La quinta carabela o los espejismos de la «nueva derecha»

Puede encontrarse, tanto en fotografías, entrevistas, videos, declaraciones públicas y llenas de civismo registradas por sus mismos promotores o medios de comunicación, tanto en redes sociales como twiter y facebook, cierta inclinación hacia una “derecha contemporánea” e “histórica”, que habla de tener especiales cuidados con la inmediatez, sino augurando que, al tomar en cuenta plazos importantes requeridos, generará un movimiento “filosófico” que se esconde aún en el fervor y voluntad política de los ecuatorianos, y así salvar de su actual abismo al país.

Como primeros atisbos de esta “tendencia”, se encuentra fácilmente aquella fobia con que cierto “liberalismo” apela en contra de un servicialismo con que el Estado trata a la población, mediante garantías económicas a base de subsidios -¿seguridad social, aguinaldos, décimos?-, lo que estos grupos consideran un populismo descarado que capta así el favor de los pobres, suponemos que para asegurarse sus votos y mantener cierta popularidad -lo que en el actual momento político del Ecuador, ni así se da, valga recordar-. Ellos, los entusiastas de dicha tendencia, viven por sus propios esfuerzos y no de limosnas y cosas por el estilo, a las que un Estado enfermizo -me refiero al Estado como elemento histórico (ya que estamos entre “historiadores”), no al gobierno de turno- arrastra con fines protervos, obscenos y casi antinaturales.

Otra de las características de esta nueva ola ideológica se encuentra en el resentimiento y las quejas de dicho sector frente a una derecha tradicional, débil, “populista y decimonónica”, representada por el Partido Social Cristiano y el movimiento CREO, con cierta pegada hegemónica en la costa o, más particularmente, en la ciudad de Guayaquil, especialmente el primero. Al parecer la ola vanguardista de las derechas radicales o extremas se ha enfocado en Quito, para desde ahí iniciar su cruzada democrática, o quizá tomarse la franciscana ciudad como regimiento o cuartel general.

También se ha comentado sobre la necesidad de una “recuperación de la identidad nacional”, eso sí, una liberada del estigma de la plurinacionalidad herencia de la Constituyente de Montecristi -el dato está errado-, pues es un verdadero atentado para los sujetos, individuos y congregaciones políticas -y hasta bohemio-académico-poéticas- que sienten responder más a una estructura, espiritual, física y de pensamiento “hispánica”. Claro, España descubrió América y este remanente humano casi parece apelar haber bajado de cualquiera de las cuatro carabelas y no responde a las mismas necesidades, perspectivas ni realidad e intereses políticos del indigenado. Además de ver a este sector como excluyente y racista, descubren en sus actitudes menosprecio y un atentado a las verdaderas tradiciones del pensamiento occidental.

Estos movimientos se han pronunciado

Para ellos decirse ecuatoriano llega a ser algo profundamente vergonzoso, pues, esta aseveración tiene una clara intención racial, es más, racista, ya que significa que ser confundido con indios es algo que debe producir una inminente vergüenza en quien cada noche, metódica y consuetudinariamente, pone un espejo en el piso para con otro por encima, cerciorarse de que no le haya asomado, entre gallos y medianoche, la mancha mongólica -¡Cristo no lo permita!

También se habló de que compartimos “la lengua de Cervantes”, y como estamos entre “historiadores”, supongo que serán expertos en cuentos de caballería, como de El Cid, por ejemplo, o las misceláneas mitológicas del Rey Alfonso X, “El Sabio”, y por supuesto, en términos árabes, provenientes del profundo mestizaje de 10 siglos compartido, en el insuperable tiempo del Kalifato. Pues lo dudo; pero lo que queda claro aquí es que se ha enfocado a un enemigo (un verso griego decía que “Al enemigo lo encontramos en el espejo”; y ojalá no se trate de aquel espejo al que ya nos hemos referido), y es desde aquí que, para el que sepa algo de historia política, el escenario creado se va descubriendo solo.

