El camino la lucha social en el período electoral

El camino la lucha social en el período electoral
El camino la lucha social en el período electoral

Una vez terminado el período electoral, en el cual se pierden muchas “celebridades”, es posible hacer un repaso del momento histórico, teniendo en cuenta el proceso de la lucha social en su desarrollo histórico, y no la disyuntiva entre correísmo y anti correísmo que ha manejado la brillante intelectualidad del país. Efectivamente la tesis de dispersión y polarización fue la que tuvo mayor eco en estas elecciones, sin embargo, la necesidad histórica, nos exige que la política supere el odio a Correa e identifique la correlación de fuerzas que se ha venido generando y la que predominará en el nuevo gobierno.

Por: Jorge Alarcón Vega.

Fuera del binarismo entre correísmo y anti-correísmo, dos momentos sobresalen previo a las elecciones que deben ser tomados en cuenta en el desarrollo de la lucha de clases: la rebelión de octubre y la pandemia mundial. Después de la histórica rebelión de octubre, dos caminos son claros: o aceleramos el proceso revolucionario o retrocedemos hasta un proceso contra-revolucionario. En ese sentido, un sector de las “izquierdas” ha optado por la lucha en la institucionalidad burguesa, mientras que otro sector ha decidido la lucha desde las bases o desde abajo. Y así como en octubre, la pandemia también visualizó la brecha de las clases sociales en sus diferentes escalas, pero lo peor de todo ha sido la desmovilización social que se abrió en el 2019.

Las luchas sociales y sus efectos políticos

La historia es una espiral de ascensos y descensos de determinadas fuerzas, estos períodos históricos pueden ser sumamente cortos o largos. Desde el lado de las fuerzas sociales, las luchas son las que dan verdadera conciencia política, ya en el análisis comparativo de la Revolución Rusa versus la lucha parlamentaria alemana, Luxemburgo menciona que: “un año de revolución le ha dado al proletariado ruso el entrenamiento que treinta años de lucha parlamentaria sindical no le pudieron dar al proletariado alemán”[1].

En Latinoamérica el neoliberalismo se instaura en la década pérdida de los ochentas, este modelo político económico del capitalismo se basa en “la maximización de las libertades empresariales dentro de un marco institucional caracterizado por derechos de propiedad privada, libertad individual, mercados sin trabas y libre comercio”[2]. La agitación de las fuerzas sociales se dirigió a dar batalla frontal contra este modelo en la década del noventa y su cosecha desde finales de esa misma década. Pero las luchas populares, al no ser guiadas por una fuerza orgánica que conduzca hacia la revolución, fue manipulada y abanderada por el socialismo del siglo XXI (progresismo). Un sector de la izquierda consideró que el objetivo principal era recuperar el Estado, sin tener presente que el capital también puede ser administrado por éste, como lo demostraría Keynes.

En los países donde estallaron guerras civiles y no lograron triunfar, las luchas sociales tuvieron un enorme retroceso, a tal magnitud que hasta ahora no han alcanzado a recuperarse del chirlazo neoliberal. Mientras que en países como Ecuador, la lucha social tuvo otras características, donde se ganó experiencia en levantamientos populares, que incluso derrocaron a tres presidentes. Ese período de ascenso de los movimientos sociales contra el neoliberalismo en el Ecuador estuvo desde un principio encabezado por el movimiento indígena, por ello, no es raro que nuevamente se encuentren dirigiendo el proceso de resistencia al modelo neoliberal. Octubre dejó abierta la posibilidad de un escenario  pre-revolucionario, en donde ciertos factores confluyen en esa dirección, pero también queda marcada una corriente que limita esta posibilidad.

La versión ecuatoriana de la tendencia progresista, fue la “revolución ciudadana” cuyo caudillo –Rafael Correa- se presentó como el salvador de la patria, pero que en la práctica resultó ser un megalomaniático, colonialista y patriarcal, que utilizó la simbología de izquierda en sus mítines políticos. Ya más concretamente, esto fue conocido como correísmo en honor a su líder, en sus años como gobernante, dividió y reprimió al movimiento social que se encontraba fortalecido en la lucha anti neoliberal. Sin embargo, las fuerzas sociales, continuaron la resistencia, precisamente el sector indígena y campesino fue el que más embates sufrió con el correísmo.

Los proyectos extractivistas sobre todo generaron luchas aisladas, que al finalizar su  período acumularon descontentos masivos. La marcha del agua del 2012 y la del 2015 venían ya dando sacudones de lucha social, llegando al Paro Nacional de agosto de 2015. Fue en este mismo período que la corriente correísta que tanto vociferaba de la recuperación del Estado, había iniciado un proceso de retorno al neoliberalismo. Así el correísmo ya terminaba su período con los famosos acuerdos público-privados, así endeudándonos a organismos financieros internacionales.

