El estilo paranoico en la política de la pandemia

Por Paul Krugman

Cuando Chris Wallace le preguntó a Donald Trump: “¿De qué manera considerará sus años como presidente de los Estados Unidos?”, Trump no citó un solo logro. En cambio, pasó inmediatamente al modo de queja, declarando que “me han tratado injustamente y no lo digo por paranoia”.

En realidad, señor presidente, eso es paranoia. Pero si bien Trump no pudo citar ningún logro, una cosa que sí ha logrado es definir la paranoia.

En otra administración, sería un escándalo que duraría días si el presidente intentara nombrar a la posición # 3 en el Pentágono a un loco de las teorías de conspiración, quien afirma que el exjefe de la CIA conspiró para asesinar al presidente. En la actualidad apenas apareció en el ciclo de noticias.

Pero si la administración Trump y sus aliados, tanto en el Congreso como en los medios de comunicación, eran paranoicos antes de la Covid-19, las cosas han empeorado mucho en los últimos meses.

Peter Navarro, el zar comercial de la administración, recibió muchas críticas por su artículo de opinión atacando a Anthony Fauci; si ustedes creen que lo hizo sin el visto bueno de su jefe, tengo un título de la Universidad Trump que quizás quieran comprar. Pero su aseveración unos días antes de que la Covid-19 era un “virus convertido en arma” y enviado por China para dañar la economía de los Estados Unidos fue mucho más loco, y habría sido un incidente internacional importante si los chinos, como todos los demás, no les preocuparan mucho las chifladuras trumpistas.

¿Y qué me pueden decir de personas como Rush Limbaugh, a quien Trump le dio la Medalla Presidencial de la Libertad? Hace unos meses estaba calificando a la Covid-19 de engaño, no peor que el resfriado común, que estaba siendo “convertido en arma” (a ellos les encanta esa frase) contra su presidente. Ahora dice que deberíamos emular a la Fiesta Donner (*), que recurrió al canibalismo cuando las cosas se pusieron difíciles.

Hay un par de razones por las cuales la pandemia ha amplificado la paranoia de la derecha. Una es que ha transformado el panorama electoral. Hasta febrero, Trump generalmente iba un poco detrás en las encuestas nacionales. Pero el Colegio Electoral trabajó a su favor e incluso en abril la gente de Wall Street estaba segura de que ganaría. Ahora está en una gran desventaja, por todas las razones correctas.

Sin embargo, más allá de eso, el fracaso de Trump ante la Covid-19 ha sido tan completo, tan total, que sus partidarios no pueden procesarlo.

A menudo los presidentes reciben el crédito o la culpa por cosas que no pueden controlar; excepto en un momento de crisis que incluye la economía, la que es impulsada más por las fuerzas impersonales y la política de la Reserva Federal que por el tipo que se sienta en la Casa Blanca.

Pero responder a emergencias nacionales es en gran medida responsabilidad del presidente. Tampoco pueden Trump y sus partidarios afirmar de manera creíble que lo hizo tan bien como cualquiera podría haber esperado: el desempeño de los Estados Unidos ha estado tan por debajo de lo que otros países ricos han logrado que es difícil explicarlo –estamos muriendo 10 veces más rápido que los europeos, y vamos a encerrarnos otra vez a medida que otros países vuelven a una vida más o menos normal.

Piensen en lo que esto significa si ustedes son partidarios de Trump. Admitir lo que está ante sus ojos significa admitir que han sido unos tontos: todo lo que dijeron los críticos de Trump, todo lo que advirtieron, resultó ser cierto, y ustedes estaban ciegos ante lo obvio.

Puede que algunas personas sean capaces de enfrentar esta realidad, aprender de ella y seguir adelante. Pero la mayoría de la gente no puede procesarlo. Algún día podrán lograr convencerse de que nunca apoyaron a Trump en primer lugar. Por ahora, sin embargo, su único recurso es insistir en que todo es mentira, que hay una gran conspiración del estado profundo para acabar con su héroe.

La paranoia golpea profundamente, especialmente cuando es todo lo que uno tiene.

(*) La Fiesta Donner fue un grupo de “pioneros” estadounidenses que emigraron a California en un tren de vagones desde el Medio Oeste. Atrapados por las nieves en las montañas de la Sierra Nevada en el invierno de 1846-1847, recurrieron al canibalismo para sobrevivir, comiéndose los cadáveres de los que habían sucumbido al hambre y las enfermedades. (Nota del Traductor.)

Tomado de The New York Times. Traducción de Germán Piniella para Progreso Semanal.

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