El actual escenario de acontecimientos políticos en el Ecuador deviene de un shock o trauma en una población que se había acostumbrado a un tipo de vida, en cuanto económico-material y también discursivo (ya sean cierta supuesta heurística o hermenéutica). No solo pesa el radical cambio de perspectiva, estilo y situación político-económica, por la perspectiva de un voto mayoritario con ofrecimientos de campaña y digamos que consecuente con el plan estructural del anterior régimen, tremendamente distintos a la actual realidad social y económica nacional; a esto el resquebrajado “proyecto” le ha dado el dramático nombre de “Traición”… Bien o mal utilizado el título de aquella trágica leyenda patriótica, conlleva a otra de las causas traumáticas para la afectada psicología del votante -que es a quien nos referimos y por quién acaso tomamos partido, por una misteriosa motivación de justicia-, que hasta el momento de darle, digamos, el actual régimen, el esquinazo al anterior -volviéndose dos, distinguiéndose de manera irreconciliable-, pues este votante, además, se da cuenta de unos niveles de corrupción, a pesar de lo asegurado, promesas y juramentos, sagrados y eternos, que eran de gravedad escandalosa…

Lo que entonces obtenemos como resultado, es una voluntad y personalidad confundidas, indecisas, vengativas como la psicología de un enamorado que se desencanta del amor. Y esto llama a la vulnerabilidad, a un punto inigualable y -para los que pescan el poder a río revuelto- prohibido de desaprovechar, con fines de manipular a toda esa masa extraviada, resentida y decepcionada.

Aquel estado de las cosas facilita el accionar de nuevas o renovadas ambiciones y motivaciones de asalto del poder, especialmente para agrupaciones de tendencia e influencia nazi y fascista -porque en historia todo tiene su nombre-, a modo paradójicamente parecido, en ciertas condiciones pero guardando sus particulares diferencias, al de la efímera y caótica República de Weymar (Alemania, 1919), en que se frenó el intento de revolución comunista con la colaboración de la socialdemocracia y grupos de ultraderecha con convicciones nacionalistas; en que también se encuentra a otro enemigo en común y antiguo “chivo expiatorio” de Europa: la población judía, identificada con la banca y la industria, es decir, con los ricos -a lo que se debe la convicción anticapitalista, aunque no de izquierdas, de aquel movimiento, tristemente recordado y aún activo. Esto facilitó un escenario inigualable para la formación del Partido Obrero Alemán, posteriormente Partido Obrero Nacional-Socialista, partido NAZI.

Así, desencanto político -si no ideológico- y crisis económica -pobreza-, además de un celo prefabricado por “desmovilizar” cualquier intención de reivindicación de una supuesta “izquierda radical” o “revolucionaria”, generan nuestro parangón.

En cuanto al “chivo expiatorio” que el “nazismo” disfrazado de “hispanismo” ecuatoriano y la nueva derecha actual tiene, es la población y las políticas de inclusión indígena, el rechazo a sus dirigentes y estructuras, así como a su discurso: la plurinacionalidad y pluriculturalidad. ¡Pues hay que regresarlos al huasipungo! Y hacer ver al remanente correista como “rojos” o “comunistas”, quizá por el pasado político de varios de sus colaboradores y simpatizantes, inmediatamente antes de la Revolución Ciudadana, que poco o nada tiene que ver con los bolcheviques de la persecución alemana referida, pero por cierta moda, costumbre o estrategia, en el Ecuador se tiende a enfatizar, enredando a toda supuesta intención de tipo “marxista” como parte de la presa por cazar y exterminar. Cosa que termina confundiendo, lo que parece conveniente para varios involucrados y rivales en la “toma del poder”.

Como ya se ha tratado en esta columna, esta asociación de la nueva derecha basa su discurso en una defensa a los orígenes “hispánicos”, los “valores”, la “cristiandad”, suponemos que de sus dirigentes y entusiastas de segundo rango para abajo, pues, en un retomar de las glorias de la unidad de infantería del ejército imperial español, llamados los Tercios -no es broma… los de túnica y yelmo, espada cascos de fierro, con una enorme cruz en el pecho, los propios de la Edad Media. Y así fue que se presentó una comitiva de este grupo, el último 12 de octubre (le dicen “Día de la Raza”; otros del “Descubrimiento” o “Conquista”; otros del “Genocidio”) en la plaza en que descansa la escultura de cuerpo entero de un conquistador, en la precisa calle que lleva su nombre -de lo que caí en cuenta cuando empecé a aprender sobre historia, pues antes hubiera jurado de que se trataba de Sancho Panza, vulgar y ambicioso compañero del gallardo Don Quijote, producto de la lengua de Cervantes, lo que para estos fines hubiera sido un detalle-: Sebastián de Benalcázar. Y gritaban, levantando carteles de “Yo no soy indio; que yo soy español”, o algo así: “¡Viva España!” o “¡Viva su Majestad!”, etcétera. ¡Hay un video!… Sin embargo, cosas que alguien que pasaría por ahí, manteniéndose en sus cabales, hubiera pensado que se trataba de una obra teatral delirante, burlesca y paradójica… ¿La nave de los locos? ¿Los endemoniados?… Un título clásico y llamativo. ¡Pero no un mitin político “en serio”!

