[Opinión] Camisetazos, o la inagotable comedia de la política

Camisetazos, o la inagotable comedia de la política
Camisetazos, o la inagotable comedia de la política

Otra vez la clase política y los medios de comunicación encienden las alarmas por los súbitos cambios de camiseta en la Asamblea Nacional. Como si nadie supiera lo que iba a ocurrir. Como si la política nacional fuera un dechado de coherencia ideológica y consistencia partidaria. Como si recién la semana pasada el populismo se hubiera instalado en nuestra institucionalidad.

Por: Juan Cuvi.

El simulacro es un eficiente recurso en el arte de la política formal. Los actores simulan que creen en las elecciones, aunque se pasen por el forro los resultados adversos, tal como ocurre hoy en el Perú; simulan que defienden los intereses de los electores, aunque terminen negociando agendas personales o familiares en los espacios de representación; simulan que respetan las leyes, aunque las violen o acomoden de acuerdo con las circunstancias.

Rasgarse las vestiduras por los camisetazos es parte de la comedia. Poco importa que los partidos se desgranen una y otra vez al son del pragmatismo y de los chanchullos. Cada vez que ocurre hay que despotricar contra esa forma indecente de hacer política, repetir incansablemente el ritual de la indignación, anatemizar implacablemente a los responsables de estos actos bochornosos.

Casi nunca se evidencia la profunda crisis de un sistema político que ya no responde a la dinámica de la sociedad. El viejo esquema de los partidos programáticos e ideológicamente consistentes ya no funciona ni siquiera en las democracias liberales más estables. Donald Trump y la ultraderecha europea eran, hasta hace pocos años, expresiones marginales e impresentables de una profunda crisis social y cultural. Hoy, sin embargo, marcan el paso de la política en varios países. Y nadie sabe qué hacer frente a semejante amenaza.

Los estudiosos de la posmodernidad señalan al vértigo de los cambios sociales, culturales y económicos como la característica más sobresaliente del mundo actual. El problema es que las esferas de lo político y lo jurídico no pueden caminar al mismo ritmo. Mientras se adecuan, los otros procesos no se detienen. ¿Ejemplos? Hasta la Constitución del 79 los analfabetos no tenían derecho al voto, cuando ya las luchas por los derechos colectivos llevaban décadas; hasta principios de los años 90 la homosexualidad era penalizada, cuando las luchas por el derecho a la diversidad sexual se habían destapado treinta años atrás; aún hoy, y pese a la fuerza del movimiento feminista mundial, los espacios de poder público y privado continúan monopolizados por varones. El listado de esta incongruencia entre normas y realidades puede ser interminable.

Desde que en Ecuador colapsaron los partidos políticos (tanto los de viejo cuño como los reencauchados), la política ha estado sometida a la más absoluta volubilidad. El último presidente que triunfó con un partido medianamente estructurado fue Rodrigo Borja, en 1988. De ahí en adelante, todos los procesos han sido manejados por alianzas transitorias o por engendros electorales creados para la ocasión. Y los camisetazos han sido la tónica frente a esa indefinición.

Créditos de la imagen:
• Camisetazos, o la inagotable comedia de la política está licenciada como CC BY 4.0

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Acerca de Juan Cuvi 180 Articles
Miembro de la Comisión Nacional Anticorrupción (CNA), Master en Desarrollo Local. Director de la Fundación Donum, Cuenca. Exdirigente de Alfaro Vive Carajo, Parte de la Red Ecudor Decide Mejor Sin TLC.

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