El día de ayer, 1 de febrero de 2020, murió el poeta y revolucionario nicaragüense, Ernesto Cardenal, uno de los más prestigiosos y conocidos representantes de la poesía latinoamericana.
En los últimos años, la figura de Cardenal había servido como condumio para las noticias contrarias al régimen de la familia Ortega de Nicaragua, y resaltar las contradicciones y enfrentamiento entre las ideas originarias sandinistas y respecto a los revolucionarios confrontados con los últimos gobiernos del presidente Daniel Ortega, quien en su último mandato gobierna junto a su esposa, Rosario Murillo.
Como ejemplo de estas noticias y comentarios, encontramos en el medio electrónico INFOBAE, en una nota de 2017, lo siguiente, sobre el poeta y su presencia en un evento literario en Granada:
“El premiado escritor Sergio Ramírez —quien fue vicepresidente de Ortega en uno de sus gobiernos— criticó el fallo. «El poder quiere humillarlo y dejarlo en la calle. Su casa es el único bien que posee en esta tierra y cuando lo subasten, no servirá que sepan que por esa puerta pasaron Günter Grass, Graham Greene, García Márquez o Julio Cortázar», ironizó.”
Esto, en cuanto a un juicio de propiedad en la isla de Solentiname, lugar en que escribió uno de sus poemas más comentados: “Evangelio en Solentiname”, y donde realizó proyectos de educación y formación con otros revolucionarios, enrumbados a la alfabetización y dignificación de los campesinos del sector, pero por el que había una demanda por cantidad de 800.000 dólares en contra del poeta, por parte de una de las viudas de uno de los residentes campesinos. En esta ocasión, se cuenta que las cuentas de Cardenal fueron suspendidas y se especula sobre una un acto de desquite por parte de la pareja presidencial, por las críticas del poeta, contrario a sus nuevos intereses estatales y hasta personales.
“¿Y qué piensa hoy Ernesto Cardenal del movimiento revolucionario que lo encontró luchando junto a Ortega durante tantos años? «Fue una revolución muy bella, lo que pasa es que fue traicionada. Lo que hay ahora es una dictadura familiar. Eso no fue lo que apoyamos nosotros», sostuvo hace poco en Managua, cortito y al pie.” (Infobae, 2017)
También se refería de esta manera al actual gobierno nicaragüense, para un conocido medio español, el año pasado.
“Ellos (Ortega y Murillo) son dueños de todos los poderes de Nicaragua. Tienen un poder absoluto, infinito, que no tiene límites, y ese poder está ahora en mi contra”, dijo Cardenal a EL PAÍS en una entrevista.” (El País, 2019)
En cuanto a la relación de Ernesto Cardenal con la Iglesia Católica, después de la revolución sandinista, tiene, como comentarios más recurrentes, dos escenas que al poeta y aún, en 1983, sacerdote, algo que lo convertía en santo y demonio, según los simpatizantes de la izquierda a quien se preguntara. Una, la de la especie de humillación que ejecuta el mismo Cardenal al besar la mano del más anticomunistas de los papas, incluso más que Juan XXIII con lo de los milagros de la Virgen de Fátima, advirtiendo sobre las plagas de aquella aberración política y de la naturaleza llamada comunismo: Juan Pablo II; escena en que, además, se constata en los gestos de su Santidad un regaño como el que se daría a un mozo malcriado que le anduviera siempre contando mentiras a las muchachas, o en su defecto, haciendo revoluciones, en este caso al poeta, guerrillero y sacerdote, suponemos que en latín: “Primero debe reconciliarse con la Iglesia”. Y otra, en la misma fecha y visita papal, en que Cardenal levantó el puño en la catedral, gritando: “¡Viva la revolución!”. Por lo que el Vaticano decidió después alejarlo de sus filas. Pero cuentan fuentes de confiar que el papa actual le devolvió su puesto sacerdotal en 2019, como comenta en una nota El Clarín.
Como artista poeta y militante revolucionario, así se refiere a él, para El País de España, su amigo el compositor Carlos Mejía Godoy, compañero suyo en la revolución:
“La misa campesina no hubiese sido posible sin Ernesto Cardenal por muchas razones. Primero por su obra y no solo poética, sino ese apostolado en Solentiname donde creó un proyecto místico, revolucionario y cultural, con el taller de pintura primitivista más importante del mundo. Esa obra de Ernesto Cardenal fue el punto de partida para escribir una misa silvestre, una misa que rompió con todos los esquemas de la misa tradicional”, dijo Mejía Godoy.
El compositor musical Hernaldo Zúñiga dijo tener sentimientos encontrados sobre el comunicado gubernamental de tres días de luto, ordenado por el gobierno de Ortega:
“Más allá de un asunto meramente táctico, de oportunidad política, quisiera pensar que detrás hay un gesto honesto”, dijo Zúñiga a EL PAÍS. “Es decir, apunto que independientemente de los brutales desencuentros que tuvo Ernesto con el régimen del presidente Ortega, lo cierto es que es tan grande su impronta en nuestra historia, que eso terminó venciendo las miserias inmediatas, la procacidad con la que fue tratado el padre en los tiempos recientes. Quisiera creer que ese reconocimiento desde las instituciones del Estado es honesto”. (El país, hoy)
También ha dicho el compositor: “Fue un icono inspirador para almas todavía en proceso de formación. Él nos dio eso a los muchachos de entonces: primero con el testimonio del hombre, del religioso… él hizo un cóctel de aparentes contradicciones, pero al final tenía una inmensa coherencia. El actuar de Cardenal en el contexto de Nicaragua fue valioso e inspirador. Una referencia poderosísima para mucha gente”.
Gocé más de sus retratos de piratas y corsarios que de su “Oración por Marilyn”, recuerdo haber admirado sobremanera un pequeño ensayo introductorio sobre la figura del poeta Ezra Pound, del que fuera un importante traductor y divulgador al idioma español y para América Latina, pues lo admiraba mucho y fue influenciado por él. La reputación de Cardenal en las artes, se vuelve innecesario decir que ha sido y será extraordinaria.
Esta mañana, casi desperté con el lamento de a quien considero un amigo, el poeta chileno Héctor Hernández Montecinos, que anunciaba en una de sus cuentas la noticia de la muerte de su querido Ernesto Cardenal y en que evocaba haber tenido muchas ganas de darle un fuerte abrazo, pronto.
Be the first to comment