Honduras se convierte en vanguardia de la contra ofensiva frente al derecho al aborto

Las redes autodenominadas pro-vida celebran el blindaje de la prohibición del aborto en Honduras, ratificado el jueves 28 de enero por el Congreso hondureño. Mientras, feministas y organismos internacionales ponen en duda la legalidad de la reforma constitucional.
Por Sarah Babiker
El jueves 28 de enero el Parlamento hondureño ratificaba el decreto ley que, una semana antes, había blindado la prohibición del aborto y del matrimonio gay. Con una mayoría holgada las diputadas y diputados sancionaban lo que ya habían votado el 21 de enero: modificar los artículos 67 en el que se penaliza el aborto en todas las causales y que depara penas de cárcel de entre 2 y 8 años y el artículo 112 en el que se establece que el matrimonio es la unión formada por un hombre y una mujer.

La reforma, que se ha planteado como un “escudo contra el aborto” consiste en la introducción del requisito de que tres cuartas partes del Parlamento sean necesarias para modificar o reformar los artículos mencionados. Dicha disposición, en la práctica, imposibilita que Honduras —que junto a El Salvador, Nicaragua, República Dominicana, Haití y Surinam es uno de los seis países de la región en los que está prohibido el aborto bajo cualquier circunstancia— avance en derechos reproductivos.

La decisión se toma a un año del final de la legislatura en base a una propuesta del vicepresidente del país, Mario Pérez, que ya a principios de enero declaraba su voluntad de impedir futuros cambios en la legislación. “En Argentina ganó la izquierda y este tema rápidamente se puso en la agenda legislativa, en México ganó la izquierda, no creo que aquí gane la izquierda, pero es mejor estar con los cuidados para proteger a los niños”, avisaba poco después de presentar el proyecto de ley, solo dos semanas después de que la despenalización del aborto obtuviera la aprobación del Senado en Argentina. El mandatario agregaba: “Esta es una decisión que va en protección a la niñez, la alegría del mundo son los niños, la alegría de cualquier casa son los niños y debemos cuidarlos y protegerlos”.

Como recordaba Naciones Unidas, en Honduras cada año abortarían en condiciones inseguras entre 51.000 y 82.000 mujeres, y una de cada cuatro menores de 19 años pasan por un embarazo, teniendo el país la segunda tasa más alta en la región de embarazos adolescentes. Muchos de estos embarazos serían producto de violación e incesto. El país prohíbe incluso la píldora anticonceptiva de emergencia.

Entre el jueves de la aprobación y el jueves de la ratificación, el lunes 25 se celebraba el día de la mujer hondureña, en el que se conmemora el acceso al sufragio de las mujeres del país —el 25 de enero de 1955 votaron por primera vez—. La jornada se convirtió en un día de protesta ante lo que las feministas consideran una decisión aberrante y contraria a la legalidad internacional. El movimiento de mujeres valora denunciar al Estado por infringir sus compromisos con tratados internacionales de rango superior.

Ya el viernes 22, el Movimiento de Mujeres por la Paz Visitación Padilla manifestaba en un comunicado su rechazo: “Repudiamos la manipulación por parte del oficialismo cachureco [conservador], ya que este es un problema grave de salud pública que, según cifras oficiales de la Secretaría de Salud, solo en 2019 se dieron más de 1.000 ingresos hospitalarios por aborto en el sistema de salud pública y se dieron 882 partos en niñas de entre 10 y 14 años producto de violencia sexual”, denunciaban.

Por su parte, el organismo garante de los derechos de las mujeres a nivel regional, el comité del Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará (MeSeCvi), apuntaba que la reforma “implica una violación al principio general de no retroactividad y de progresividad de los derechos humanos y conlleva una vulneración a los estándares internacionales en la materia y al derecho a la salud reproductiva de las mujeres, adolescentes y niñas“. ONU Honduras señalaba que la modificación colisionaría con el artículo 373 de la propia Constitución hondureña, que establece en dos terceras partes del Congreso (y no tres cuartas como se establece en la reforma ratificada el jueves) la mayoría cualificada.

Las colectivos LGTBI también han hecho pública su preocupación en un país donde las disidencias sexuales son, de manera creciente, víctimas de violencia. “Cada vez más Honduras se va convirtiendo en un país antiderechos, que utiliza nuestros cuerpos para hacer campañas políticas, que utiliza la orientación sexual y la identidad de género como herramienta de discriminación”, afirmaba la activista Indyra Mendoza en las redes sociales a través de la Organización lésbica feminista Cattrachas.

La maniobra del Parlamento hondureño ha desencadenado la solidaridad del movimiento feminista latinoamericano, multiplicándose los mensajes de apoyo y señalando a un movimiento anti-derechos muy activo en el continente.

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