El gobierno de Lenin Moreno se presentó como la continuidad del correísmo, ya que no puede ser de otra manera como el capital evoluciona, se moderniza, acumula y entra en crisis permanentes. Así, una vez modernizado el capitalismo en la década de Correa, Moreno empieza el despilfarro, profundiza el neoliberalismo, incrementa la deuda externa y entrega a manos privadas el control social. Pero tan caro le costó lanzar el paquetazo de octubre de 2019, donde la presión social echo atrás el decreto 883 que materializaba una profunda política neoliberal.

Así, el condumio del decreto 883 que fue echado para atrás por la presión social en octubre de 2019, ha sido nuevamente instaurado por el shock de la pandemia. Sin embargo, no hay que olvidar que históricamente cuando los gobiernos han topado el subsidio a los combustibles, la población se ha volcado a las calles de manera espontánea, como aconteció en octubre. Por tanto, el sistema de bandas que liberaliza el precio del combustible favoreciendo al empresariado puede ser momentáneo hasta que ceda tiempo el coronavirus y se reinicie las movilizaciones.

El estallido de octubre es tan importante, en la medida que fueron las clases populares quienes le desafiaron al Estado, obteniendo un triunfo parcial. Es esto lo que no ven tan importantes analistas políticos que difunden sus ideologías al servicio de la burguesía. Octubre de 2019 y la pandemia de 2020 se expresaron en las elecciones de 2021, en estos dos momentos la burguesía intentó implementar su modelo neoliberal, cosa que en octubre las masivas movilizaciones detuvieron este plan. Pero la pandemia fue aprovechada por la burguesía para implementar sus leyes anti populares aprovechando el distanciamiento social y de esta manera dejando servida  la mesa al siguiente gobierno de extrema derecha.

Las elecciones y sus actores

Es común ver en períodos electorales el mareo político, donde hay  gente que defiende hasta con las uñas a sus candidatos, momentos incómodos de disputas sin sentido, sueños que se desvanecen cuando empiezan los acuerdos políticos entre las distintas fuerzas políticas. El mareo sobre todo se da entre la intelectualidad de izquierda que se disputa la verdad de la lucha “revolucionaria” bajo las condiciones del sistema capitalista, el correísmo y el pachamamismo están en esa línea, aunque son totalmente opuestas. La polarización y dispersión de estas elecciones dejó a cuatro actores principales: la derecha tradicional, la derecha modernizada, la izquierda del capital, y el voto nulo.

La pandemia redujo el número de votantes en estas elecciones, en la primera y segunda vuelta la comparación entre el total de sufragantes y el ausentismo equivalió a casi una seta parte de los electores, esto resta representatividad a cualquier triunfador. Y aunque para la segunda vuelta hubo un pequeño aumento de votantes debido a la presión electoral, éste igual fue reducido. El ausentismo, el voto nulo y voto blanco marcaron un hito histórico en estas elecciones, a tal punto que la democracia representativa empieza a tambalear. Por otra parte, entre el circo de candidatos, el candidato sorpresa fue Xavier Hervas de la Izquierda Democrática ID, que alcanzó el (15,68%) en la primera vuelta. Las redes sociales le permitieron captar un público joven sin ideología política, por ello fue fácil que en la segunda vuelta al igual que Hervas apoyaran a Lasso.

La derecha tradicional

La derecha tradicional está identificada con la alianza de los partidos CREO y PSC, son quienes promueven el neoliberalismo en el país, su estrategia electoral ha sido la de dividir aún más a las “izquierdas”. Esta clase dominante le apostó al todo por el todo en estas elecciones, por ello, utilizaron todos los medios de su poderío económico y político, incluidas ciertas instituciones públicas estratégicas como es el CNE y las FFAA.

A pesar del triunfo presidencial, esta clase dominante está consciente del revés político con que fueron castigados por octubre 2019 y la pandemia, ya que si comparamos los resultados de la primera vuelta electoral hace cuatro años, CREO alcanzó el 28,09% y el PSC el 16,32%[3]. En febrero 2021 estas dos fuerzas políticas juntas alcanzaron 1´830.172 votos (19,74%), de inmediato intensificaron la estrategia que ya estaba en ciernes, la campaña contra el correísmo –que fue el objetivo común de la mayoría de candidatos en la primera vuelta-. En esa misma vuelta se pudo notar que Lasso no representa la primera opción, apenas pasó a la segunda vuelta con un 0,35% de diferencia a Yaku Pérez.

