Grecia: Un «terremoto político»

Por Antonis Ntavanellos

[Reproducimos a continuación un artículo de opinión de Antonis Ntavanellos, miembro del equipo directivo de la DEA. Próximamente publicaremos un artículo más completo del mismo autor. Ahora bien, para comprender el sentido de lo que se plantea en el artículo, es importante conocer los resultados de las elecciones legislativas del 21 de mayo, que se celebraron en base a un sistema de representación proporcional en una sola vuelta. Con vistas a obtener la mayoría absoluta [que no han logrado en estas elecciones], Kiriakos Mitsotakis y Nueva Democracia han decidido repetirlas el 25 de junio. Y se realizarán según el sistema que otorga al primer partido una prima parlamentaria que le asegura la mayoría absoluta en el parlamento.

Los datos

Participación: 60,94%; votos en blanco: 0,57%, votos nulos: 2,04%.

Nueva Democracia: 40,79%, 2.407.699 votos, 146 diputados

Syriza: 20,07%, 1.184.415, 71 diputados

Pasok: 11,46%, 676.135, 41 diputados

KKE (Partido Comunista): 7,23%, 426.711, 26 diputados

Elliniki Lysi (Solución Griega): 4,45%, 262.513, 16 diputados

NIKI (Victoria – una corriente reaccionaria en la Iglesia ortodoxa) : 2,92%, 172 201

Plefsi Eleftherias (Zoe Konstantopoulou): 2,89%, 170.287

Mera25-Alianza por la ruptura (Varoufakis): 2,63%, 155.073

El Pasok quedó en segundo lugar, por delante de Syriza, en seis circunscripciones. (Réd. A l’Encontre)]

*****

1. Mitsotakis ha obtenido una auténtica victoria política. La magnitud de esta victoria adquirió dimensiones inesperadas debido a la bancarrota política de Syriza.

El pilar social que sustentó este éxito político de la derecha fue la movilización de la clase dirigente y de las clases medias altas acomodadas, con su potencial para atraer a su lado a un sector social más amplio. Las políticas económicas y sociales de Mitsotakis provocaron un fuerte aumento de la rentabilidad de los principales grupos capitalistas, mientras que el reparto de 50.000 millones de euros de los fondos europeos y de 10.000 millones de euros en «comisiones directas» (del Estado a las empresas privadas) amplió aún más la presencia del «partido» de Mitsotakis en las filas de la patronal.

El apoyo de la clase dirigente a Kyriakos Mitsotakis no estaba cantado. En el momento de los grandes fracasos del gobierno a partir de 2019 (el trágico balance de la pandemia, el escándalo de las escuchas telefónicas a dirigentes políticos, el fatal accidente ferroviario de Tempé), surgieron preguntas y dudas sobre el potencial político del liderazgo de Mitsotakis dentro de Nueva Democracia. Estas dudas adoptaron la forma de movimientos de cara a un posible gobierno de amplio consenso.

Movimientos que quedaron en suspenso a la espera del resultado electoral. No obstante, la sensación de riesgo para el capitalismo griego en un futuro previsible, finalmente, ha hecho que los capitalistas y a sus aliados sociales respaldaran a Mitsotakis y a Nueva Democracia de forma más decidida. Esto se hizo afirmando el apoyo al partido que insistiera en las contrarreformas neoliberales con el mínimo de contradicciones o reservas ideológico-políticas.

Sobre esta base, Mitsotakis realizó una campaña electoral dura y sólida para Nueva Democracia. No ocultó su intención de acelerar las contrarreformas neoliberales, como tampoco ha ocultado la construcción del muro en la frontera terrestre de Evros con Turquía, el rechazo de los barcos de las personas refugiadas en el mar Egeo, la puesta en marcha masiva de un programa armamentístico, etc. Incluso lo convirtió en argumento publicitario de su campaña política. De este modo, ha conseguido crear estratos electorales específicos y selectivos, principalmente porque no se ha encontrado enfrente con una contraposición fuerte y convincente por parte de la oposición, principalmente de Syriza.

