[Opinión] Las diabluras de Correa y Nebot

Las diabluras de Correa y Nebot
Las diabluras de Correa y Nebot

La gramática no es el fuerte de los correístas ni de los socialcristianos. Nunca lo ha sido. Por eso confunden los prefijos. Dicen descubrir en lugar de encubrir. No de otra manera se entiende que hayan acordado crear una mal llamada comisión de la verdad para otorgar impunidad en vez de conseguir justicia y reparación.

Por: Juan Cuvi.

Las Comisiones de la Verdad (así, con mayúscula) han sido, al menos en América Latina, la respuesta de la sociedad a los atropellos de las dictaduras y de los gobiernos autoritarios en contra de los derechos humanos. Nacen con la intención de esclarecer los crímenes encubiertos, compensar a las víctimas, sancionar a los culpables y recuperar la dignidad pública. Son un hecho eminentemente, político; es decir, desvelan las formas perversas y delincuenciales que en determinados momentos y circunstancias asume el poder.

Las Comisiones de la Verdad deben responder al clamor de justicia de una sociedad que se siente agredida por los abusos de un régimen o, en el caso de una conflagración, por las atrocidades de los contendientes. Son una exigencia colectiva, tan intensa que obliga a la formalidad política a responder favorablemente. Los partidos no suelen inclinarse por este tipo de salida a los crímenes de lesa humanidad; prefieren la negociación soterrada.

Justamente por esta razón la iniciativa socialcorreísta ha provocado la indignación general. Que cuatro personajes se reúnan a puerta cerrada para tramar el reparto institucional y la impunidad selectiva es una afrenta a la confianza ciudadana. Nadie votó para que, a nombre de sus respectivas tiendas políticas, manipulen la justicia en beneficio personal. Los involucrados en el conciliábulo estuvieron a un paso de cruzar la delgada línea que separa la inmoralidad de la ilegalidad.

Pero que la alarma social haya echado abajo ese pacto desvergonzado no significa que los negocios hayan concluido. Sacar el aguacate no cambia el locro. Lo que la gente se pregunta es qué más incluía la componenda. Porque ni Guillermo Lasso ni Jaime Nebot dan puntada sin hilo.

No obstante, algo queda de positivo del episodio de marras: no ha sido necesaria ninguna comisión de la verdad para sacar a la luz una complicidad que fue hábilmente disimulada durante diez años. El concubinato ente socialcristianos y correístas era un secreto a voces, matizado con una ocasional verborrea belicosa. El pugilato verbal que cada cierto tiempo ponían en escena el exalcalde de Guayaquil y el expresidente Correa es lo que los aficionados al cachascán denominan pelea de a mentiritas. Un astuto mecanismo para mantener la adhesión electoral alrededor de dos caudillos con aires pendencieros. Pura bravuconada marketinera.

Como agudamente señala Milagros Aguirre, al fin los chicos salieron del closet. Ahora tocará ver qué diabluras estarán tramando para desquitarse de quienes a última hora les aguaron la fiesta.

Créditos de la imagen:
• Las diabluras de Correa y Nebot está licenciada como CC BY 4.0

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Acerca de Juan Cuvi 180 Articles
Miembro de la Comisión Nacional Anticorrupción (CNA), Master en Desarrollo Local. Director de la Fundación Donum, Cuenca. Exdirigente de Alfaro Vive Carajo, Parte de la Red Ecudor Decide Mejor Sin TLC.

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