El próximo 15 de noviembre se conmemoran cien años de la masacre de trabajadores en Guayaquil. Aunque nunca se tuvo una cifra más o menos precisa de los asesinados, se estima que centenares de cuerpos fueron enterrados en fosas comunes o arrojados al Río Guayas.
La masacre ha sido considerada como el bautizo de sangre del capitalismo en el Ecuador. Los gobiernos plutocráticos que se entronizaron luego del asesinato de Eloy Alfaro crearon condiciones laborales y de vida tan miserables para los trabajadores que derivaron en masivas protestas populares. La respuesta desde el poder fue la represión brutal.
Los eventos conmemorativos que se preparan desde diversos sectores sociales adquieren una trascendencia particular: un siglo después, las desigualdades generadas por el capitalismo siguen siendo similares a las que provocaron las movilizaciones de entonces. No es casual que dos levantamientos indígenas/populares hayan ocurrido en los últimos tres años.
Pero la fecha tiene otra particularidad. En la misma semana de noviembre de 2022 se realizará en Guayaquil la XV Cumbre Comercial entre China, América Latina y El Caribe, con la presencia del presidente Xi Jinping. El objetivo es claro: el comercio global necesita uniformarse para asegurar la reproducción del capital. Para eso se diseñaron los Tratados de Libre Comercio (TLC), el comodín estratégico de las potencias económicas y financieras del planeta. Vender y extraer constituyen la ecuación básica de la acumulación en el siglo XXI.
El colectivo Ecuador Decide Mejor sin TLC, que agrupa a una veintena de organizaciones sociales, ha propuesto articular la conmemoración del 15 de noviembre con la realización de una cumbre alternativa frente al mal llamado libre comercio. La confluencia de factores es por demás obvia: la globalización del capitalismo tiene como complemento la globalización de la exclusión social y de la pobreza.
Las matanzas de los desposeídos de la Tierra se repiten con una escandalosa frecuencia: son los migrantes asfixiados en los containeres en la frontera mexicana o desangrados en las alambradas españolas, los presos descuartizados en las cárceles ecuatorianas, los niños famélicos del África… Son las víctimas del lucro despiadado e ilimitado que impone el sistema.
La consigna que se ha propuesto para la cumbre alternativa es por demás sugerente: No más cruces sobre el agua. Es una alusión directa a las estrategias utilizadas desde el poder para aplacar las demandas sociales hace un siglo, y que hoy se siguen reproduciendo; es una recuperación indispensable de la memoria, en un momento en que la crisis que atraviesa el Ecuador desempolva discursos autoritarios y racistas desde las élites; es una exhortación a la reivindicación de los derechos más elementales de una sociedad; es una condena frontal a la cultura de la muerte que propaga el capitalismo.
Agosto 4, 2022
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