¿En qué se parecen Donald Trump, Nayib Bukele, Xavier Milei y Daniel Noboa? En que los cuatro son productos informáticos. Ninguno tuvo una trayectoria política convencional; es decir, hacer carrera, haber militado en un partido, tener una propuesta ideológica más o menos estructurada. Su ascenso al poder tiene que ver con un hábil y eficaz impacto en el campo de la virtualidad tecnológica. Empleando un lenguaje a tono con esta apreciación, podría decirse que más que en el hardware (un pensamiento político-ideológico consistente), tienen similitudes en el software (una imagen y un estilo adecuado a la lógica de las redes sociales).
Cuando Trump anunció su intención de llegar a la presidencia de los Estados Unidos, muy pocos lo tomaron en serio. Un millonario excéntrico y prepotente, que dedicaba gran parte de su fortuna a la farándula y que además tenía cuentas pendientes con la justicia tributaria, difícilmente podía acceder a un cargo político tan importante. No obstante, un hábil manejo mediático en las redes sociales lo tiene hoy a punto de repetir gobierno.
Con los otros tres presidentes sucedió algo parecido. A ninguno los tomaron en serio hasta que llegaron al sillón presidencial. Se trata de personajes cuyo principal impacto político se remite a la incidencia mediática puramente circunstancial. Ninguno se perfilaba como un futuro primer mandatario. Pero un discurso autoritario, radical y fundamentalista los tiene –por ahora– en la cresta de la ola.
En la práctica, estas coincidencias digitales tan volubles y difusas los acercan. No es casual que los cuatro confluyan en la ceremonia de posesión de Trump este lunes 20 de enero, pese a las diferencias de fondo que aún mantienen: Trump es proteccionista, mientras los otros tres son aperturistas; Trump es aliado de Putin, mientras los otros tres apoyan a Ucrania. En lo que si existen coincidencias categóricas es en su intención por eliminar todo aquello que huela o suene a socialismo, izquierda o agendas alternativas. Por esto, precisamente, todos se inscriben en una corriente global de la derecha que está floreciendo en todo lado.
¿Qué ocurrió para que esto fuera posible? Pues que desde que el boom de las aplicaciones informáticas se tomó el espacio mediático, las pulsiones colectivas se fueron acercando a posturas cada vez más conservadoras. Las redes sociales estimulan comportamientos y valores alineados con el sistema: individualismo, ruptura del tejido social, ensimismamiento, adicción, competitividad exacerbada… Deliran quienes todavía piensan que la izquierda puede disputarle a la derecha ese terreno. Internet está diseñado justamente para potenciar las lógicas hegemónicas del capitalismo.
Enero 18, 2025
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