
Lo que no se puede corregir con esta censura es algo muchísimo más grave, porque es el síntoma que muestra que lo que quieren es volver a levantar las fronteras, los muros, los guetos y los apartheids. Retomar las lógicas de expulsar al otro, ignorarle, acusarle de mentiroso, de monstruoso, señalarle, aislarle, etiquetarle y por lo tanto como medio de comunicación ser parte de ese proceso de fascistización social que nos va a destruir a tod@s.
Agradezco a Página Siete, a Raúl Peñaranda por la invitación, a Isabel Mercado por la interlocución siempre amigable y respetuosa y especialmente a Ivonne Juárez, la editora de opinión por su impecable trabajo.
Agradezco mucho más que a ell@s, al público que me ha leído, que ha opinado y ha hecho de mis columnas un pretexto para debatir. A ell@s les digo que seguiré escribiendo esta vez los domingos desde la web de Radio Deseo y la página de Ecuador Today, compartiré mi columna semanal de opinión por las redes demostrando la debilidad de los medios impresos en los tiempos que corren. No lo digo por arrogancia, se trata de una verdad histórica; hoy cada ser humano puede producir su propio mensaje y lanzarlo a una inmensa red donde siempre habrá alguien que lo reciba, lo critique, lo escuche o vea sin necesidad de los grandes medios, que hoy más que nunca están llamados a reinventarse o morir.
A quienes se están asustando con lo que me han hecho, quiero pedirles que no tengan miedo, les cuento que me han cortado la lengua 10 veces en mi vida y 10 veces la lengua me ha vuelto a crecer. La lengua siempre te vuelve a crecer, si no te dejas acallar, si no te dejas censurar, si optas por tu rebeldía.
El único público que no me interesa es aquel que aplaudía mi crítica cuando el criticado era el gobierno de Evo Morales y ahora me aborrece y lo mismo para quienes hicieron de todo por hacerme echar del periódico durante los gobiernos de Morales y ahora me tienen por heroína. Ese público no me interesa porque ese es el público polarizado, utilitario que no cree en el valor y la necesidad de la crítica en una sociedad. No estoy ni con unos, ni con otros no porque soy neutral, sino porque ese binarismo es simplificador y fascistizante y no les voy a hacer el juego.
A quienes aplauden y se alegran con la censura de la que he sido hoy yo blanco les digo que se equivocan, porque cuando la censura empieza se convierte en un devorador de criticidad y libertad sin límites. Hoy vinieron por mi cabeza, mañana vendrán por la tuya y antes de que eso pase y para que no pase empezarás tu mism@ a autocensurarte.
Janine Añez y su tropa de militares, policías, fascistas y cívicos nos deben muchas explicaciones. El MAS y su tropa de llunkus que han huido con las maletas llenas de plata nos deben igual número de explicaciones. Aquí lo único cierto es que hemos sufrido un proceso continuo de desinformación interesada, nos están manipulando y poco a poco nos damos cuenta de ello.
No voy a defender mi última columna titulada: Sedición en la Universidad Católica, porque la forma siniestra como ha sido construido el mandato de Janine Añez queda día a día esclarecido para la sociedad a través de sus actos, varias de las informaciones que he vertido ya han sido verificadas por otros medios; La Razón y No Mentiras y las que aún no han sido comprobadas lo serán sin duda con el paso del tiempo. Yo no he mentido y el periódico lo sabe.
No sé quién habrá escrito la justificación de mi expulsión, la firma Isabel Mercado. Si ha sido ella, lo ha hecho en un momento de confusión conceptual, si no ha sido ella que pena que tenga que poner su nombre en un texto vergonzoso para el periodismo.
He sido invitada a un género que es el de opinión, eso convierte a mi columna en responsabilidad mía y no del periódico. Todos los medios de comunicación ponen de forma permanente notas aclaratorias al respecto. Eso es una norma por demás utilizada, consolidada y conocida. Soy yo y no el periódico la responsable de los contenidos que firmo. No me han invitado a construir noticias, que es un genero distinto que responde a otras normas.
