
La dramaturgia de la obra nació de los recuerdos de la infancia en un pueblito campesino llamado Saboyá, de aquellos días donde la abuela en una casa que olía a leña quemada por la estufa, hacia junto con sus hermanas, las tías dicharacheras de falda ancha, zapato de alpargata y sombrero de paja, las arepas de maíz para tomar con tintico a la tarde mientras que al fondo en una olla de barro se cocinaban los tubérculos y las carnes, y en la otra se terminaba de fermentar la chicha.
La obra teatral nace de esos recuerdos en el año 2006 y después de casi veinte años ha transitado de ida y vuelta por varios países de Suramérica y de una ciudad impronunciable de Francia, donde un grupo de estudiantes franceses y en su idioma hicieron una versión francesa y la bailaron para disfrutarla.
La Panchita ha sido parte de varias de las giras de La Petisa Babilonia, y ha sido montada con grupos en cada país, que han hecho de aquellos elementos tan colombianos, tan del departamento de Boyacá algo universal, adaptando también vestuarios, corporalidades y sonoridades de los pueblos campesinos de sus lugares.
Es una pieza fresca, divertida, de mascaras y silencios de narraciones orales, de chisme, bailes y momentos fantasiosos que atrapan al publico con su historia casi novelesca y absurda a la vez o costumbrista y cotidiana.
Es una obra que arranca suspiros, sonrisas, pero, sobre todo, ese deseo de volver un poco atrás donde la calma de los días se acentuaba en los momentos pequeños o en las conversaciones o en el enamoramiento de los enamorados mientras por ahí agitan sus caderas las vacas o las gallinas van elegantes con sus pollitos a la diestra de los patos.
La música es la carranga como debe ser, un ritmo bonito casi infantil e inocentón que solo al oírlo genera la sensación de una alegría campesina que desborda las fibras del corazón si se baila también a lo palomita o a los saltos acelerados.
Pero no todo es tan regional pues la pieza también tiene algo de tango y de momentos citadinos, un poco mucho de chisme y de silencios, también hay picardía y de esas cosas mágicas que solo son posibles en el escenario.
La Petisa Babilonia cumple 25 años y en el acto numero 5 de los 25 actos sin fronteras, el grupo invitado es UÑA DE GATO así con palabras mayores, ese grupo familiar de payasos que en pandemia se le midieron al reto de no solo armar, montar y presentar la obra, sino también hacerlo de forma clandestina para un publico que llegaba al principio temeroso y se iba bailando gracias a esa dinámica alegre de la familia payaso, a su profesionalismo, a su garra que hizo o logro con La Panchita Naranjas, darle el sabor que era necesario para llevar a escena la pieza.
Ellos y ellas, los de Uña de Gato, en su juglaresca familiar, han presentado la obra en tanto lugar han podido, y de una manera casi que atrevida, la presentaron en una ciudad muy cerquita de donde nació la idea, pero que también conoce con creces los avatares del campo y la carranga y ese publico de Tunja no solo los aplaudió sino que se levanto de sus sillas para aplaudirlos largamente porque sintieron que claro, que el teatro es universal, que no solo en Colombia tenemos esas historias del campo sino en otros lugares también y que así como nos comunicamos en la misma lengua también podemos comunicarnos con las mismas gestualidades donde dejan de existir las fronteras y somos humanidad, una humanidad que busca divertirse, amarse, y sentirse como los personajes de la obra.
Así que si estas leyendo este texto y estas en Quito, anda a verla al Patio de Comedias este 9, 10 y 11 de mayo, aprovecha la oportunidad de llevar a la familia y de vivir un momento bonito, divertido y profundo que, desde Boyacá en Colombia para el mundo, se llama La aventura amorosa de Panchita Naranjas.
Que mejor regalo de madre este finde.
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