En la segunda vuelta Lasso obtuvo el (52,36%). Si sumamos ese anti-correísmo presente en los otros candidatos, sobre todo de los votos de Hervas, tendríamos un 46,02%. Esto quiere decir que, para ganar algunos votos de Pérez fueron seducidos hacia Lasso en la medida del anti-correísmo, y que se concretó en el diálogo que mantuvieron estos dos candidatos en el CNE. Los votos de los indecisos o blancos no incidieron en el triunfo de Lasso. El incremento de los votos de Lasso en la segunda vuelta a tener 5´670.495 votos, sigue siendo menor frente al resto de sufragantes del universo de votos válidos 7´436.962, es decir, los ausentes, nulos, blancos y quienes votaron por Arauz.

Esta élite fue la que trasladó la sede de gobierno a Guayaquil, huyendo en un acto racista de los indígenas del páramo, lo que les acreditó una pésima imagen.  De igual manera en la pandemia, este sector influyó en el gobierno de Moreno para acelerar el proceso de flexibilización laboral, de represión a los pequeños comerciantes, de la liberalización del precio de los combustibles. La corrupción que tanto endosan a los correístas, se manifestó en esta oligarquía, sobre todo en el tema de la salud. En la pandemia el sector más afectado fueron los más pobres, por el contrario, el empresariado fue afectado mínimamente.

Y es obvio que Lasso al ser un banquero responde a los intereses financieros privados y por tal su política económica estará direccionada en ese sentido. Así mismo, los medios de comunicación masiva le hicieron la campaña a Guillermo Lasso, su candidato, pero aun así, no han conseguido cambiar la opinión de la gente, como tampoco lo consiguieron en octubre. Esta burguesía tiene intereses en el sector de la comunicación y en algunos sectores de la producción, así como en las encuestadoras  que también jugaron un rol en el pronóstico y resultado electoral. Para mejorar su imagen, en los primeros meses dará la impresión de ser un demócrata que respetará las instituciones y así confundir o minimizar la lucha social, pero es en el campo económico donde están las futuras batallas.

Ahora bien vamos a poner en claro que esta derecha tradicional no guarda contradicción antagónica con el correísmo, y eso se muestra en los acuerdos pasados y los que se avisoran entre estos sectores. Las dos fracciones políticas nombradas, están compuestas por burguesías que respaldan a uno u otro candidato, tanto así que si quitamos los rostros de los candidatos, podremos ver a dos grupos económicos tras la presidencia. Hay que recordar que en la época de Correa, el sector financiero fue el que más ganancias tuvo, por lo tanto, dicho odio no es a muerte, sino apenas una situación de gobernabilidad y de manejo de la administración del sistema en el país.

La derecha modernizada

Políticamente lo componen los grupos de la Unidad por la Esperanza UNES, en la papeleta Centro Democrático, Andrés Arauz fue el candidato de esta tendencia correísta. Esta corriente se dice ser de izquierda, más en los hechos han representado la modernización del sistema capitalista, es decir, la modernización del aparato productivo en función de las nuevas demandas del capital global, de ahí sus grandes obras. La fuerza del correísmo no está derrotada como algunos creen, su fuerza se verá haciendo oposición en la Asamblea Nacional, así como en algunos GAD. El correísmo no ganó, pero su fuerza le da capacidad de negociación directa con la derecha tradicional, que como vimos son dos rostros de la misma moneda nada más.

Esta derecha modernizada se confió en la primera vuelta donde alcanzaron 3´033.791 votos (32,72%), pero la amplia votación no le fue suficiente. En la segunda vuelta Arauz alcanzó 5´159.327 votos (47,64%), este incremento en un casi 15% más nos muestra que de algún lugar tuvieron aumentaron los votos. Las alianzas políticas no le resultaron, así que recurrió a entablar un trabajo con bases de los distintos partidos, e incluso en el movimiento indígena. Sin embargo, la maquinaria estatal y el poder empresarial, los medios de comunicación masiva y la alianza de todas las fuerzas políticas en su contra, fueron todos juntos un potencial para no detener el correísmo.

El joven Andrés Arauz fue formado como tecnócrata dentro de la tendencia correísta y constituía la garantía del retorno de esa corriente, fue la figura de Correa para estas elecciones. Sin embargo, la tesis del amigo/enemigo de Correa que la hacía púbica en sus sabatinas engendró un odio en muchos ciudadanos, era una muestra más de su autoritarismo. El alardear de discursos radicales le gano un público, sobre todo cuando en palabras atacaba a la oligarquía, pero en la práctica encarcelaba a luchadores sociales. A pesar de este inconveniente, el correísmo logró mejorar cifras macroeconómicas, redujo la pobreza extrema y expandió la clase media; además dinamizó el circulante, lo que dio la percepción de que se había mejorado la situación económica del país. Precisamente ese imaginario de estabilidad económica es lo que vieron sus electores.