En mi columna, para fundamentar mis opiniones, tengo todo el derecho de revelar información y por la ley de imprenta aun vigente en nuestro medio, tengo el derecho de reservar mis fuentes. He utilizado tanto la ficción como el análisis y he dejado en cada oportunidad claramente establecido cuando se trataba de ficción y cuando de análisis de la realidad. Pretender confundir al público y mezclar una cosa con otra, como yo jamás lo hice, demuestra que el periódico no tiene argumentos para deshacerse de mí. Publican la columna censurada y dejan claro que el problema es deshacerse de mí. ¿Por qué?, por el fuerte impacto en la opinión pública que he logrado desde mi escritura. Espacio en el que no me he dedicado únicamente a l@s indeseables políticos, sino desde donde he replanteado un universo entero de metáforas de libertad, de deseo, de alegría y de irreverencia útiles para las mujeres bolivianas y nuestras luchas que no son por derechos, sino por dignidad. Tan es así que más impacto han tenido columnas como La Divorciada Robamaridos o el retrato de La Puta que cualquier otra referida a la coyuntura. Sé que por esa columna y muchas más mi firma tiene peso y resonancia, abre caminos e impacta donde mis palabras quieren llegar. Estoy consciente de mi propia fuerza y esta expulsión no me desmoraliza, inmoviliza, ni enmudece.
El fin del periodismo y otras buenas noticias, es el nombre de un impresionante libro que me inspiró en la construcción de Radio Deseo, l@s autor@s son Claudia Acuña y Sergio Cingalini connotados periodistas argentinos, Sergio estuvo en Clarín por no ir más lejos en su trayectoria. Ell@s sostienen que los medios venden lo que ocultan y no lo que informan y que por eso no sustentan su trabajo con el dinero que el público aporta, sino con el dinero que aportan las empresas y otros actores políticos poderosos. Eso es exactamente lo que está haciendo Página Siete hoy; vende la información que oculta y no la que publica. Como lo hizo La Razón en los 14 años de Evo Morales y como seguramente lo está haciendo ahora por temor a ser intervenidos.
¿Quién pierde con mi expulsión de página siete?
Perdemos tod@s porque se instaura un tiempo de censuras y auto censuras.
Yo escribía en Página Siete, aunque tenia Radio Deseo y las redes como espacio de comunicación; porque lo interesante era justamente ser parte de un escenario ajeno a mi círculo, donde yo era un bicho raro que gracias al periódico podía llegar a la mesa de quien jamás me hubiera leído, quizás a la mesa de quien no me considera digna de entrar en su casa. Me lo dijo con mucha simpatía la periodista Carla Tejerina de Cosas: “lo fascinante no es lo que escribes, sino que mi hija pueda leerte en Página Siete”. Ahí estaba la magia.
Pueden sustituirme con una tecnócrata de género ONGera que hable de bobadas como empoderamiento de la mujer y demás demagogias aburridas, claro que sí. Tod@s somos sustituibles no solo Evo.
Lo que no se puede corregir con esta censura es algo muchísimo más grave porque es el síntoma que muestra que lo que quieren es volver a levantar las fronteras, los muros, los guetos y los apartheids. Retomar las lógicas de expulsar al otro, ignorarle, acusarle de mentiroso, de monstruoso, señalarle, aislarle, etiquetarle y por lo tanto como medio de comunicación ser parte de ese proceso de fascistización social que nos va a destruir a tod@s.
Lo que generalmente sucede es que son los gobiernos los que censuran y persiguen la libertad de expresión, lo que ha sucedido ahora es que un propio medio de comunicación utiliza la censura contra una de sus invitadas, contra una de las más valoradas por su público. Demuestra que su público no le interesa, demuestra que la libertad de expresión no le interesa, demuestra que el proyecto de poder oligárquico es lo que Página Siete quiere proteger a costa de la lengua de quien sea y de la libertad de expresión que fue el sustento y motivo por el que se fundó. Háganse cargo del grave error que acaban de cometer no contra mí, sino contra ustedes mismos.
No tengo a disposición un periódico que me acoja, me voy con mi estridencia, mis verbos a ese afuera que tan bien conozco y que tanto he aprendido a disfrutar. No tengo un periódico donde escribir, pero tengo una sociedad entera con la que seguir trazando mapas para descifrar trampas y trazar sendas por donde buscar y encontrar el tesoro escondido de la libertad.
Dos textos son importantes para leer el de María Galindo y tener el contexto completo.
El editorial de Página Siete cuando comunica a María que prescinde de ella como columnista y, dado que María insiste, la respuesta hoy de Isabel Mercado, su directora, al texto que publican ustedes:
1. De columnas, libertades y responsabilidades.
Desde su creación, hace 10 años, Página Siete ha dado espacio a la mayor diversidad de ideas, posiciones y temas en sus páginas de Opinión. Justamente, en un periodo de polarización muy evidente y de medios que tomaban una u otra tendencia, en Página Siete se dio lugar al pluralismo en su máxima expresión. No sólo hemos recibido, sino hemos invitado y buscado a analistas de todas las tendencias, a quienes hemos dado voz sin censura de ninguna naturaleza.