Es así como, a pesar de sus repetidas ofensivas sociopolíticas y su cínico desprecio por todas las cuestiones relacionadas con el bienestar de la inmensa mayoría de los trabajadores y las clases subalternas, fue tomando cuerpo la perspectiva de un nuevo mandato para Mitsotakis con mayoría parlamentaria absoluta.

2. La dirección de Syriza optó por intentar enfrentarse a Mitsotakis en su propio terreno, desarrollando argumentos apolíticos y vagos en respuesta a una supuesta pregunta: quién es la persona más «adecuada para gobernar». Syriza ha borrado todas las características, colores y símbolos de la izquierda en la contienda electoral. Syriza ha evitado cualquier referencia a la clase social, prefiriendo prometer soluciones beneficiosas para quienes supuestamente podrían hacer feliz a todo el mundo. Syriza ha restado importancia a cualquier compromiso concreto susceptible de movilizar al mundo del trabajo. La muy ambigua opción -si bien central en la campaña de Syriza- de plantear un gobierno progresista-democrático no terminó de concretarse en todoa la campaña, ya que Alexis Tsipras evitó definir (o intentar imponer…) cualquier contenido programático concreto, incluso cuando se dirigía al interlocutor más idóneo para ese objetivo, es decir, el Pasok de Nikos Androulakis.

Todo esto ha puesto de manifiesto el principal hándicap al que se enfrenta la Syriza de Alexis Tsipras: la cuestión de la credibilidad. La dirección de Syriza no tuvo en cuenta el precio de la traición de 2015 [tras el referéndum de julio de 2015 que dio como resultado un 61,31% de votos contrarios al plan de la Troika] y los amargos recuerdos de los trabajadores y pensionistas que dejó el Gobierno de Syriza en 2015-2019 (por ejemplo, la reaccionaria reforma de las pensiones del entonces ministro Georgios Katrougalos).

El resultado final fue una desmovilización sin precedentes del campo electoral de Syriza. Se produjo un efecto de «¡rompan filas!» [cada cual que haga lo que quiera], que situó a Syriza por debajo de los pronósticos más bajos de las encuestas. Mientras tanto, Nueva Democracia superó los pronósticos más altos, lo que convirtió las decisiones tácticas de Tsipras en un factor clave de la sustancial victoria político-electoral de Mitsotakis.

El hecho de que cientos de miles de personas hayan desafectado políticamente a Syriza, como muestran los sondeos a pie de urna del 21 de mayo, sitúa a este partido en una posición política diferente: a partir de las [anunciadas nuevas] elecciones en junio de 2023 (fijadas para el día 25), la posición de Syriza como principal fuerza de la oposición se verá puesta en tela de juicio.

3. Las elecciones del 21 de mayo anuncian el regreso del Pasok como fuerza política activa. La dinámica de esta corriente se se verá en las elecciones del 25 de junio, pero también en función cómo evolucione la situación en el seno de Syriza, que seguramente sufrirá cambios después de las elecciones.

De hecho, se trata de un caso de apadrinamiento del Pasok por parte de Alexis Tsipras: desde 2015, la tendencia de Syriza a aliarse con los socialdemócratas europeos reforzó efectivamente la capacidad de supervivencia de su sucursal socialdemócrata local.

El fortalecimiento del liderazgo del Pasok bajo Nikos Androulakis complica la relación entre los dos partidos, pero sólo temporalmente. No deben subestimarse los argumentos esgrimidos tanto en el seno de Syriza como del Pasok sobre la perspectiva de una recomposición socialdemócrata.