A todo esto y la pasión por los circos en nuestro querido país, vuelve a llamar nuestra atención la voz de la historia, nuevamente, alemana, en los años 20 del siglo aquél, de cuyo nombre no quiero acordarme. Pues, como una consecuencia de los excesos y horrores de la guerra -como Francisco de Goya y Lucientes, pintor español, bautizó a una serie de grabados acerca de la cruenta entrada napoleónica en el país de Cervantes, si mal no recuerdo en el año 7 del XIX-, además de, en cierto modo, humillándose al echarse la culpa de la guerra, la Alemania derrotada y desmoralizada tenía que hacerse responsable de la crisis mundial y europea, rebajando sus estándares de vida a niveles jamás conocidos. Estos aspectos también facilitaron nuevas reflexiones -si así se les pudiera llamar- de la superchería, más refinadas, quizá, o con maneras más sofisticadas de un folklore, místico y anticiéntifico; es decir, que las calles de Berlín y otras ciudades eran acechadas por hordas de magos y brujas que buscaban el “ectoplasma”, la potencia o energía espectral de moda, en calidad de “elegidos”, “iluminados” y “doctores” los más pretenciosos -algo así como “historiadores hispánicos”- , con la diferencia, si acudimos al sentido humanitario más básico, de que, sin dejar de ser una especie de estafadores y, de hecho, unos perfectos charlatanes muertos de hambre, eran producto de la miseria, material y espiritual, a la que se arrojan los emprendimientos nacionales sedientos de ambición que se bautiza y disfraza de gloria y amor a la patria, para satisfacer las necesidades e intereses de una élite, es así cuando los dioses tienen sed. Toda crisis conlleva a la fuga espiritista y a los existencialismos. Y el cretinismo se queda, como esporas en el aire para siempre, como un virus, enfermedad o complejo que busca la más mínima oportunidad de restituirse.

Regresando a la “realidad nacional”, es preciso encontrar algunas debilidades estructurales y enfocarse en sus consecuencias.

No hace muchos años atrás, y esto puede aún ser conversado con amigos o personas de generaciones anteriores, existía en los propios pénsum de instrucción básica la materia de “Historia de Límites”, predilecta de las tradiciones militaristas que fundaron la vida republicana del continente, que, prácticamente, tenían como fin perennizar las disputas territoriales de los pueblos como si se tratara de verdaderos Caínes y Abeles en bronca perpetua, dispuestos de “pruebas”, como mapas, decretos y banderas que demostraban un glorioso pasado, de riquezas y bienestar, siempre a punto de recobrarse cuando los canallas obtuviesen su merecido. Además, en el particular ecuatoriano, supeditado todo aquello por textos supuestamente históricos, como la “Historia del Reyno de Quito”, de autoría del religioso jesuita riobambeño padre Juan de Velasco. Este librito tenía, como fin último, desligar al Ecuador de un pasado conjunto con el incario, debido a los conflictos territoriales con el Perú, pasando a ser durante varios años el libro histórico de referencia nacional, me imagino que algo así como lo habría sido La Ilíada y La Odisea para los griegos del tiempo de Pisístrato.

Este tipo de referencias espúreas y profanas, si no, meras falsificaciones, alientan en un tiempo de crisis en que las mismas han dejado de ser referencias confiables, ni respetadas, peor aún científicas, a que otras facciones o vertientes con intereses gemelos o bastardos, sentirse con permiso de recaer en los mismos vicios, pero con la característica de rebatir una farsa anterior. Lo que es un enfoque falso de la justicia intelectual. Las falacias anteriores no deberían otorgar el derecho a crear y recrear otra falacia.