La señora María Galindo ha tenido en este medio una columna semanal desde su fundación -es decir hace una década-; además ha mantenido espacios itinerantes en el suplemento Ideas y durante estos años hemos desarrollado con ella diversas iniciativas culturales, creativas y opinativas.
Sus columnas, cuyo estilo es de conocimiento público, han representado para Página Siete, más de una vez, críticas y procesos en tribunales de ética, pues a pesar de que la ley así lo estipula y nuestro código de ética lo refleja fielmente, no se entiende con facilidad que los espacios de opinión son de exclusiva responsabilidad de quien los escribe y firma.
Son conocidos y conviene recordar los reclamos, amenazas de procesos legales y éticos, y ola de críticas que tanto María Galindo como Página Siete -como el medio que publica semanalmente sus escritos-, recibieron por textos sobre Eva Liz Morales, Maricruz Ribera, Adriana Salvatierra y más recientemente sobre la presidenta Jeanine Añez, en la columna “Desde la acera de enfrente”.
Se trató de perfiles/opinativos en el que el límite entre la ficción y la realidad -un género que Galindo cultiva con éxito en lo personal-, es indefinible y a través de los cuales lanzó acusaciones que en muchos casos han resultado difamatorias y han rozado el límite del libelo.
Con todo, y especialmente desde lo personal como directora de Página Siete, he defendido no sólo el trabajo, sino la presencia de Galindo en nuestras páginas, como un respaldo al trabajo que cumple en defensa de los derechos de las mujeres. He mantenido conversaciones con ella sobre la naturaleza de sus textos en procura de que éstos guarden una relación con la realidad de los hechos, ya que no se trata el suyo de un espacio literario ni de ficción.
El día martes, al recibir la editora de Opinión de este diario su columna semanal, comentó con la Dirección su preocupación por afirmaciones que, una vez más, no tenían correlato con la realidad. No sólo se trataba esta vez de adjetivos y epítetos sobre personas, sino aseveraciones sobre hechos e instituciones sin ningún respaldo verificable.
Se le hizo conocer esto a María y se le comentó la preocupación de Página Siete en afirmaciones sobre las que no existe respaldo fáctico en un momento delicado como el que vivimos. Ella dijo que podía quitar algunas afirmaciones, pero finalmente solicitó que si no publicábamos su texto dejemos su espacio en blanco.
Hemos esperado hasta hoy para publicar su columna, cumpliendo nuestro código de ética, pues hemos tratado de encontrar el respaldo a algunas de sus afirmaciones entendiendo que ella no lo hará. Ha sido imposible, pero cumplimos con lo que dicta nuestra norma ética publicando en esta edición su texto y explicando a nuestros lectores las conclusiones a las que arribamos y que se sustentan en los principios de este diario y que detallamos a continuación.
Las columnas son reductos de libertades, pero también de responsabilidades, y si bien son los columnistas los garantes de sus textos, Página Siete tiene el derecho y obligación de exigirles que sean precisos en cuanto a los hechos sobre los que escriben. Cada columnista tiene derecho a su propia opinión, pero no a sus propios hechos. Nuestro código de ética sostiene en su punto 2.13.- “El periódico podrá no publicar acusaciones graves que no tengan fundamento o pruebas. Ello se cumplirá aunque sean presentadas por declaraciones “on the record” o bajo la modalidad de “solicitada”.
Asimismo, para las páginas de noticias, la regla en Página Siete es clara: reconocemos y corregimos nuestros errores de hecho, grandes y pequeños, con prontitud y en un prominente espacio. Esto, en la medida de lo posible también esperamos de nuestros columnistas: si uno de ellos comete un error, se espera que lo corrija rápidamente en la columna. Esto es algo que María Galindo les ha negado a sus lectores y que, en tanto compromete el contenido de nuestro diario, estamos en la obligación de impedir.
La Dirección de Página Siete se debe no sólo a los columnistas y sus posiciones personales, sino a un conjunto variado de lectores y audiencia que merece ser tomada en cuenta, respetada y debidamente atendida.
Finalmente, cabe hacer notar que el Código de Ética de Página Siete establece que una columna que se aleje de estos principios, “de todas maneras será publicada; sin embargo, la Dirección del diario colocará un comentario sobre su contenido y se le quitará al columnista la posibilidad de seguir publicando en el periódico”.
En este mismo sentido, Página Siete le informa a María Galindo y a sus lectores que hemos decidido primero publicar su más reciente columna y también prescindir en adelante de sus colaboraciones, en vista de que estos nuestros principios éticos no son compartidos por ella, pero son de obligatorio cumplimiento para nosotros.
