
Por Andrea Ferrario
El análisis de los episodios de movilización social registrados en China entre finales de mayo y principios de junio de 2025 arroja luz sobre las tensiones sistémicas que atraviesan todo el país. Lejos de ser fenómenos aislados, estos acontecimientos ponen de manifiesto profundas fracturas en la actual situación social del país, donde las dificultades económicas se mezclan con problemas estructurales de naturaleza política y con crecientes violaciones de los derechos fundamentales.
El período que se analiza, que culmina simbólicamente con el 36º aniversario de la represión de Tiananmen el 4 de junio de 1989, presenta una concentración extraordinaria de protestas que, en poco más de una semana, han invadido con intensidad diferentes sectores de la sociedad: desde la industria manufacturera hasta la construcción, pasando por la educación, la sanidad e incluso el sistema penitenciario. Esta rápida sucesión de movilizaciones transversales muestra que las causas de los disturbios no pueden atribuirse a problemas sectoriales específicos, sino más bien a dinámicas sistémicas más profundas que evolucionan simultáneamente.
Los ocho días muestra analizados en detalle –del 26 de mayo al 3 de junio– revelan también una distribución geográfica que abarca todo el país, desde la provincia industrial de Guangdong hasta las regiones del noreste, lo que pone de relieve que el fenómeno no se limita a determinadas zonas económicas, sino que representa una manifestación generalizada de las fracturas del tejido social chino contemporáneo.
El fenómeno de los atrasos salariales: dimensiones y características
Los atrasos salariales parecen ser el denominador común de la gran mayoría de las protestas documentadas. Según datos del China Labour Bulletin, nada menos que el 88 % de los incidentes de protesta colectiva en 2024 estaban relacionados con impagos, lo que pone de relieve cómo este problema se ha convertido en endémico en la economía china. La organización señala que “los atrasos salariales representan el 76 % de los incidentes registrados en el mapa de huelgas desde 2011”, lo que indica la persistencia del fenómeno a lo largo de una década.
El caso de la protesta de los trabajadores y trabajadoras de Yunda Express en Chengdu ilustra la complejidad de estas dinámicas y la forma en que se desarrollan y, en ocasiones, se resuelven los conflictos. El conflicto, que se prolongó del 30 de mayo al 2 de junio, surgió no solo por cuestiones salariales, sino también por la decisión unilateral de la empresa de trasladar el centro de distribución a la ciudad de Ziyang, en el condado de Lezhi, sin ofrecer compensaciones ni alternativas laborales a las y los empleados a cambio del traslado. Los trabajadores y trabajadoras bloquearon la entrada del centro de distribución para impedir la entrada y salida de vehículos, paralizando así las actividades de la empresa.
La crónica de la manifestación revela la escalada de la tensión: en la noche del 31 de mayo, la policía intentó dispersar la manifestación por la fuerza y, según testimonios recogidos, hubo gente golpeada durante la intervención. Tras días de resistencia y duras negociaciones, la empresa finalmente aceptó, el 2 de junio, indemnizar según una fórmula matemática precisa: salario medio más 6000 yuanes multiplicados por los años de servicio. Esta resolución demuestra que la presión colectiva sostenida aún puede obtener, aunque en raras ocasiones, resultados concretos en el contexto chino, a pesar del entorno represivo.
El sector manufacturero ha experimentado numerosos disturbios que reflejan las dificultades económicas estructurales de la economía china. Por ejemplo, en Ningbo, en Zhejiang, las y los trabajadores de Rockmoway Clothing se movilizaron durante dos días consecutivos (el 2 y el 3 de junio) para protestar contra la decisión de la empresa de retener arbitrariamente el 40 % de sus salarios. Del mismo modo, varias fábricas han sufrido huelgas prolongadas por atrasos en el pago de los salarios, como en las obras de BASF en Donghai, en Guangdong, donde los trabajadores y trabajadoras de la construcción se cruzaron de brazos el 2 de junio para protestar por el impago de sus salarios.
La geografía de las protestas en la industria manufacturera muestra una concentración particular en la provincia de Guangdong, el motor de la economía china, que registró 37 casos en abril de 2025: con diferencia, el número más alto de todas las regiones. Esta concentración refleja la creciente presión sobre las industrias orientadas a la exportación en una provincia que representa el corazón manufacturero de China.
