#Opinión / La amenaza patriarcal

 

Cada 8 de marzo las marchas de las mujeres son más concurridas. Una combinación de mayor conciencia feminista, más información y mayor integración de las jóvenes contribuye a engrosar estas expresiones de protesta que, en gran medida, han socavado las viejas manifestaciones de la izquierda convencional.

Hay, no obstante, un fenómeno que repercute en este proceso: la reacción a nivel mundial de los sectores más conservadores de la sociedad frente a las agendas en favor de las mujeres. La ofensiva de la derecha internacional contra los derechos y reivindicaciones fundamentales de las mujeres, así como el incremento de la violencia de género, han terminado fortaleciendo estas iniciativas sociales, que interpelan al patriarcado como un elemento constitutivo del sistema. Más precisamente, del sistema capitalista. En ese sentido, estas luchas se vuelven cada vez más urgentes e imprescindibles.

Pero las marchas del 8 de marzo también han contribuido a superar el espíritu monolítico, monotemático y vertical de las manifestaciones partidistas o sindicales. Son un tributo a la diversidad y a la horizontalidad. “Una mujer una consigna” podría ser el lema de estas marchas. Bulliciosas, coloridas y creativas, son organizadas sin ser orgánicas, tienen objetivos comunes sin ser rígidas, son comprometidas sin requerir disciplina militante, son irreverentes sin ser groseras, son intensas sin ser violentas.

En un mundo donde el confesionalismo más recalcitrante ha logrado una peligrosa articulación con al poder político, las interpelaciones desde el feminismo son fundamentales, no solo para todas las luchas por los derechos de la gente, sino para la construcción de alternativas democráticas desde la política, la cultura, la economía y la ecología. La propagación de discursos moralistas a lo largo y ancho del planeta, así como la entronización de figuras machistas y arbitrarias, conspiran contra cualquier posibilidad de cambio social; sobre todo, contra los cambios que exigen las mujeres.

Hoy, el Ecuador enfrenta una encrucijada dramática: ambos candidatos finalistas a la segunda vuelta electoral se han pronunciado a favor de la agenda anti-derechos propuesta por grupos religiosos fundamentalistas. Entre el presidente Noboa, cuyo nombre de pila (Daniel Roy Gilcrhist) ya evidencia una irrestricta adscripción en inglés a una confesión religiosa, y la candidata Luisa González, quien siempre ha reivindicado sus ideas cristianas pro-vida, las perspectivas para los movimientos feministas lucen aterradoras. No solo se producirá una regresión de hecho en las políticas de Estado, sino que habrá una persecución sistemática en contra de los grupos que reivindiquen o defiendan temas como el aborto, la educación sexual en el sistema educativo o los derechos a la diversidad sexual.

Desde ya, estos movimientos sociales deberían afinar sus estrategias para hacerle frente a la amenaza patriarcal que inevitablemente se viene.

 

Marzo 13, 2025

Acerca de Juan Cuvi 187 Articles
Miembro de la Comisión Nacional Anticorrupción (CNA), Master en Desarrollo Local. Director de la Fundación Donum, Cuenca. Exdirigente de Alfaro Vive Carajo, Parte de la Red Ecudor Decide Mejor Sin TLC.

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