En el contexto internacional, la disputa entre las potencias de Estados Unidos y China junto a los BRICS está marcando el reloj de la política y del comercio internacional, donde se anticipa que probablemente el próximo verdugo mundial será China. Es ahí donde hay que ver el retorno de los progresismos en América Latina, pero los cristales gringos siempre han vislumbrado los ojos de nuestras derechas y sus políticos son fanáticos defensores del símbolo norteamericano y de todas las relaciones con los organismos multilaterales. La tercera vía política mundial debería diferenciar estos dos bloques y adquirir cierta independencia política de ambas potencias.

A pesar que muchos de sus intelectuales hayan salido de filas de la izquierda, no pasan de prácticas reformistas en el mejor de los casos. Asumieron la vieja tesis de los partidos comunistas de la alianza con la burguesía para el desarrollo capitalista y después plantearse la revolución, es decir, a incentivar la tesis del mal menor. Pero, el mal menor nos ha dejado en la década correísta varias lecciones, entre ellas, que la gente pierde su capacidad de organización y su fuerza ante el enemigo de clase, ya que se le muestra una institucionalidad aparentemente “armoniosa” para la participación “democrática”.

La izquierda del capital

Es una corriente socialdemócrata y reformista, representada en Yaku Pérez, que en primera vuelta alcanzó un empate técnico con el candidato Lasso, eso habría mareado a las bases. Yaku Pérez constituye la mejor opción de izquierda para el capital, Pachacutik el brazo político del movimiento indígena se acopló al sistema de partidos, y por tanto, sus intereses poco a poco se fueron separando de las bases, como históricamente lo han demostrado en elecciones pasadas. De igual forma que el correísmo que se considera de izquierda, en el mejor de los casos esta tendencia puede aspirar a ciertas reformas.

Esta no es la primera vez que Pachacutik queda en tercer lugar, ya en 1996 obtuvo el 20,06% con Freddy Ehlers, y en el 2002 en alianza con Sociedad Patriótica el 20,06%[4]. En la primera vuelta del 2021 alcanzó 1´798.057 votos (19,39%), apenas con una diferencia de 0,35% con respecto a Lasso. El alto índice de su votación se dio sobre todo a que captó electores que participaron en el levantamiento de octubre de 2019. Con toda esa fuerza, ante el fraude que denunció, debió haber metido presión desde el inicio, sin embargo ha tratado de desenmarcarse de la “violencia” y se ha asumido como un candidato pacífico, que felices se sienten las burguesías con sus intervenciones.

Se conoce que Yaku Pérez fue criminalizado por Correa en su lucha antiminera, de ahí que empató su odio anti correísta igual que la derecha tradicional, a pesar de que en campaña se mostró como una tercera vía, en el fondo se tendió un puente con la derecha tradicional. El pachamamismo, es un adjetivo o derivación de la madre tierra, en donde algunos intelectuales realizan una mezcla de ecologismo con lo ancestral. El problema no está tanto en la hibridació para el cuidado ambiental, sino que como todo, donde hay fanatismo hacia algún tema, termina por no ser la vía correcta.

La serie de actos previos y posteriores a la primera vuelta, demostraron que el coqueteo con la derecha tradicional y con los organismos financieros internacionales no eran una cuestión separada. Es más, Pérez en todo momento se ha ido desentendiendo de octubre rebelde y ha recibido constantes felicitaciones por parte de la burguesía, quien pasó a admirarle su sacrificio por la naturaleza. Por otra prte, alrededor de Pérez están ONG ambientalistas, financiadas por la cooperación internacional y un sector de la izquierda más retardataria y miope del país que históricamente han detenido el asenso de la lucha social.

El voto nulo

Tradicionalmente el voto nulo era convocado por el anarquismo o por radicales de izquierda, y en el mejor de los casos por fuerzas políticas de izquierda que no lograron tener posibilidades de incidencia en ese campo. Sin embargo, el voto nulo adquiere un nivel histórico junto al desarrollo mismo de los acontecimientos de octubre, y que fue abanderada por la CONAIE. Precisamente es en una Asamblea de la CONAIE que se decidió el voto nulo orgánico para la segunda vuelta, y desde ahí se acogió todo el movimiento indígena y gran parte de la fuerza social del país.

