
Por Raúl Zibechi
Mientras Estados Unidos sigue aferrado a su ajedrez intervencionista y agresivo, China alfombra el camino de su ascenso global con la Ruta de la Seda, promoviendo el comercio y las inversiones sin inmiscuirse en los asuntos internos de las naciones.
«Desde 1947, Estados Unidos ha llevado a cabo alrededor de 100 operaciones de cambio de régimen, muchas de ellas en sus países y muchas otras en todo el mundo», exclamó el 19 de febrero, dirigiéndose a los diputados del Parlamento Europeo, el economista estadounidense Jeffrey Sachs (Rebelión, 3-III-25). No se detuvo: «Eso es lo que hace la CIA para ganarse la vida. En el gobierno estadounidense, si no te gusta el otro bando, no negociás con él, tratás de derrocarlo, preferiblemente de forma encubierta. Si no funciona de forma encubierta, lo hacés abiertamente. Siempre diciendo: “No es culpa nuestra”».
El contraste con la política exterior de Pekín no puede ser mayor. En 1980, China solo era el principal socio comercial de Yemen. Hasta 2001, cuando se unió a la Organización Mundial del Comercio, el 80 por ciento de los países del mundo comerciaban más con Estados Unidos que con China. En 2024, dos tercios de los países (128 de 190) comercian más con China que con Estados Unidos. Y 90, casi la mitad de los que integran las Naciones Unidas, comercian con China el doble que con Estados Unidos.
Mientras la Casa Blanca impone a la Unión Europea la dependencia absoluta o la humilla, como han hecho sucesivamente Joe Biden y Donald Trump, el Dragón negocia, propone acuerdos y ahora elogia a una Alemania escindida, mientras Ucrania le reconoce un papel importante en las negociaciones de paz, pese a la desconfianza por su alianza con Moscú.
En los últimos años, la diplomacia china consiguió acuerdos casi milagrosos. En marzo de 2023, logró persuadir a Irán y a Arabia Saudita de firmar un acuerdo para normalizar sus relaciones, suspendidas desde 2016. Le Monde Diplomatique asegura que «muchos dirigentes occidentales quedaron estupefactos», mientras que The Washington Post escribió que «tras décadas de fracasos de Estados Unidos en la región, China se convierte en la potencia dominante en Oriente Medio».
Meses después, la diplomacia china consiguió reunir a 14 grupos palestinos, entre ellos los enfrentados Hamás y Fatah, para establecer un «gobierno de unidad» en Gaza una vez finalizado el conflicto, lo que le valió entusiastas apoyos de la Liga Árabe.
Más recientemente, India y China alcanzaron un acuerdo sobre el patrullaje de la frontera tras cuatro años de conflicto armado. En diciembre alcanzaron otros seis acuerdos y «ambos Ejércitos comenzaron a retirar tropas de la denominada línea de control real» (Swissinfo, 19-XII-24).
Buena parte de los esfuerzos diplomáticos chinos están dedicados a zurcir lo que otros desgarran, a lubricar acuerdos para mantener la paz, a diferencia de los países occidentales que, en la mejor tradición colonial, se dedican a dividir y enfrentar, provocando guerras y conflictos de todo tipo.
Viraje hacia el Sur global
Un amplio y documentado trabajo del estratega económico de Asia Times David Goldman sostiene que China está trasladando sus exportaciones al Sur global. «Las exportaciones a Estados Unidos ahora representan solo el 15 por ciento de los envíos totales de China, frente al 20 en 2018» (Asia Times , 14-I-25). En este viraje, que comenzó hacia comienzos de la década, destaca que en 2023 las exportaciones de China al Sur global superaron sus envíos a todos los mercados desarrollados. El mayor crecimiento comercial proviene de Indonesia. Brasil e Indonesia suman 500 millones de habitantes, más que la Unión Europea. Sus compras a China aumentaron –un 18 por ciento– entre 2023 y 2024, al igual que las de Vietnam y Kazajistán, la mayor economía de Asia Central. «En cambio, los aumentos en las exportaciones a Estados Unidos y a Europa fueron pequeños, y Japón mostró una pequeña disminución», sostiene Goldman.
