios que, en algún momento de su vida y motivado por su padre, quien quiso la presidencia de la República por más de dos décadas, decide que también quiere el poder político para agregarle a su inmenso poder económico.

Un conjunto de azares políticos sumados a todo el capital económico invertido en su nuevo “emprendimiento”: obtener la presidencia del país en el que tiene el centro de sus negocios, lo lleva en el 2023 a ser el representante del gobierno. Finalmente, uno de los hombres más ricos del Ecuador obtiene el máximo poder político y, así, se convierte en una especie de monarca de la República bananera que su familia levantó sobre el trabajo mal pagado de miles y millones de ecuatorianos. Hay que tomar en cuenta que el joven “monarca” no nació, no estudió, no ha vivido en el Ecuador, debe haber venido al país en vacaciones a disfrutar de las playas y la fiesta como cualquier turista con dinero viene al país. Con una diferencia, el Ecuador es para el joven presidente su sitio de recreación y el origen de su inmensa fortuna, esos son los intereses que tiene en el país: que las playas y los lugares turísticos que visita le den las comodidades y la seguridad que todo millonario reclama y que las condiciones jurídicas para hacer sus negocios sean las mejores para sus ganancias. El resto poco le debe interesar.

Mientras la violencia no afecte sus vacaciones y sus negocios, lo demás no tiene por qué importar, al final de cuentas no tiene vínculos de afecto y responsabilidad con el destino de los pueblos del Ecuador. Basta observar la foto donde el joven presidente disfruta de un deporte acuático, mientras el país vivía uno de los feriados más sangrientos de nuestra historia. Marx hablaba de los intereses de clase, esos que hoy ciertos sectores intentan ocultar tras los mismos dispositivos ideológicos de siempre: “el interés general de la nación” que, obviamente, no es la misma para los chicos de la burguesía-oligarquía que para los millones de jóvenes empobrecidos. No, no es lo mismo ir a una playa casi privada, con seguridad presidencial hoy, antes seguro privada, que vivir en medio de los tiroteos diarios que tienen aterrorizada a la población más empobrecida, o ir de vacaciones y terminar asesinados. No, no es lo mismo, nacer en cuna de exportadores bananeros que en cuna de trabajadores de plantaciones bananeras. No, no es lo mismo haber nacido, vivido y estudiado en EE. UU. con todo el poder económico de su familia, que nacer en el Ecuador sin salud pública, sin posibilidad de una buena educación gratuita, sin garantías de empleo, sin garantías de que el emprendimiento funcione; en un país destrozado por sus élites oligárquicas nacidas en Miami. No, no es lo mismo

El joven presidente es coherente con su origen e intereses de clase, coherente con las élites y los grupos de poder económico y político que lo colocaron en la presidencia, coherente con el interés del Estado gringo que le apoya -al fin de cuentas es su Estado-. No se puede esperas que tenga empatía con los problemas de un país en el que no nació, no creció, no estudió; en un país en el que no nacieron sus hijos. No se puede esperar que tenga responsabilidad política con un cargo que fue deseado como parte de sus deseos de niño rico, a no ser la responsabilidad que desde ese cargo tiene con sus propios intereses económicos. De hecho, las leyes que ha impulsado nada tienen que ver con los intereses de la mayoría y la represión en Palo Quemado, solo confirma que trabaja para sus negocios propios. Él es coherente con sus intereses de clase. La pregunta es: ¿la mayoría de ecuatorianos y ecuatorianas somos coherentes con nuestros intereses de clase? ¿Nosotros y nosotras queremos pertenecer a la república del banano? Esas son las preguntas que debe guiar nuestro voto en la consulta del joven y millonario presidente. No otro argumento.

 

Acerca de Natalia Sierra 69 Articles
Natalia Sierra. Socióloga, activista de izquierda.  Su acompañamiento en los procesos de lucha de los movimientos sociales ha sido visible; es además profesora de la Universidad Católica.

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