El voto nulo alcanzó el 1´013.395 de votos (9,55%) en la primera vuelta, y en la segunda vuelta 1´761.433 (17%). En las dos vueltas el voto nulo puede manifestarse como un voto frontal contra la democracia burguesa, y donde cada vez se convierte en una opción real sobre el porcentaje de los candidatos finalistas. El voto nulo orgánico de la segunda vuelta, terminó ganando a Lasso y Arauz en 54 cantones, es decir casi la cuarta parte territorial del Ecuador, sobre todo en la sierra centro y sur, donde tiene fortaleza el movimiento indígena. Movimiento indígena que fue reprimido en octubre y que tiene amplias bases organizativas.

El voto nulo en la primera vuelta recibió ataques de todas las fuerzas políticas, desde intelectuales pachamamistas hasta la derecha tradicional y derecha modernizada lanzaron fuertes críticas con esta voluntad popular. Para la segunda vuelta, los ataques al nulo se incrementaron, como también sus adherentes, incluso algunos pachamamistas se alinearon al voto nulo orgánico y lo impulsaron. La derecha tradicional acusaba al nulo de hacerle el juego al correísmo y viceversa con el correísmo. Este miedo al nulo por parte de las derechas e izquierdas institucionalistas en realidad es miedo a la capacidad organizativa de las bases para avanzar hacia procesos revolucionarios.

La rebelión de octubre no fue posible sin la participación del movimiento indígena, sobre todo representado en la CONAIE, y aunque no se puede endosar todo el protagonismo a este sector, ya que hubo una multitud de organizaciones y de individualidades presentes que hicieron posible el nivel de confrontación. Es innegable la dirección de Leónidas Iza y Jaime Vargas, esto a pesar de los resentimientos que causa en cierta izquierda que no comprende el rol organizativo, caso contrario no se hubiese logrado llegar a la mesa de diálogo con el Gobierno Central.

El movimiento indígena es unido resuelven sus cosas puertas adentro, a pesar de las fracciones ideológicas que existan en su interior. La supuesta división del movimiento indígena, debido sobre todo a la diferencia entre Iza y Pérez, es parte de una campaña de deslegitimación hacia procesos revolucionarios que es el ala de Iza, y no reformistas que es el ala de Pérez. Es esta la diferencia concreta, avance o retroceso de las fuerzas populares, pues eso solo lo dicta la historia y la capacidad de las organizaciones que emergen en la lucha popular.

A modo de conclusión

Las condiciones nacionales e internacionales demandan un ajuste económico para la comodidad del sistema capitalista, de cómo lo implementen las derechas o izquierdas dependerá la respuesta en las calles, la historia parece mostrarnos este camino. El escenario de la lucha social debe ser desde el primer momento la calle, es ahí donde podemos tener capacidad de crecimiento nuevamente. Pero la movilización encuentra su límite en el control social que nos deja la pandemia, que impide concentraciones de protesta, pero si permite aglomeraciones para la elección burguesa o para el consumo dentro de los establecimientos comerciales a gran escala.

Ya octubre demostró que es posible derogar decretos o leyes anti populares con la fuerza popular, y el pueblo deberá ir viendo si sigue asfixiándose con la ley anti “humanitaria”, con la ley de la defensa de la dolarización, con la liberación del precio de los combustibles, con el endeudamiento externo, etc. La contradicción principal no está en lo privado contra lo público, en el correísmo y anti correísmo, entre burgueses de una fuerza política o de otra; la contradicción principal está en la capacidad organizativa de la lucha de clases en este nuevo gobierno. En ese sentido, las discusiones que vengan desde la izquierda institucional, cualquiera sea esta, deben aportar a generar el polo de oposición desde sus trincheras. Pero vemos al menos que en la Asamblea los votos para aprobar leyes capitalistas van a encontrar poca resistencia.

 

[1] Rosa Luxemburgo (2003). Huelga de masas, partido y sindicatos. Madrid, Fundación Federico Engels.

[2] David Harvey (2008). El neoliberalismo como destrucción creativa. Boyaca, Revista apuntes del CENES. Universidad Tecnológica y pedagógica de Colombia.

[3] CNE (2017)

[4] Instituto de la democracia (2027)

Créditos de la imagen:
• El camino la lucha social en el período electoral está licenciada como CC BY 4.0

Créditos de la imagen destacada:
• El camino la lucha social en el período electoral está licenciada como CC BY 4.0

Acerca de Jorge Alarcón 7 Articles
Es licenciado en Gestión Para el Desarrollo Local Sostenible. Maestrante en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Andina Simón Bolívar.

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