Indonesia puede ser un buen barómetro de la política exterior china. El Dragón está construyendo el ferrocarril de alta velocidad Yakarta-Bandung, una red nacional de banda ancha 5G, y puertos de contenedores y almacenes automatizados, lo que contribuyó a que el crecimiento del PBI durante 2023 y 2024 fuera uno de los más altos de la región. Indonesia es un país de importancia estratégica: con casi 300 millones de habitantes, pronto desplazará a Estados Unidos como el tercero más poblado del mundo. En los cuatro últimos años las compras de Indonesia a China se han triplicado. El análisis del Carnegie Endowment lo dice sin vueltas: «Las inversiones chinas tienen el potencial de impulsar el crecimiento económico de Indonesia, en particular cuando se dirigen al desarrollo de infraestructura».
Hasta la pandemia, las exportaciones de China eran más o menos parejas hacia el mundo desarrollado y el Sur global. A partir de ese momento, se registra una creciente diferencia, que coincide con la imposición de un arancel del 25 por ciento a las importaciones chinas durante el primer gobierno de Trump. «Los fabricantes chinos desviaron sus cadenas de suministro a través de terceros países del Sur global, como Vietnam», sostiene Goldman, para burlar las medidas proteccionistas.
Un arte
Shaun Narine, profesor de Relaciones Internacionales en la universidad canadiense de St. Thomas, señala que, mientras Estados Unidos construye muros, China los derriba; mientras Estados Unidos amenaza con imponer aranceles a sus principales socios comerciales, China consolida su posición como centro mundial de manufactura e innovación tecnológica; mientras uno consume los recursos del mundo endeudándose cada vez más, el otro se ha convertido en el taller del planeta. «China está abriendo su economía, en especial a las naciones del Sur global», sostiene Narine (Asia Times , 24-I-25). Su participación en las exportaciones mundiales fue del 14 por ciento en 2023, frente al 8,5 de Estados Unidos. A través de la Ruta de la Seda, está financiando infraestructura en unos 150 países, a medida que las empresas chinas invierten a nivel internacional, tanto para evitar los aranceles estadounidenses como para diversificar sus mercados.
En la actualidad, China representa el 35 por ciento de la industria manufacturera mundial, pero en 2030 alcanzará el 45 por ciento, la misma proporción que ostentaba Estados Unidos al final de la segunda guerra. Lo más notable es que China produce el 65 por ciento de los graduados en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas del mundo, cuestión que está en la base de su notable desempeño.
Luego de la difusión de DeepSeek –el modelo chino de inteligencia artificial que sacudió el mundo y las empresas tecnológicas que cotizan en Wall Street, a las que obligó a abrir al público sus propios modelos–, parece evidente que China está pasando al frente incluso en ese sector. Una de las razones de su liderazgo es que tiene economías de escala que nadie puede igualar, al contar con una enorme población que se integra rápidamente al mercado de consumo.
Para los países del Sur global, China presenta ventajas que no conocían en sus relaciones con Occidente. La primera y fundamental es que no promueve golpes de Estado, ni cambios de régimen o «revoluciones de color», sino que trabaja con los gobiernos mucho más allá de su orientación política. La segunda es que ya no se limita a invertir en emprendimientos extractivos (hidrocarburos, minería, etcétera), sino que también construye infraestructuras fundamentales para esos países. Un buen ejemplo es el puerto peruano de Chancay, con inversión china de 3.500 millones de dólares, que reduce el tiempo de transporte de mercancías con Asia de 40 a 28 días. El puerto está totalmente automatizado y equipado con grúas no tripuladas fabricadas por la empresa china ZPMC, los camiones portacontenedores son eléctricos y funcionan sin conductor, con equipos de control inalámbrico 5G de Huawei. Ofrece tarifas entre un 10 y un 40 por ciento más bajas que el puerto de Callao, hasta ahora uno de los más importantes del Pacífico sur. «Estados Unidos no podría haber construido Chancay ni siquiera si hubiera querido hacerlo. No cuenta con la experiencia necesaria. Ninguno de los puertos más avanzados del mundo se encuentra en Estados Unidos» (Asia Times, 27-XI-24). El puerto estadounidense más eficiente, el de Charleston, ocupa el puesto 53 en el ranking mundial de eficiencia portuaria.