Isabel Mercado, directora de Página Siete
2. Respuesta en Facebook.
«No he querido ni quiero polemizar ni hacer marketing sobre la decisión tomada como Directora de P7 de prescindir de las colaboraciones de María Galindo; pero ella me alude con una condescendencia que solo he visto en algunos detractores míos (y de todo) muy misóginos y machistas. Por eso he decidido hacer pública la respuesta que le envié a ella en privado (he tenido otras charlas con Maria en este plano que no corresponde ahora citar).
“Maria me parece muy buena tu respuesta, pero justamente en ella caes en la arrogancia intelectual que es tu debilidad. Creer que eres la única pensante en el género humano -ya no digamos entre las mujeres-, subestimando a quienes no te hacen coro. Lo digo yo, que he sido tu lectora, defensora y admiradora por mucho tiempo.
Nunca, ni desde que fui reportera, he firmado una nota que haya sido escrita por otra persona, no necesito hacerlo porque tengo mis propias ideas y convicciones, aunque mis formas para divulgarlas sean claramente distintas a las tuyas.
Soy la directora de Página Siete y ejerzo esa labor 24/7, pensando, escribiendo y tomando decisiones todos los días.
La decisión de prescindir de tu columna es mía y del equipo, no del tío Sam ni de otro cerebro actuante que me dirija. Y no es porque hayas revelado una reunión en la Católica que todos sabíamos que se dio (más de una, además), como lo refléjamos en notas y en el libro que escribimos sobre este episodio de nuestra historia reciente. La decisión es porque en medio de un hecho real tú incluyes una serie de especulaciones -una y otra vez- que no están probadas. Te las enumero:
1. Cuándo ha sido la otra vez que la UCB se manchó de sangre y de vergüenza?
2. El embajador de Brasil es bolsonarista (por lo visto ni lo conoces).
3. Tienes pruebas de que Añez recibió la suma que mencionas?
4. Por qué un espacio que fue para el diálogo en el momento más crítico pues reunió al MAS y sus representantes cuando no había otro espacio posible, es puesto bajo sospecha? Te consta que fue para dar un golpe?
En fin , puedo seguir… Tan poco segura estabas de lo que decías que te ofreciste a “quitar” lo de Añez de tu columna cuando te observamos esos detalles.
No es la primera vez que sucede, y eso lo sabes. Ni es porque ahora recibamos plata de nadie para “darnos cuenta”. Esa es una manipulación conveniente que también dice mucho de cómo tú administras tus relaciones y opiniones.
Mientes al decir que siempre has dejado claro la diferencia entre lo que es ficción de la realidad. Has hecho todo lo contrario más bien, y cuando hemos conversado te he tenido que pedir que lo aclares. No porque yo defienda al MAS o a otro partido, sino porque creo que una columna en un periódico generalista se debe someter a ciertos límites obvios, pues el público no es tu club de fans sino un variopinto conjunto de colectivos a los que hay que atender. No lo digo yo, lo mencionan N códigos de ética de diarios del mundo.
Para tomar la decisión y escribir la nota a la que te refieres, he consultado la “jurisprudencia periodística” de periódicos del mundo, justamente para ver y decidir cómo actuar.
Por qué ahora? Tu nuevamente especulas, pero respondo a eso porque es la duda de mucha gente. Pues porque decidimos tomar las riendas de nuestros espacios como corresponde. Y los espacios de opinión obedecen a un criterio (hablo de principios no de linea editorial) que debe mínimamente ser compartido con los columnistas; no es un lote que te compras a perpetuidad, y ese pacto no pasa por censurar cada nota -nunca lo hemos hecho y te consta-, sino por comulgar con el medio que te acoge ciertos principios éticos.
Yo lo intenté contigo en un plano de profundo respeto y hasta de complicidad, algo que claramente no valoraste.
Página Siete está a punto de cumplir 10 años, es mucho para nosotros pero poco para la vida de un medio. Y estamos encarando un proceso de transformación acorde a los nuevos desafíos tecnológicos; estamos aprendiendo a administrar también nuestros espacios y tomar decisiones editoriales (cómo no publicar a candidatos inscritos y en campaña, a autoridades; como no permitir contenidos racistas y otros) que son menos sonadas que la que te atañe, pero que ciertamente existen. Es lo que corresponde a un medio que crece y es influyente; un medio que pretende sobrevivir a las coyunturas políticas e ideológicas que son un vaivén en nuestro país.
Dicho esto, te agradezco las excelentes piezas que has ofrecido al público durante estos 10 años a través de Página Siete y lamento que no hayas valorado lo suficiente este espacio que se te brindó generosa y abiertamente, sin ninguna restricción y con profundo respeto, para seguir haciendo sostenible esta relación.
Suerte en tus nuevos desafíos!”