El impacto de la guerra comercial y las transformaciones del trabajo industrial
La escalada de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China ha tenido efectos directos y cuantificables en la situación de los trabajadores y trabajadoras. La ampliación de los aranceles estadounidenses, que también afectan a los productos fabricados por empresas chinas en terceros países, ha aumentado la incertidumbre y exacerbado la crisis a la que se enfrentan las y los trabajadores. Los datos muestran que el sector manufacturero ha experimentado un aumento significativo de disturbios, pasando de 25 casos en marzo de 2025 a 39 en abril, lo que refleja las crecientes presiones sobre las industrias orientadas a la exportación.
Las protestas se han extendido geográficamente “desde la provincia de Guangdong, en el suroeste de China, donde se encuentran muchas empresas manufactureras, hasta Tongliao, en la provincia de Jilin, en el noreste”, lo que pone de manifiesto la distribución nacional del fenómeno. Como señala Workers’ Solidarity, “esto también refleja el hecho de que los problemas del sistema económico chino se extienden a las actividades internacionales”, ya que las trabajadoras y trabajadores chinos empleados en proyectos en el extranjero se declararon en huelga en Arabia Saudí y Omán el 29 de mayo para reclamar sus salarios.
Las protestas en las fábricas de Foxconn, uno de los mayores fabricantes del mundo que suministra los iPhone a Apple, son especialmente significativas. En la fábrica de Hengyang, los trabajadores y trabajadoras se declararon en huelga para protestar contra la reducción de las subvenciones y las horas extras, mientras que en la fábrica de Taiyuan protestaron contra los planes de trasladar las instalaciones de producción de Taiyuan a Jincheng, a tres horas en coche. Durante las manifestaciones callejeras, gritaban “Queremos que se respeten nuestros derechos”.
BYD, el principal fabricante chino de coches eléctricos, también se ha enfrentado a importantes disturbios. El 28 de marzo, más de 1000 trabajadores y trabajadoras de la fábrica de Wuxi se declararon en huelga para protestar contra los recortes salariales, la supresión de las primas de aniversario y otras reducciones de prestaciones. Unos días más tarde, en la fábrica de Chengdu también se manifestaron para reclamar seguridad en el empleo, transparencia en los traslados y compensaciones justas.
Entre los distintos sectores, la industria de la confección y el calzado se vio especialmente afectada por la crisis, ya que sus trabajadores sufrieron a menudo el impago de los salarios. Estas industrias suelen ser pequeñas y estar concentradas en la misma región, por lo que el impago de los salarios o la suspensión de la actividad debido a la disminución de la rentabilidad se producen a menudo en lugares cercanos al mismo tiempo. Entre las huelgas en la industria manufacturera en 2024, el sector de la confección ocupa el segundo lugar (90 casos) después del sector eléctrico y electrónico (109 casos).
El caso Brother 800: símbolo de la desesperación sistémica
El 20 de mayo de 2025, el incendio de la fábrica textil Sichuan Jinyu Textile Company en el condado de Pingshan adquirió una resonancia simbólica que trasciende con creces la dimensión local del suceso. Wen, un trabajador de 27 años, incendió su lugar de trabajo tras no recibir los salarios que se le adeudaban, por un importe total de 5370 yuanes en contra de los 800 yuanes inicialmente informados por los medios de comunicación y posteriormente desmentidos por la policía.
La reconstrucción de los hechos revela la complejidad de la dinámica que condujo a este gesto extremo. Wen había presentado su dimisión el 30 de abril y, de conformidad con el artículo 9 de las disposiciones provisionales sobre el pago de salarios, debía recibir todos los salarios atrasados inmediatamente después de la cesación del empleo. Cuando finalizó los trámites de dimisión el 15 de mayo, la fábrica le debía 5370 yuanes (unos 760 dólares). Wen solicitó el pago inmediato, pero el departamento financiero se negó, alegando procedimientos de aprobación internos. Tras volver a solicitar el pago a su superior, sin éxito, Wen desarrolló lo que el informe policial denomina “pensamientos de venganza”.