La inversión china en Perú contrasta con la donación estadounidense de 6 millones de dólares en locomotoras diésel de los años ochenta a la nación andina. En 2023, Perú exportó a China 2,5 veces más que a Estados Unidos.
El miedo cambió de bando
La prohibición de DeepSeek por parte de varios gobiernos occidentales enseña que el Norte global está a la defensiva en muchos aspectos, desde el comercio hasta las tecnologías. Antes habían sido prohibidas las redes 5G de Huawei y se puso límites a TikTok. Suena extraño que naciones que crecieron a base del libre comercio, impuesto incluso a punta de bayoneta, ahora se cierren cuando un país no occidental los supera en su mismo terreno.
«Con DeepSeek, China ha venido a recordarnos los principios de libre acceso, desintermediación y democratización que el propio Occidente enunció al inicio de la revolución de internet –e incluso antes– y que su modelo político y económico de financiación de la innovación no ha sabido respetar», señala el boletín del Laboratorio Europeo de Anticipación Política en una edición titulada «El miedo cambia de bando», respecto del tipo de relaciones que mantienen hoy China y Occidente (GEAB, número 192, 15-II-25). En opinión de este centro de pensamiento francés, se trata de «la victoria del modelo colectivista-comunitario sobre el individualista-capitalista». En su editorial de febrero recuerda que mientras Oriente crece y muestra una gran seguridad en sí mismo, «Occidente está deprimido, asustado y enfadado», y tiene miedo del futuro. Para Occidente las cosas más pequeñas pueden afectar su seguridad: desde las redes de internet hasta lo que sucede en la más remota isla del Pacífico.
La realidad de la nueva hegemonía china habla por sí sola: «El inglés está desapareciendo del aprendizaje de idiomas en Asia en favor del chino, en la ASEAN [Asociación de Naciones de Asia Sudoriental] las fábricas de automóviles japonesas están siendo sustituidas por chinas, las estrategias para reducir la dependencia de la producción china a través de los países de la ASEAN no hacen más que fortalecer la red comercial y diplomática de China». La Ruta de la Seda está generando desarrollo, ingresos y toda la conectividad que necesita esa región de Asia, que incluye un cuarto de la población mundial y está integrada por Tailandia, Indonesia, Malasia, Singapur y Filipinas. Narine concluye que, «si bien algunos Estados pueden bloquear las importaciones chinas para proteger sus industrias, el creciente dominio de China en el sector manufacturero significa que todos los países necesitarán al menos algunos productos chinos para desarrollar o sostener su industria».
El atractivo de China supera con creces los aspectos económico y tecnológico. «China se presenta como un fiel defensor del orden global en medio del tumulto de Trump. Mientras Estados Unidos impone más aranceles y suspende la ayuda a Ucrania, China aspira a una globalización económica inclusiva y equitativa», dice el South China Morning Post (4-III-25). Más allá del empeño de Trump, Estados Unidos la tiene muy difícil para remontar la desindustrialización. No se reactiva la industria solo con dinero. Hacen falta especialistas, con los que ya no cuenta. Y la deuda nacional es de más de 36 billones de dólares, muy superior a su PBI y acumulada gracias a la condición del dólar como moneda de reserva mundial. Ahora los BRICS (referencia conjunta a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) están buscando caminos para reemplazar el dólar. No será nada sencillo, pero en algún momento sucederá.
Sachs asegura que «China no es un enemigo ni una amenaza. Es un socio natural de Europa en el comercio y en la salvación del medioambiente mundial». Solo haría falta un ejercicio de humildad y de realismo para reconocer los cambios tectónicos que se están sucediendo en el mundo.
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