Municipalismo Libertario: Ciudades en Red como Plataformas Resilientes para la Transición Post-capitalista

Vivimos en una época de crisis terminal para las instituciones centralizadas de todo tipo, incluyendo a los dos miembros más notables del género: los estados y las grandes corporaciones. Tanto una causa como un síntoma importante de esta transición es la reducción constante de la cantidad de mano de obra necesaria para mantener un determinado nivel de producción y, por consiguiente, de la demanda agregada del total de mano de obra asalariada. Esto se manifiesta en la disminución de las tasas de participación en la fuerza de trabajo y en el desplazamiento de una parte cada vez mayor de la fuerza de trabajo restante del trabajo a tiempo completo al trabajo a tiempo parcial y al empleo precario (este último incluye el trabajo temporal y por contrato). Otro síntoma es la retracción del Estado ante la crisis fiscal y la tendencia a la austeridad social en la mayoría de los países occidentales; esto va acompañado de una desintegración de las redes de seguridad tradicionales apoyadas en el empleador, como parte de la disminución del empleo a tiempo completo.

El pico del petróleo (y otros combustibles fósiles) está creando presión para acortar las cadenas mundiales de suministro y distribución. Al mismo tiempo, los costos imperiales para mantener el control sobre un sistema económico globalizado de producción subcontratada se están volviendo prohibitivos; las tecnologías militares de denegación de acceso a un área adquieren ventajas sobre las de proyección de energía.

Las mismas tendencias tecnológicas que están reduciendo la necesidad total de mano de obra también, en muchos casos, hacen que la producción directa para su uso en las economías informales, sociales y domésticas sea mucho más viable económicamente. Las máquinas CNC de código abierto baratas, la información en red y las plataformas digitales, la permacultura y los jardines comunitarios, las monedas alternativas y los sistemas de crédito mutuo, reducen la escala de producción factible de muchos bienes a nivel de hogar, de múltiples hogares y de vecindario, y reducen de forma similar los desembolsos de capital necesarios para producir directamente las necesidades de consumo a una escala dentro de los medios de tales agrupaciones

Si juntamos todas estas tendencias, vemos cómo el viejo modelo de medios de vida seguros mediante salarios se derrumba al mismo tiempo que la nueva tecnología destruye la base material de la dependencia de las empresas y el Estado.

Pero como todas las transiciones, esta es una transición no sólo de algo, sino a algo. Ese algo tiene un parecido más que pasajero con el futuro comunista libertario que Pyotr Kropotkin describió en «La conquista del pan y los campos, fábricas y talleres»: la reubicación de la mayoría de las funciones económicas en pueblos mixtos agrícolas/industriales, el control de la producción por parte de los que participan directamente en ella, y la desaparición de las diferencias entre la ciudad y el campo, el trabajo y el ocio, y el trabajo intelectual y muscular.

En particular, se trata en gran medida de una transición hacia una sociedad postcapitalista centrada en los bienes comunes. Como dice Michel Bauwens, el paradigma de los bienes comunes sustituye al paradigma socialdemócrata tradicional en el que el valor se crea en el sector «privado» (es decir, corporativo) a través del trabajo de mercancías, y una parte de este valor es redistribuida por el Estado y por los sindicatos, a uno en el que el valor se co-crea dentro de los bienes comunes sociales fuera del marco del trabajo asalariado y el nexo del dinero, y el proceso de creación de valor es gobernado por los propios co-creadores. Debido a los cambios tecnológicos que conlleva lo que Bauwens llama producción «cosmo-local» (producción física que es primordialmente local, utilizando instalaciones de escala relativamente pequeña, para el consumo local, pero utilizando una información global de los bienes comunes libremente disponible para todas las localidades), el nivel primario de organización de esta sociedad basada en los bienes comunes será local. La producción cosmo-local (DGML = Design Global, Manufacture Local) se rige por los siguientes principios:

  • Cooperativismo de protocolos: los protocolos inmateriales y algorítmicos subyacentes son compartidos y de código abierto, utilizando los principios de la «copyfair» (libre intercambio de conocimientos, pero comercialización condicionada por la reciprocidad).
  • Cooperativismo abierto: las cooperativas basadas en el procomún se distinguen del «capitalismo colectivo» por su compromiso de crear y ampliar los bienes comunes para toda la sociedad; en las cooperativas de plataforma son las propias plataformas las que constituyen el procomún, necesario para permitir y gestionar los intercambios que puedan ser necesarios, protegiéndolo al mismo tiempo de ser capturado por las plataformas netárquicas extractivas.
  • Contabilidad abierta y contributiva: mecanismos de distribución equitativa que reconocen todas las contribuciones.
  • Cadenas de suministro abiertas y compartidas para la coordinación mutua.
  • Formas de propiedad no dominantes (los medios de producción se mantienen en común en beneficio de todos los participantes en el ecosistema.

En el presente documento examinaremos la emergente economía distribuida y basada en el dominio público, como base para la transición poscapitalista, en tres niveles: la microaldea y otras formas de coabastecimiento/coproducción, la ciudad o pueblo como unidad y las federaciones regionales y mundiales de ciudades.

Acerca de Milton Castillo 465 Articles
Soy W. Miltón Castillo, toco la bateria en una banda de Rock and Roll, en mis tiempos libres me dedico a escribir.

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