El incendio causó daños económicos estimados en decenas de millones de yuanes y condujo a la detención del autor, pero la historia se hizo viral en las redes sociales chinas con la etiqueta Brother 800. La diferencia entre los 800 yuanes inicialmente declarados y los 5370 yuanes realmente adeudados alimentó los debates en las redes sociales, donde mucha gente expresó su solidaridad con Wen, considerándolo un héroe desesperado más que un delincuente.
Este caso pone de manifiesto la ineficacia estructural de los mecanismos de protección jurídica. Como observa irónicamente un testigo,
“cuando las personas a las que se les debía el salario pidieron ayuda legal, los jueces desaparecieron y el personal del departamento de trabajo también se esfumó. Pero cuando Wen prendió fuego a la fábrica, la policía llegó inmediatamente y los magistrados reaparecieron”.
Esta crítica pone de relieve que el sistema reacciona rápidamente ante las violaciones del orden público, pero permanece inerte ante las violaciones sistemáticas de los derechos de los trabajadores.
La descripción de la situación familiar de Wen –pobreza, madre enferma, necesidad urgente de dinero– ilustra cómo las dificultades económicas individuales están relacionadas con la falta de redes de seguridad social adecuadas. El China Labour Bulletin destaca que el incidente representa “una ruptura en los sistemas jurídicos e institucionales diseñados para apoyar a los trabajadores”, poniendo de relieve la insuficiencia de las estructuras sindicales existentes, que “permanecieron en silencio” durante todo el caso.
La reacción del público refleja una frustración generalizada por estas fallas sistémicas. En Internet, un comentario viral preguntaba: “¿Por qué un hombre se ve obligado a incendiar una fábrica por 800 yuanes? Eso significa que se estaba muriendo de hambre”. Otros denunciaron la doble moral: las y los trabajadores que protestan son tachados de alborotadores, mientras que las y los empleadores que retienen los salarios son tolerados por las autoridades.
La crisis de la construcción y el sector inmobiliario: una espiral descendente
El sector de la construcción representó el 54,48 % de todas las protestas colectivas en abril de 2025, una cifra que refleja la persistente crisis del mercado inmobiliario chino. Esta concentración en el sector de la construcción demuestra que la crisis inmobiliaria, que comenzó con el caso Evergrande en 2021 y se extendió a todo el sector y a la economía en general, sigue teniendo efectos devastadores en las condiciones de trabajo.
Los proyectos inacabados son una fuente especial de tensiones sociales, ya que no solo afectan a los trabajadores y trabajadoras del sector, sino también a las y los ciudadanos que han invertido sus ahorros en viviendas. Por ejemplo, en Xianyang, Shaanxi, el 30 de mayo, las y los propietarios de edificios inacabados del proyecto Sunac Shiguang Chenyue se manifestaron frente al centro de peticiones local, acusando al Gobierno de desviar fondos de construcción, lo que provocó varias detenciones por parte de la policía. También en Qingdao, Shandong, cientos de propietarios del proyecto inmobiliario inacabado Heda Xingfucheng organizaron una manifestación colectiva en el distrito de Chengyang el 31 de mayo, bloqueando el tráfico y forzando el acceso a la obra, y varios propietarios sufrieron violencia policial.
Estos episodios demuestran que la crisis inmobiliaria no solo afecta a los operadores del sector, sino que se extiende a los ciudadanos de la llamada clase media que han invertido sus ahorros en la compra de una vivienda, creando así una base social más amplia de descontento potencial. La convergencia de la crisis económica y las expectativas sociales frustradas es un elemento especialmente desestabilizador para la estabilidad social.
Extensión de las protestas al sector público: profesores, médicos y trabajadores sanitarios
Las autoridades están especialmente preocupadas por la extensión de las protestas al sector público, tradicionalmente considerado más estable y fiel al sistema. En la provincia de Shandong, las y los profesores contratados no han recibido su salario desde hace seis meses. Un profesor de primaria declaró: “Nuestro salario mensual es de solo unos 3000 yuanes (algo más de 400 dólares) y, desde hace seis meses, vivimos con dinero prestado”.
