#Opinión / Joker 2: Otra obra musical

La cinta empieza con una tira cómica animada, que predice perfectamente lo que vendrá en las dos horas restantes. Vemos al guasón, no a Arthur Fleck, haciendo lo que siempre quiso ser, un comediante que triunfa en la alfombra roja, que canta y hace reír, pero su Ello, (sí, debemos recurrir a Freud), aparece en escena para apoderarse de este personaje. Siguiendo a Freud, el Yo intenta mediar entre los impulsos del Ello y las restricciones del Superyó, buscando un equilibrio para gestionar la realidad. En Joker 2, esta dinámica interna es más evidente que nunca, llevándonos a un viaje entre la represión y la liberación a través de un formato inesperado: el musical.
En la animación inicial, el Yo logra controlar al Ello y «encerrarlo», en un armario, bien podría ser la represión del deseo. Y no es casualidad que el director escoja la metáfora del armario o closet, para encerrarlo. Lo antes mencionado da cuenta de la opresión que vive el Guasón y al cierre de la introducción animada, se vuelve una realidad dolorosa cuando es brutalmente golpeado por la policía, en un acto que presagia su destino trágico. Su estrategia defensiva frente a una sociedad que lo margina se revela insuficiente, y el fracaso es inevitable.
Y entonces comienza el musical
La historia retoma los eventos de la primera entrega: crímenes, juicios y caos, pero esta vez con un nuevo foco. El personaje de Harley Quinn, interpretado por Lady Gaga, toma relevancia. La química entre dos desadaptados sociales atrapa al espectador desde el principio, mientras Harley se convierte en el detonador que saca a Arthur del “cuarto oscuro”, por parafrasear a la banda punk El Último Ke Zierre, y lo lleva al mundo de las flores. Es Harley quien permite que el Guasón emerja en toda su complejidad.
Harley es el detonante del Ello de Fleck, permitiendo que el Guasón emerja plenamente, mientras Arthur desaparece. Cada canción en la película representa un sentimiento reprimido, desde el amor hasta la agresión, aunque hay momentos en que parece que se abusa del recurso musical, volviendo el filme una larga lista de Spotify.

Un detalle interesante es cómo la película refleja a Arthur como un hombre castrado simbólicamente. La escena en la que pide ayuda a Harley para realizar la penetración es clave en este sentido, revelando su impotencia frente al poder femenino. Esto se refuerza con la presencia constante de mujeres en su vida que ejercen autoridad sobre él: su madre, la abogada, la vecina, la psicóloga y, por supuesto, Harley Quinn.

Aunque Gaga brilla en las interpretaciones musicales, muchos espectadores -me incluyo- habrían preferido ver más a Harley Quinn en su versión más perturbadora que a la versión glamorosa y musical de Gaga, lo que dejó un vacío narrativo.

Un guiño a los fans de Batman

Para los fans de Batman, aparece el fiscal de Ciudad Gótica, Harvey Dent, interpretado por Harry Lawtey, quien asegura que Arthur está listo para ser juzgado y condenado a la pena capital, sin sospechar que su destino es convertirse en el mítico Dos Caras.

El clímax de la película llega cuando Arthur canta “If You Go Away”, la versión en inglés de “Ne me quitte pas” del anarquista Jacques Brel, uno de los himnos de amor más desgarradores de todos los tiempos. “¡Un hombre no debería cantar esas cosas!”, dijo nada más y nada menos que Édith Piaf cuando la oyó por primera vez.; y la actuación de Fleck es humillante y emocionalmente devastadora, especialmente cuando Harley lo escucha desde el otro lado de la línea telefónica, pero permanece indiferente. No escucha al Guasón, sino a Arthur, y lo rechaza.

Un final trágico

Tras un atentado en el tribunal por parte de los seguidores del Guasón para evitar su ejecución, Arthur corre hacia Harley en un último intento por recuperarla. Se reencuentran en las escaleras donde previamente había bailado antes de su aparición en el show de Murray. Sin embargo, Harley lo abandona, y Arthur es arrestado.

Ya en la cárcel, un preso le cuenta un mal chiste a Arthur antes de apuñalarlo repetidamente. Mientras cierra los ojos, Arthur imagina a Harley disparándole, matando simbólicamente al Guasón.

¡Ya no cantemos más, por favor!

Esta frase, dicha por el Guasón a Lee Quinzel, resonó en toda la sala de cine, con el público prácticamente implorando lo mismo. Todd Phillips, en esta segunda entrega, parece dar una advertencia al espectador. Si en la primera película muchos simpatizamos con el protagonista de una revuelta violenta, esta vez la empatía tiene un límite. La película plantea una profunda reflexión sobre el equilibrio entre los deseos reprimidos y las expectativas sociales, invitándonos a cuestionar nuestra simpatía por un personaje que sigue siendo símbolo de la destrucción.

Acerca de Santiago Cadena 28 Articles
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