#OPINIÓN / EL PRESIDENTE INCOMPRENDIDO

La transmisión del concejo de ministros el cuatro de febrero pasado en Colombia, es una clase de política y democracia, de apertura, y una clase magistral de historia por parte del Presidente Petro.

Lo terrible no es solo que de los ciento noventa y cinco compromisos propuestos por el gobierno se hayan incumplido ciento cuarenta y seis que obvio eso es grave y muchísimo, lo terrible no es ver las diferencias abismales que existen al interior del gobierno y que el nombramiento de Armando Benedetti sea tan polémico al igual que el de Laura Saravia.

Lo terrible no es solo el mea culpa que hace el gobierno de este tiempo gobernando con esa sensación colectiva de país de que nada mejora y por el contrario todo empeora.

Lo terrible no es que poco o nada veamos o reconozcamos, de lo que se ha logrado hasta el momento en este gobierno.

Claro todo eso es terrible y muy, porque son los destinos actuales de Colombia.

Pero por otro lado, lo terrible es que como colombianos no estemos preparados para creerle a la opción de una Colombia menos politiquera, menos conveniente para unos pocos y más humana, menos con guerra y más con paz, no estamos preparados para dejar de lado las diferencias políticas o convencionalismos en pro de construir alternativas reales de crecimiento y así convertirnos en un país en desarrollo.

Lo terrible es que la violencia este tan arraigada en nuestra cultura que pareciera que vivir sin ella es imposible porque la necesitamos, lo terrible es que al hablar de energías renovables o limpias sea un discurso extraterrestre, o que intentar que las minorías vulnerables dejen de serlo y dejen además de llamarse así, lo terrible es que no sea importante temas como el campo, el Chocó, la Guajira, el comercio de las drogas, nuestro lugar en el panorama mundial, la dignidad de los inmigrantes, el fenómeno de los que se van a construir futuro afuera, la sólida garantía de los derechos básicos, el reclutamiento de niños y niñas para la guerra, el respeto por la vida, el cambio climático, porque lo terrible es que parecen temas menos importantes, poco importantes o nada importantes.

Muchos de esos temas son comidilla del día pero no se escuchan y se apoyan las propuestas para encontrarles soluciones.

Escuchar a Petro es primero una clase magistral de historia, una forma de decirnos que no la olvidemos para no repetirla, en el concejo de ministros que se transmitió y, cómo otras veces, a través de su oratoria nos invita a conocer la forma como se ha construido el país desde tiempos de Bolívar y Santander, el daño que ha hecho esa extrema derecha arraigada que no permite avanzar, nos habló de esa guerrilla que deja los ideales para dedicarse al negocio de las drogas, reflexionó en torno a la izquierda, el poder, la corrupción, las nuevas tendencias, nuestro lugar en la actualidad, pero pareciera que no estamos preparados como país para escucharlo y reflexionar en torno al debate, a la autocrítica, a la diferencia en la igualdad, la transmisión del concejo de ministros es decirle al país que existe eso también, porque si algo se vió durante la transmisión, fue un tiradero de lado y lado, de discusiones, también de acuerdos, de ideas, de desacuerdos, un ejercicio descarnado de como se hace la política en el país pero desde un lugar crítico, no maquillado.

Vimos a algunos muy políticos queriendo verse lindos ante las cámaras pero también vimos a otros hablando con una honestidad que emocionaba, porque se notaba que no la están pasando bien al no poderle cumplir al país.

No estamos preparados para entender a Colombia desde un lugar inteligente, porque la política nos ha acostumbrado a la ignorancia, a la falsedad, a lo superficial, al salvémonos todos adentro que los demás son solo borregos, la transmisión mostró una discusión de diferencias y desacuerdos, de fracasos, de logros, de historia.

¿Por qué no es importante la discusión profunda, el debate, la reflexión, el escuchar al otro?

Pero pareciera que si es importante el olvido, porque ya olvidamos que Colombia viene en debacle hace décadas, que las problemáticas actuales no son de ahora, no queremos aceptar que existe una terrible campaña de desprestigio de los medios que al otro día de la transmisión, poco o nada hablaron de lo realmente importante: el humanismo de quienes vivimos o somos del país de Macondo, escuche hablar del peine que tenía Petro, de la llegada tarde de algunos ministros, de la sorpresa de otros porque no esperaban que se transmitiera el concejo, de Benedetti y lo poco que lo quieren, de Laura Saravia y lo poco que la quieren, escuche comentar a varios medios de “frases” sacadas de contexto dichas por Petro, pero no de esa reflexión profunda que hizo el presidente sobre lo humano.

¿Es un gobierno en crisis? Si lo es, y quizás muchos estamos desencantados porque creímos que realmente íbamos a vivir un cambio verdadero, pero olvidamos que la maquinaria política arraigada es tan terriblemente audaz que no permite cambios colectivos sin conveniencias individuales y que se sostiene así misma en pro de los que están adentro y en contra de los que están afuera: la gente del común, ese que va y pone el voto de la misma forma como va y compra la boleta de la rifa para ver si su suerte cambia.

Porque claro, hacer política desde cualquier bando, con la panza llena y las garantías de vivir con buenos sueldos, garantías a futuro y una serie de beneficios, marca una distancia con el que a diario se levanta para ir al trabajo pensando en cómo llegar a fin de mes, rogando para no enfermarse porque el sistema de salud es terrible, o con la desesperanza de que quizás al llegar a una edad mayor no tenga garantías de una vida digna y eso sin mencionar las pocas posibilidades que tienen los jóvenes de crecer con posibilidades a su alcance de estudio o trabajo o que tienen los niños y las niñas de vivir con garantías de derechos.

No le creo hace años a ningún ismo, no me considero de derecha o de izquierda, creo en los políticos que trabajan para la gente, para el bien común y son honestos, creo en la política que trabaja para las personas, para el ambiente, para el desarrollo sostenible, le creo a los políticos que no ven en el arte a un enemigo porque permite construir critica o pensamiento.

Le creí y todavía le creo a Petro porque tiene un discurso, a ratos demasiado tirado hacia un costado, pero sabe bien de humanismo que es quizás el único ismo al que le creo en términos políticos o desde donde me paro para escucharlo, le creí cuando lo voté porque hablo de una Colombia más humana, de darle valor a la vida, en un país donde no le hemos dado valor ni a nuestros muertos por violencia, le creí cuando hablo de otras formas de generar recursos que afectaran menos al ambiente, le creo porque hablo del campo, del campesino de no más guerra en una nación que vive en guerra hace décadas.

Pero es claro que a estas alturas del partido y a casi año y medio de terminar mandato quizás Petro pase a la historia por la mayoría, como el presidente incomprendido.

 

Acerca de Fernando Prieto Valencia 20 Articles
Director de teatro, escritor y dramaturgo, andariego.

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