Otro profesor de Shanxi denunció que su escuela exigía la devolución de las primas de fin de año pagadas al personal desde 2021, así como parte de la remuneración percibida por actividades extraescolares. Estas medidas han provocado un malestar generalizado en el lugar, como lo demuestran los mensajes publicados en la red social Xiaohongshu (RedNote).
Las y los trabajadores sanitarios se enfrentan a problemas similares. Una enfermera de un hospital público de la provincia de Gansu, en el noroeste del país, declaró que su salario mensual era de solo 1300 yuanes (menos de 200 dólares estadounidenses) y que no le habían pagado la prima por rendimiento desde hacía cuatro meses. En Fuzhou, en la provincia de Jiangxi, médicos y enfermeras del hospital Dongxin n.º 6 se reunieron frente al edificio del gobierno municipal de Fuzhou el 7 de abril para reclamar el pago de los salarios por rendimiento que no se les habían abonado desde hacía siete meses.
Como observa Zhang, un profesor jubilado de la Universidad de Guizhou:
“En el pasado, eran trabajadores migrantes y obreros quienes reclamaban sus salarios, pero hoy en día, profesores, médicos y basureros también se suman a la lucha. Esto demuestra que la estructura estable de China está empezando a desmoronarse”.
Esta observación refleja un cambio cualitativo fundamental: la extensión del descontento social a categorías tradicionalmente privilegiadas del sector público indica una crisis de legitimidad que va más allá de las dificultades económicas coyunturales.
Violaciones de los derechos humanos en el sistema penitenciario: testimonio de Liu Xijie
El sistema judicial y penitenciario ha sido objeto de denuncias especialmente graves que han puesto de manifiesto abusos sistemáticos. Liu Xijie, originario de Bozhou, en Anhui, y detenido entre 2011 y 2024 en la prisión n.º 1 de Fushun, en Liaoning, ha encontrado el valor para denunciar públicamente y a título personal los abusos sistemáticos de la policía penitenciaria en los últimos días, facilitando los nombres concretos de los agentes acusados.
Según su detallado testimonio, alrededor de febrero de 2022, más de 200 presos fueron sometidos a diversos grados de maltrato, incluyendo tortura eléctrica con porras eléctricas, insultos y golpes por infracciones menores como respuestas incorrectas, posturas inadecuadas o doblar mal las mantas. Los testimonios describen de forma especialmente espeluznante cómo algunos funcionarios de prisiones parecían disfrutar con los malos tratos, pisoteando a personas mayores, introduciendo porras en la boca de los reclusos y electrocutándolos hasta provocarles incontinencia fecal.
El caso más grave es el de Fan Hongyu, un preso que murió el 19 de febrero de 2022 tras sufrir repetidas torturas por no memorizar el reglamento de la prisión. Este testimonio, hecho público en un momento de especial tensión social, pone de relieve la forma en que el sistema represivo utiliza métodos que violan sistemáticamente los derechos humanos fundamentales, contribuyendo al clima general de opresión que alimenta el descontento social.
Episodios de protestas estudiantiles: el caso de Xuchang y la memoria de Tiananmen
El análisis de los movimientos estudiantiles revela dinámicas especialmente significativas. El 3 de junio, en Changning, en la provincia de Hunan, cientos de estudiantes de secundaria de la escuela Shangyu organizaron una manifestación espontánea en el campus para liberar el estrés de los exámenes de acceso a la universidad. El evento, inicialmente pacífico y caracterizado por gritos liberadores, rápidamente adquirió connotaciones políticas cuando la escuela alertó a las autoridades sobre el entusiasmo excesivo de los jóvenes.
Cuando la policía intervino y detuvo a tres presuntos organizadores, la situación se degeneró rápidamente: las y los estudiantes formaron un muro humano para impedir que los coches de la policía se marcharan, gritando consignas como “fuera de la escuela, devuélvannos el dinero” y exigiendo la liberación de las y los compañeros detenidos. A pesar de la determinación mostrada, la policía logró romper el cordón estudiantil por la fuerza y partieron ante la mirada impotente de sus compañeros.
