Conocí a María Arboleda como defensora de los derechos humanos, durante el gobierno despótico de León Febres Cordero. Desde el trabajo editorial hizo una excelente publicación de un informe sobre violación a los derechos humanos en el Ecuador. Trabajo valiente, en un momento en que los cuestionamientos a las políticas represivas del régimen provocaban la arremetida virulenta de las autoridades. El presidente tenía una inquina particular en contra de los activistas y defensores de los derechos humanos.
Por: Juan Cuvi.
Luego, y sin perder su compromiso con la defensa de estas causas colectivas, María amplió su militancia hacia el feminismo. Probablemente, muchas personas que la conocieron en esa época la asocian con esta faceta de su vida. Precisamente por esta militancia fue invitada a integrar la Comisión Nacional Anticorrupción entre 2015 y 2018.
Hoy, al cumplirse un año de su partida, sus familiares más cercanos han decidido publicar un trabajo de investigación que, por razones desconocidas, permaneció inédito por casi cuatro décadas (El indigenismo perdido. Las fotos sobre el indio en el Ecuador entre 1920 y 1930). Se trata de una selección de 55 fotografías de indígenas tomadas por cuatro fotógrafos quiteños, y que cuentan con una interesante reflexión sociológica y antropológica de la autora.
El eje del análisis apunta a rescatar la importancia de la fotografía en un momento crucial de nuestra historia. Según María, en esos años existió un fenómeno que pasó socialmente desapercibido frente al peso de la literatura, de la política y del pensamiento político: lo que ella denomina el indigenismo fotográfico. Aunque la fotografía en el Ecuador tenía casi medio siglo de existencia, es recién en esa década cuando la imagen de los indios es visibilizada por el lente de estos fotógrafos, no desde una perspectiva folklórica ni retratista sino desde una postura crítica. El drama social del indigenado no podía seguir siendo encubierto desde la mirada blanco-mestiza de las élites.
Algunas de las fotografías publicadas fueron trabajadas en los estudios de los fotógrafos; la mayoría fueron captadas en espacios públicos. Los rescatable de este proceso es que plantea desde la reproducción gráfica una problemática que siempre fue hegemonizada por la palabra escrita, y luego por la plástica. Son los años en que se publica la obra de Pío Jaramillo Alvarado, El indio ecuatoriano, que definió un nuevo debate en la política y la sociología. Es la década previa a la aparición de los grandes pintores indigenistas ecuatorianos (Kingman, Guayasamín, Paredes). Es el momento del surgimiento del partido socialista y del pensamiento político de izquierda.
En cierta medida, el ensayo de María Arboleda recupera del olvido unas fotografías que entran en el campo de la documentación histórica y que constituyen la imagen viva de la segregación nacional y la violencia social que aún hoy, un siglo después, persisten.
Be the first to comment