Leonardo Ogaz Arce.
El contexto de las elecciones presidenciales del Ecuador no podía ser peor, una crisis sanitaria, económica, social, política y ética de proporciones alarmantes. Más de un millón de desempleados, seis millones de gentes sumidas en la pobreza, una pésima gestión de la pandemia por parte del gobierno, la credibilidad del poder ejecutivo por debajo del 10%, de acuerdo a mediciones recientes, y con unos infamantes casos de corrupción alrededor de los hospitales, las vacunas y los medicamentos, que marcaron un escenario complejo para el evento electoral.
Es necesario señalar que en el terreno de lo ideológico-político-cultural hay un predominio mayoritario de las ideas liberales y neoliberales traducidas en las sub-ideologías del emprendimiento y del relato de uno de los candidatos, de cómo pasó de una persona de bajos recursos a banquero rico a través del esfuerzo individual, tal cual una telenovela, cuestiones que son asumidas acríticamente por amplios sectores de la población. La derecha en más de alguna medida tiene copado amplios espacios del sentido común, con un apoyo consolidado en los medios de comunicación y otras instancias de la sociedad civil. Este predominio se manifestó en la primera vuelta electoral en donde hubo 16 candidaturas de las cuales 15 eran de variados matices de la derecha y solo un candidato de la izquierda con visos de una visión contra hegemónica, que era el representante del movimiento indígena.
La primera vuelta electoral gana el candidato Andrés Arauz con un holgado 32.72% de los votos válidos recogiendo sobre todo el descontento hacia el gobierno de Lenín Moreno a quien acusaban de traidor. Además la ventaja la obtuvieron por las fragmentadas opciones con que se presentó la derecha a esta primera vuelta.
En cambio para discernir el otro candidato hubo una agría disputa, en la que el candidato Yaku Pérez que en primera instancia aparecía ganando con una ligera ventaja es desplazado a última hora en las penumbras de la noche por el candidato de la derecha tradicional de este país, a propósito de agregar la votación más de 2000 actas con novedad en la ciudad de Guayaquil, cuyos organismos electorales están totalmente controlados por el Partido Socialcristiano, que terminaron dándole el triunfo a Guillermo Lasso.
En rigor se definió al segundo candidato para la siguiente vuelta electoral mediante un acuerdo político entre: el Partido Social Cristiano, el Partido CREO y el silencio y la anuencia cómplice de los miembros correístas del Consejo Nacional Electoral quienes acordaron eliminar mediante un fraude, a la candidatura indígena, violando la voluntad popular, según señala el candidato indígena Yaku Pérez Guartambel. Tanto el Consejo como el Tribunal Contencioso Electoral se negaron a realizar un nuevo recuento parcial de votos solicitado por los representantes de Pachacutik, organización política del movimiento indígena, incluso irrespetando un acuerdo entre los candidatos avalado por el Consejo Nacional Electoral, ya que tenían una serie de evidencias de operaciones oscuras y fraudulentas. Finalmente el candidato que representaba el movimiento indígena obtuvo una votación de 19,39% de los votos válidos y el señor Guillermo Lasso el 19,74%, quien pasó de esta manera a la segunda vuelta.
Las razones del silencio y anuencia cómplice esgrimidas por fuentes correístas, respecto del fraude, era la consideración de que les iba a resultar muy difícil ganar en una segunda vuelta al candidato indígena, en cambio estimaban que podían derrotar con relativa facilidad al candidato de la derecha. Se equivocaron del medio a la mitad, el banquero logró imponerse en la segunda vuelta.
Una vez consumado el fraude se abre el escenario de la segunda vuelta en que se confronta la candidatura de Andrés Arauz que representa al populismo correísta y el candidato de la derecha neoliberal. Se va a producir en este nuevo escenario un brusco cambio en la correlación de fuerzas.
La candidatura de los partidarios del expresidente Rafael Correa en realidad parten con la pesada mochila que significó el gobierno de 10 años de su promotor sobre todo en materia de autoritarismo y corrupción y en sí una campaña con muchas debilidades, la primera de ellas resultante de la designación a dedo del candidato por parte del señor Rafael Correa, sin ninguna consulta a las bases, Arauz era un personaje desconocido en la vida política nacional, que había ejercido diversos cargos en el gobierno de su mentor. Esto obligó en la primera vuelta a asociar la figura de Correa con la de Arauz de una forma abierta para poder posicionar al candidato, cuestión que lograron plenamente. Sin duda esto sirvió para que el candidato Arauz ganara la primera vuelta y al mismo tiempo es la causa principal para que perdiera la segunda vuelta electoral.
Por otra parte la estrategia electoral se mostró sumamente feble ya que tenía como punto central identificar al candidato de la derecha con el actual gobierno, cuestión que era real, pero no lo supieron posicionar de manera adecuada. El otro punto de la estrategia era resaltar el status de banquero del señor Lasso, cuestión que tampoco les generó los efectos deseados, y el tercer punto del eje de contra propaganda fue volver a marcar la responsabilidad del señor Lasso en la desastrosa crisis económica conocida como el feriado bancario del año 1999. Cuestión que por repetida en las dos campañas anteriores tampoco incidió en restarle fuerzas a la candidatura de Lasso. En cambio en el terreno de las propuestas, en los primeros días de la campaña de la primera vuelta el candidato Arauz golpeó la mesa de la confrontación ofreciendo mil dólares para un millón de las personas más pobres del país, pero la propuesta fue perdiendo fuerza, finalmente se la retiró de la oferta electoral y en el debate televisivo de la segunda vuelta ya ni siquiera fue planteada. La falta de carisma del candidato y la falta de imaginación en la propaganda de las propuestas terminaron por contribuir a desgatar la figura del candidato, que además jamás logró mostrar una independencia respecto de la figura de Rafael Correa, en el extranjero y condenado por la justicia.