Este episodio es especialmente delicado dada su proximidad temporal al aniversario del 4 de junio de 1989, una fecha que sigue siendo muy sensible para las autoridades chinas. En el caso del colegio n.º 6 de Xuchang, en Henan, donde una alumna se suicidó (supuestamente a causa del acoso de su profesor), miles de alumnos y de ciudadanos y ciudadanas se manifestaron frente al colegio, irrumpieron en el recinto y causaron daños en las oficinas antes de que interviniera la policía. Wu Jianzhong, secretario general de la Asociación Estratégica de Taiwán, señala que, dado que el incidente se produjo cerca de una fecha tan delicada como el 4 de junio, las autoridades reaccionaron con extrema cautela, por temor a que desencadenara disturbios sociales y se propagara rápidamente, como un incendio.
Control social y represión: el aniversario de Tiananmen
En el marco del 36º aniversario de Tiananmen, las autoridades aplicaron medidas de control sin precedentes contra el grupo de las madres de Tiananmen. Por primera vez en la historia del grupo, se cortó toda comunicación con el exterior y se prohibieron los teléfonos móviles y las cámaras durante la conmemoración en el cementerio de Wan’an, en Haidian.
El 31 de mayo, las Madres de Tiananmen publicaron una carta abierta firmada por 108 familiares de las víctimas, en la que conmemoraban a los miembros fallecidos durante el último año y reiteraban sus demandas: una investigación imparcial de los hechos, la publicación de los nombres de los fallecidos, la indemnización a las familias y el castigo a los culpables. Zhang Xianling, de 87 años, se emocionó en un vídeo hace unos días: “Durante 36 años, no hemos dejado de buscar el diálogo con las autoridades, pero solo hemos sido controlados y reprimidos”.
Esta escalada de control pone de manifiesto la especial sensibilidad de las autoridades hacia cualquier forma de memoria colectiva relacionada con los acontecimientos de 1989, lo que sugiere la vulnerabilidad percibida por el régimen ante los posibles vínculos entre las protestas contemporáneas y los precedentes históricos de movilización social.
Censura digital y control de la información
La gestión de la información sobre los incidentes de protesta revela sofisticadas estrategias para controlar el discurso público. En el caso del incidente del colegio Xuchang n.º 6, las autoridades eliminaron rápidamente todo el contenido publicado en las redes sociales; y el hilo de discusión sobre el colegio Xuchang n.º 6 en el sitio web Weibo desapareció. Cuando los alumnos y alumnas se dieron cuenta de que no se permitía la circulación de sus mensajes, no tuvieron más remedio que expresar su frustración contra la propia escuela, lo que acabó degenerando en un enfrentamiento abierto.
Al mismo tiempo, el ciberespacio chino mostró reacciones anormales. A principios de junio, en el juego de Tencent Golden Spatula Wars, todos los avatares de los usuarios de WeChat fueron sustituidos uniformemente por pingüinos verdes y no se podían cambiar, lo que llamó mucho la atención de quienes jugaban. Un internauta se quejó en Platform X: “Los pingüinos eran originalmente un símbolo de entretenimiento, pero ahora se han convertido en una máscara de censura”.
Además, como cada año alrededor del 4 de junio, las plataformas de redes sociales chinas bloquean palabras clave como plaza, tanque y 8964, y el contenido correspondiente se elimina inmediatamente, mientras que las cuentas que lo publican corren el riesgo de ser prohibidas. El 4 de junio, el abogado de derechos humanos Pu Zhiqiang fue intimado por la policía a eliminar su discurso conmemorativo en la plataforma X.
Dinámica de la resistencia efectiva: el caso de Dongguan
A pesar del control autoritario, varios episodios demuestran que la movilización social sigue teniendo capacidad para influir en las decisiones de las autoridades locales cuando alcanza dimensiones significativas y formula demandas económicas concretas. El caso de Dongguan es un ejemplo emblemático de movilización espontánea y exitosa de los trabajadores y trabajadoras.
El 2 de junio, cientos de trabajadores migrantes que viven en la aldea de Yangyong, en la ciudad de Dalang, se opusieron a la introducción de un sistema de peaje que consideran económicamente insostenible. Su acción colectiva, que comenzó alrededor de las 18:00 horas con el bloqueo de las barreras de peaje, se extendió a varios cientos de personas que gritaban consignas como «quiten las barreras».