4. Frente a las políticas salvajes de Mitsotakis, y a pesar de la oposición deslucida y estrictamente centrada en las elecciones de Syriza, durante el gobierno de Nueva Democracia hemos conocido importantes luchas populares: movilizaciones en el sistema educativo y sanitario, protestas contra la represión estatal en barrios, escuelas y universidades, varias huelgas victoriosas (en E-Food, en Cosco en el puerto del Pireo, etc.), el movimiento masivo tras el crimen de Tempé, etc. Estas luchas han constituido la oposición real a las políticas del gobierno. Estas luchas han constituido la oposición efectiva, el adversario más peligroso al que tuvo que enfrentarse Mitsotakis durante su mandato.

Esta fuerza se ha visto reflejada en la campaña electoral de la izquierda militante.

El Partido Comunista registró un aumento significativo del apoyo en comparación con las elecciones de 2019. Pasó de 299.500 votos y un 5,3% a 425.000 votos y un 7,23%. Objetivamente, se trata de una evolución alentadora, que esperamos persista y se refuerce en las próximas elecciones. Pero si lo comparamos con los resultados pasados del Partido Comunista (como los 536.000 votos y el 8,48% de los votos en mayo de 2012, que fue la puerta de entrada al actual periodo político) o si tenemos en cuenta las masivas pérdidas de Syriza, este resultado electoral no debería considerarse satisfactorio. Normalmente, la fuerza organizativa del Partido Comunista debería impulsar objetivos más elevados y mayores compromisos en términos de políticas de movilización de masas.

MERA25-Alianza por la ruptura, a pesar de las encuestas en sentido contrario, no superó por poco el umbral para entrar en el parlamento (3%). Esperamos que este resultado se corrija en las elecciones del 25 de junio.

Las fuerzas de Antarsya y otras listas electorales de la izquierda radical/anticapitalista, a pesar de su papel activo en los movimientos de masas, se vieron una vez más reducidas a un papel testimonial, obteniendo resultados muy por debajo del 1%, que se considera como mínimo un umbral de visibilidad. Esta táctica electoral, que se ha repetido una y otra vez con los mismos resultados, debería ser reexaminada.

En lo que respecta a nosotros (DEA), abordaremos la próxima batalla electoral con la misma orientación política que el 21 de mayo. Pedimos el voto para la izquierda militante, con el objetivo de reforzar la parte de la oposición que puede apoyar en el parlamento las luchas de la clase obrera y los intereses de clase de la mayoría de la sociedad.

5. La perspectiva política que se desprende de las elecciones del 21 de mayo es una mayoría gubernamental para el partido derechista de Kyriakos Mitsotakis. No cabe duda de que este gobierno será peligroso y extremadamente agresivo. Al mismo tiempo, los resultados electorales de la extrema derecha (más votos para el partido Solución Griega, la aparición de un nuevo partido llamado Victoria, etc.) nos recuerdan que las reservas ultrarreaccionarias del sistema están siempre al acecho.

Pero no cabe duda de que este gobierno será inestable y vulnerable. 2024 será una prueba difícil para el capitalismo griego. La actual relación de fuerzas en la sociedad griega es la que se manifestó tras el crimen de Tempé, con protestas masivas y las huelgas que le siguieron. Esta realidad volverá a salir a la luz en el proceso de lucha contra las políticas gubernamentales, más allá de la lente distorsionadora de los procedimientos electorales. Los análisis que hablan de una derechización u orbanización [referencia a la Hungría de Orban] generalizada de la sociedad griega son erróneas y políticamente desorientadoras.

Es esta perspectiva del potencial de lucha la que debemos reforzar en la votación del 25 de junio:

– Votar contra Nueva Democracia y Mitsotakis

– No confíar en Syriza ni en el Pasok

– Votar a la izquierda

Por encima de todo, ahora debemos prepararnos para afrontar el difícil periodo que tenemos por delante con un enfoque militante en la resistencia social. En este ámbito, la unidad de la izquierda en la acción, en las luchas sociales y políticas, será la característica principal de cualquier táctica seria y honesta.

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