En cambio la candidatura del Señor Lasso, quien ya había sido candidato a Presidente por dos ocasiones anteriormente, demostró una resuelta voluntad de triunfo en la segunda vuelta logrando revertir su pésima campaña y resultados de la primera vuelta. El candidato Lasso recibe la asesoría de dos conocidos expertos en marketing político y cambia su estrategia del cielo a la tierra. Cambia su imagen, su forma de vestir, se hicieron famosos unos zapatos rojos, y se propone captar a todos aquellos electores de las otras candidaturas también de derecha y también de la izquierda y lo logra en gran medida, solo con la excepción de Isidro Romero que dio su apoyo público al candidato Andrés Arauz. Yaku Pérez también se resiste a algunas tentadoras ofertas, todos los demás de una u otra manera pliegan a la candidatura del banquero. Pero lo esencial es que cambia los lineamientos políticos de su campaña y logran ampliar la adhesión electoral incluso hacia los sectores sociales que habían respaldado la candidatura del movimiento indígena de Yaku Pérez. El eje vertebrador fue plantear una batalla de la democracia y la libertad en contra del autoritarismo y la corrupción de su opositor. Esta cuestión fue clave porque logró recoger todo el sentimiento anticorreísta, que es grande y extendido por efecto de las ejecutorias que tuvo el gobierno de la llamada Revolución Ciudadana. De tal manera que tenemos la paradoja de que Guillermo Lasso pierde en toda la región costa y en particular Guayaquil que es su región de origen y gana en la región de la Sierra y la Amazonía que son zonas de gran influencia indígena.
Lasso cambia también sus posiciones fundamentalistas en materia sexuales, valóricas, y del reconocimiento de derechos a las diversidades sexuales, recordemos que el actual presidente electo es miembro del Opus Dei. No obstante pudieron más sus enormes deseos de acceder a la presidencia de la república.
La CONAlE y el partido Pachacutik junto al candidato Yaku Pérez plantean ante la segunda vuelta el voto nulo. Y lograron incrementar este voto por sobre sus promedios históricos poco más allá del 13% del total de sufragantes y de 16% comparado con los votos válidos, con un total de 1.758.196 votos. La importancia de esto radica en que cuentan con una buena base de apoyo para articular una resistencia a una posible continuidad de las políticas neoliberales que ha venido implementando el gobierno de Moreno. Además de poner bases sólidas a una tercera vía opuesta y distinta tanto al populismo como al neoliberalismo. No obstante la votación de la población indígena de dividió entre el voto nulo y el apoyo a Guillermo Lasso.
En definitiva la explicación del triunfo del actual Presidente electo Guillermo Lasso obedece a que logró captar tras de sí una acentuada corriente anticorreista producto del autoritarismo y la corrupción que se manifestó en el gobierno de la revolución ciudadana, su política de confrontación con los movimientos sociales en particular con el movimiento indígena resultó decisivo para la derrota del Candidato Arauz ya que una gran cantidad de indígenas también votó por el candidato de la derecha lo cual resulta paradojal, pero explicable por el conjunto de agresiones y vejámenes recibidos durante el gobierno de Rafael Correa.
Ahora, es más o menos evidente, que la votación en favor de Guillermo Lasso tiene la connotación de: más que un pronunciamiento a favor del candidato, su programa, o sus cuantiosas ofertas, ser un claro rechazo al regreso del correísmo. La cifras lo indican claramente en la primera vuelta Guillermo Lasso obtuvo 19.74% y en la segunda vuelta un 52.36%, es decir, un crecimiento de 32.69 % más que en la votación inicial. Es decir, que la votación dura del candidato Lasso que resulta de su alianza con el Partido Socialcristiano se reduce solo a ese 19.74%, se incrementa en ese alto porcentaje por el hecho de encarnar la libertad y la democracia en contra del autoritarismo y la corrupción de Correa.
Ahora, lo que ocurre con la candidatura de Andrés Arauz es que solo logra un crecimiento de un 14,92% en relación a su votación de la primera vuelta, esto podría estar indicando que la tendencia correísta tiene una especie de techo electoral que le impidió obtener el triunfo.
Las características con que parte el gobierno de Lasso son contradictorias es un gobierno fuerte/débil. Esto quiere decir que es fuerte por contar con el apoyo del conjunto de la clase empresarial, los partidos políticos de la derecha, los medios de comunicación, la iglesia católica, la policía y las fuerzas armadas, es decir cuenta con el apoyo del bloque de poder y además se ha granjeado el apoyo mayoritario del electorado, a pesar del fraude en la primera vuelta. Es débil en tanto no cuenta con el respaldo de las organizaciones sociales, que su respaldo electoral es ambiguo, además la crisis económica no le permite un campo de maniobra muy amplio, no tiene una mayoría que lo respalde en el poder legislativo. Por esta razón es que su primer planteamiento político es de unidad y “encuentro”. Es decir, es probable que se vea obligado a establecer alianzas y a matizar su programa neoliberal inicial, al menos hasta consolidar su hegemonía, si es que la consolida.
Ahora, el primer gran desafío del gobierno de la derecha ecuatoriana lo constituye la gestión sobre la pandemia, que hasta ahora ha sido desastroso, y el avance en el plan de vacunación. De cómo se resuelva este problema, además de resolver el acuciante problema del desempleo existente, dependerá en gran medida el éxito o el fracaso del próximo Gobierno.
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