Bajo la presión constante de los manifestantes, la policía de estabilidad social tuvo que ceder hacia las 22:00 horas, enviando a trabajadores para retirar todo el equipo de peaje. La política fiscal, aplicada el día anterior, fue declarada nula y sin efecto, lo que pone de manifiesto que las dificultades económicas empujan a las clases populares a formas de resistencia cada vez más organizadas y eficaces.
Evolución de las estrategias de protesta y la organización social
El análisis revela una evolución en la forma en que se organizan las manifestaciones, lo que refleja la adaptación de los movimientos sociales al entorno tecnológico y represivo contemporáneo. En el caso de los estudiantes de Xuchang, el uso de teléfonos móviles e Internet permitió una rápida conexión y agregación, lo que pone de relieve cómo las tecnologías digitales pueden actuar como multiplicadores de la acción colectiva a pesar de los controles gubernamentales.
Zeng Jianyuan, director ejecutivo de la Asociación Académica Democrática China en Taiwán, señala que “en el clima actual de gobernanza represiva y purgas políticas en China, solo las cuestiones apolíticas pueden legitimar formas de reunión colectiva a gran escala”. Sin embargo, añade que “el Partido Comunista Chino percibe claramente que este tumulto no es solo un gesto de apoyo a una escuela o a un incidente aislado, sino que también refleja dos problemas más profundos”.
El primer problema, según Zeng, es que “bajo la administración de Xi Jinping, la sociedad china está experimentando una ola de angustia emocional colectiva, y muchos buscan una válvula de escape”. El segundo es que “el incidente de Xuchang revela un relajamiento del control social por parte de las autoridades locales: los estudiantes pudieron coordinarse y reunirse rápidamente gracias a los teléfonos móviles e Internet, lo que es una señal del fracaso de los mecanismos locales de mantenimiento de la estabilidad”.
Está claro que las manifestaciones más recientes no pueden interpretarse como simples reacciones espontáneas a injusticias específicas, sino que representan manifestaciones de un malestar emocional colectivo más amplio que busca canales de expresión a través de cuestiones aparentemente apolíticas.
Crisis de legitimidad de las autoridades locales
Las protestas documentadas ponen de manifiesto una creciente crisis de legitimidad de las autoridades locales, incapaces de mediar eficazmente entre las presiones económicas centrales y las necesidades sociales locales. La imposición arbitraria de impuestos a nivel local es un excelente ejemplo de esta dinámica.
En el caso de la aldea de Pingtang, en la ciudad de Gushan, provincia de Zhejiang, el comité de la aldea publicó un aviso en el que anunciaba que, a partir del 10 de mayo, se cobrarían tasas de gestión sanitaria y tasas de aparcamiento a las y los residentes permanentes y trabajadores de la aldea: 80 yuanes al año para las personas adultas, 40 yuanes para las jóvenes y 500 yuanes para coches y triciclos. El aviso también indicaba que quienes no pagaran a tiempo serían sometidos a control a partir del 1 de junio, y que cada persona tendría que pagar un suplemento de entre 200 y 100 yuanes, que sus vehículos serían bloqueados y que quienes forzaran las cerraduras serían “tratados como autores de actos de vandalismo contra la propiedad pública”.
Li, un inquilino del pueblo, declaró que “este impuesto nunca se acordó con la genre y nunca se sometió a una reunión pública. Soy un inquilino externo y nunca he oído hablar de una reunión del pueblo en la que se aprobara este impuesto”. Alguna gente criticó la decisión del comité del pueblo, calificándola de extorsión descarada. Zhang Shun (seudónimo), declaró: “Mi familia está compuesta por cinco personas y tenemos que pagar 400 yuanes al año. No podemos permitírnoslo en absoluto. ¿Seguimos viviendo en un país gobernado por el Partido Comunista?”. Jia Lingmin, una activista, subrayó que el comité del pueblo es una organización popular autónoma y que todos los impuestos deben obtener un “permiso de impuesto”, de lo contrario son ilegales.