De esta manera, podríamos tener una breve lista de condiciones “beneficiosas” para que en el escenario nacional actual pueda propiciarse una especie de mezcla y popurrí entre cruzada y nazi-fascismo criollos, como en el caso de la misma España, con el relativamente nuevo partido de extrema derecha “VOX”, o como con el uribismo colombiano, en que la masacre de dirigentes sociales tiene tintes parecidos a las de “limpieza étnica”, o como el holocausto palestino por parte del Estado sionista de Israel, y más cerca, contra el pueblo mapuche de Chile.

En los planes de estas vertientes, estructuralmente, siempre está la proyección de formaciones para-policiales o para-militares (“camisa negras”, del fascismo italiano; “camisas pardas” y las SS, en la Alemania nazi), lo que fácil se conseguiría con un socio o coideario que provea de armas a su fuerza de choque: dueños de empresas de seguridad privada, por ejemplo. Hay que recordar que las SS no eran el ejército nacional alemán.

Puesto que los enemigos ya han sido escogidos: movimiento indígena y población indígena en general; “marxistas” o “rojos”, extraviados o no… y uno más, que no se puede olvidar: “el maldito extranjero”, pues, según el discurso de la «nueva derecha»  fascista, llega a quitarle el trabajo al pueblo empobrecido…aunque sin culpa alguna de tener que subsistir, al igual que el prójimo que le odia, y que los empleadores, abusando de cualquier vacío o recoveco legal y pasando por encima de la Ley, o valores de solidaridad, justicia social, reciprocidad…convenga pagar menos al extranjero, no afiliarlo a seguro social alguno, ni pagar beneficios de ley. ¡Exacto!, la más ruin explotación. Pero el patriota, arruinado e iracundo, al tratar de encontrar también al culpable de sus tristes condiciones, no enfoca como enemigo y criminal al empleador que explota y se aprovecha de las condiciones del desgraciado, sino a ese, al extranjero tan parecido a sí mismo. Y potenciando estas diferencias mezquinas, desde elaborados y malintencionados discursos, tendremos una eficiente y exitosa xenofobia.

El crimen del último fin de semana ocurrido fuera del Centro Comercial Iñaquito, en la capital ecuatoriana, en que una ciudadana fue asesinada a tiros por un extranjero, que según informe de la policía nacional estaba perpetrando un asalto, ha hecho público en redes sociales, ciertos carteles muy del estilo de los que el jefe de propaganda nazi, Joseph Goebbels, mandaba a hacer en contra de judíos y comunistas, especialmente, al mostrar a esta minoría de extranjeros como una especie de “invasor”, bárbaro o salvaje, sediento de sangre en contra de, más bien, como en los canes, “la mano que le da de comer”. Estos carteles responden a la factura “Otro Ecuador”, asociación política, sin querer dar ningún tipo de publicidad innecesaria, a la que hemos prestado atención y referido en este texto.

En tiempos de crisis, la miseria no se apega solo a la referencia económica de empobrecimiento, pues esta salta, salpica, se desborda desde todos los espacios que la materia implica: la crisis es espiritual, si tomamos como tal al intelecto, el pensamiento y los hechos y actitudes políticas con que se organizan las sociedades, de los valores, si se pueden aún y en estas condiciones llamar humanistas. La competencia por el poder se vuelve exactamente como el filósofo Thomas Hobbes la describió en su Leviatán (visión casi apocalíptica del una Inglaterra de mediados del siglo XVII): “el hombre es lobo del hombre”… Ese tipo de “inteligencia”, pragmática y utilitarista, empieza a volverse una tendencia, que se aprovecha de toda debilidad humana, que como un lobo, va olfateando, rastreando los signos que va dejando a su paso la incauta presa por devorar.

Acerca de Esteban Poblete 86 Articles
Corrector, editor y escritor. Tiene publicaciones en poesía, relato y novela. Realiza crónicas, entrevistas, artículos y reportajes para varios medios. Maneja la página de servicios de corrección y productos escritos UMBRA Ediciones.

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