Este episodio ilustra cómo los gobiernos locales, bajo la presión de las dificultades fiscales, recurren a medidas cada vez más desesperadas e ilegales para recaudar fondos, lo que erosiona aún más su legitimidad ante la población. Como observa Zhang, profesor jubilado de la Universidad de Guizhou: “El elevado nivel de deuda local y el endurecimiento de las políticas centrales han afectado gravemente a la gestión fiscal local. Las víctimas más directas son los trabajadores y trabajadoras fijos y contratados”.
Transformaciones del tejido social chino
Tang Gang, un académico de Sichuan, ofrece un análisis particularmente perspicaz de las transformaciones sociales en curso, señalando que la sociedad china está evolucionando “de una sociedad tradicional en la que era posible llegar a compromisos, tolerarse mutuamente y coexistir, a una sociedad marcada por duros conflictos, en la que las posiciones son irreconciliables y la coexistencia se vuelve imposible”. Esta transformación, que atribuye a los cambios ocurridos en los últimos diez años bajo el liderazgo de Xi Jinping, sugiere un deterioro cualitativo de las relaciones sociales que trasciende las cuestiones económicas específicas.
Xue, investigador en relaciones laborales en Guizhou, identifica varios factores que contribuyen a la escalada de los conflictos entre trabajadores y empresarios.
“En primer lugar, en algunas empresas, las y los dirigentes sindicales son nombrados directamente por la empresa, lo que impide que el sindicato represente verdaderamente los intereses de las y los trabajadores. Esto obstaculiza la defensa de los derechos de sus empleados y alimenta las tensiones. En segundo lugar, la relación entre el capital y el trabajo está fuertemente orientada al mercado, pero no existe una distribución equitativa de los ingresos. Además, en muchas fábricas prevalece la opacidad en la gestión de las cuestiones relacionadas con sus trabajadores, lo que exacerba aún más las contradicciones”.
El análisis de Xue muestra que los problemas no son meramente económicos, sino que reflejan deficiencias estructurales en el sistema de relaciones laborales de China. La ausencia de sindicatos independientes y representativos priva a los trabajadores y trabajadoras de canales eficaces para la resolución de conflictos, lo que les obliga a recurrir a formas de protesta cada vez más directas y, en ocasiones, extremas.
Hacia un escenario de creciente inestabilidad
La acumulación de tensiones documentadas durante el periodo comprendido entre finales de mayo y principios de junio de 2025 indica por sí sola que la China actual se enfrenta a retos sociales de naturaleza sistémica que no pueden resolverse únicamente con los mecanismos represivos tradicionalmente empleados por el régimen. El carácter transversal de las protestas, la extensión geográfica nacional de los fenómenos y la implicación de categorías tradicionalmente estables, como docentes y trabajadores sanitarios, muestran que las dificultades actuales no son fluctuaciones coyunturales, sino más bien manifestaciones de contradicciones estructurales más profundas.
La limitada capacidad de las autoridades locales para responder eficazmente a las demandas populares, combinada con la creciente desesperación económica de amplios sectores de la población, crea condiciones potencialmente explosivas. Como ha demostrado el caso Brother 800, cuando las vías legales para la resolución de conflictos resultan ineficaces, los ciudadanos pueden recurrir a formas de protesta cada vez más extremas y destructivas.
La intensificación de las medidas represivas, visible en el aislamiento de las Madres de Tiananmen y la rápida censura de los episodios de protesta, indica una percepción de vulnerabilidad por parte del régimen que, paradójicamente, podría alimentar nuevas tensiones. La estrategia de control de la información, aunque eficaz a corto plazo, corre el riesgo de alimentar la frustración y la radicalización cuando los ciudadanos descubran la imposibilidad de comunicar sus reivindicaciones a través de los canales institucionales.
Las autoridades chinas parecen encontrarse en una posición cada vez más difícil, obligadas a encontrar un equilibrio entre las exigencias del control social y la necesidad de mantener la estabilidad económica. La experiencia del breve periodo analizado sugiere que esta tensión está alcanzando umbrales críticos, con implicaciones que podrían extenderse mucho más allá de las fronteras del episodio o del sector en cuestión.
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