Para los perezosos: Con un juego ordenado y vertiginoso, IDV gana y se afianza en la Copa Libertadores 2023. Su increíble estadio, sin embargo, abrigó a la torcida del ‘Timao’ que dio un ejemplo de pasión y lealtad, apoyó al club brasileño los 90 minutos, y se quejó del DT Luxemburgo. Hoyos se destacó por la determinación goleadora, Pinargote reiteró que en el arco es un ‘antimisil’ y Páez dio pequeños pasos que emocionan a su mejor fan.
Fotos y Texto por Sergio A. Poveda
Voy con mi hermano al estadio, con una esperanza: un partido competitivo, o alguna asistencia que salga de las botas naranjas de Kendry Páez, la promesa sub 20. Eso esperamos ver la tarde del 7 de junio, en el Estadio Banco de Guayaquil, cancha del Independiente del Valle (IDV) que recibe al poderoso Corinthians por la Copa Libertadores.
La Avenida Puruhaes está tomada por un «gusanito» de vehículos que avanzan muy lentamente. Propietarios de casas y negocios hacen su agosto cuando juega Independiente, unos agitan franelas y otros sostienen rótulos con el mismo mensaje: “aquí tiene parqueadero, sí hay espacio, entre nomás”.
Poco antes de la Escuelita ‘Gotitas del Saber’, afuera de una tiendita estacionamos el auto por la “módica” tarifa de $3. Formamos parte de la bola de personas que caminan 70 metros, pero la calle parece expandirse como el cosmos, ¿dónde está el estadio? En cambio, nos recibe el olor salado y picante de unos pinchos asados. Al fin, la calle empedrada desemboca en la Manuel Quiroga. A la derecha vehículos, a la izquierda un largo paredón y en éste inclinados los vendedores de camisetas del Independiente que regatean con la fanaticada desde sus improvisados mostradores: como bombillos navideños cuelgan de un árbol camisetas, gorras y chompas del equipo negriazul. Tras driblar a un perro pastor inglés y pasar el Centro de Alto Rendimiento, llegamos. Para cualquier amante del fútbol, el ‘fortín’ del IDV es una joya perdida en la tierra del hornado (plato típico en la parroquia de Amaguaña), de veras.
Una vez dentro del estadio, desde la General Visitante, esquina acaparada por 80 aficionados del Corinthians, se divisa un cielo despejado y la pulcra alfombra verde rodeada por una buena cantidad de butacas azules vacías. Sí, butacas vacías. Mi cara se volvió un emoticón azul: no había muchos boletos disponibles online y el estadio no se llenó. Por la Tribuna, un aficionado deja claro con su cartel que «Latacunga” está presente en esta importante fecha de Copa Libertadores.
IDV viste de negro, Corinthians de blanco (más pálidos estarán sus jugadores después del pitido inicial). Alrededor de los 20 minutos, Independiente es tácticamente superior: mantiene sus líneas y defiende con velocidad, no se amilana ante la presión del ‘Timao’ y circula el balón de extremo a extremo, roba balones en el mediocampo y sus ataques tienen a la defensa brasileña hecho una tembladera de piernas. El juego dinámico, vertiginoso y moderno del IDV le augura un buen resultado. Sale a ganar, no es el típico “equipo ratón”, arrinconado, que caracterizaba a los clubes ecuatorianos en los duelos internacionales. Por esta ambición se le conoce como ‘El Matagigantes’ que contrasta con el impreciso, deslucido y blando desempeño del ‘Timao’. Irreconocible, este popular club brasileño (en el que hicieron magia Ronaldo, Marcelinho Carioca, Tévez, Guerrero o Sócrates) está en carestía de talentos atrevidos. Ni Renato Augusto, que tiene el don de patear bien al balón, andaba prendido.
De hecho, antes de la media hora de juego, con dos zapatazos raudos y bien puestos, el delantero Hoyos, #11, engordó la red sobre la figura tendida del pelilargo Cássio. Solo en esas dos ocasiones la fanaticada nacional abrió la garganta con locura. En el primer gol, el ‘Zorro’ Sornoza sirvió un pase al área, combado, fino, entre el back y el zaguero izquierdo, con bote incluido a lo Pirlo para que Hoyos haga de las suyas. Por el segundo gol, Hoyos debería dictar una masterclass de dominio del balón, determinación y puntería. ¡Dos golazos en este estadio diamantino! Tres puntos materializándose en el bolsillo del IDV.
Si bien antes del inicio, la fanaticada blanquinegra cantaba por el Corinthians, tras verse arremetido su club, alzaron los brazos y gritaron con intensidad: “vamos a jogar con raça e com corazao, é o time do povo é o coringao”. El canto portugués retumbaba desde ese vértice de este templo del fútbol, ni una cara de tristeza ni un gesto de desánimo asomaba en la masa de los Gavioes, sección de la hinchada general del ‘Timao’. Por fin Yuri Alberto, el #9, queda cara a cara con Kléver Pinargote, el arquero #22; el brasileño bombardeó el ángulo derecho y hacia ahí voló el “antimisil” amarillo, Pinargote, que rechazó el balón Nike Flight. Llovieron aplausos para el “antimisil”.
Aunque Corinthians no levantaba el juego, su torcida cantaba. Se acabó la primera mitad con el 2-0 luminoso en el marcador electrónico. Los hinchas corinthianos cantaban. En el entretiempo el viento se puso bravo, me puse una chompita y, por su parte, los corinthianos cantaban.
- Verde es el color de nuestro rival, te cuento como parcero, me dijo con gentileza Mateus Latessa, hincha corinthiano.
Una vez que metí la chompa en la panza de la mochila, las caras largas de la torcida se transformaron en sonrisas (como diciendo ya es de los nuestros) y retomaron sus himnos. Los segundos 45 minutos: exhibición del dominio negriazul. Los brazos del gigante Cássio eran demasiado omotos para contener el tiro del #10, Sornoza, que elevó a tres el marcador. “El que no puede no puede, y el que puede puede”, dijo con voz de profeta el cuidador de los graderíos y se ajustó el chaleco naranja. En ese instante en que el Corinthians calaba en el hundimiento grande y la pérdida de fe, las palmas de los hinchas brasileños sonaron más fuerte para sacarlos de las tinieblas a las que les enviaron Hoyos y Sornoza. La hinchada resignada dejó el alma cantando el contagioso “dá-hle dá-hle coringao e o”. Desde la butaca que yo ocupaba, sentía las ganas de celebrar un gol del IDV o, también, de gritar por el Corinthians, por sus hinchas. El amor por un equipo de fútbol es inmenso, se nota cuando lo reanimas, aunque esté noqueado. Se trata de volverse un motivador cabecidura y empecinado en que tarde o temprano los once en la cancha creerán en sí mismos y jugarán resueltos.
La noche caía, las tres estrellas del escudo del IDV brillaban. Cuando Páez pisó el césped, lo acompañó un coro animado de la fanaticada negriazul. Hizo lo sencillo: tomar la banda derecha y distribuir la bola. Al rato se topó con Biro, sub 20 de Brasil y dueño de un peculiar peinado afro, que, un par de veces, le pegó en la zurda a Paéz, pero el chamo guayaquileño se las arregló para poner un pase de la muerte que Rodríguez no finiquitó. Al final, IDV victorioso se coloca en segundo lugar del Grupo E. Fruncidos, los hinchas corinthianos criticaron a Vanderley Luxemburgo, DT, a quien le cuesta que el ‘Timao’ juegue más vertical “com raça e com corazao”.
Fernández, #13 de IDV, regaló su camiseta a los fans y encima se tomó una selfie con la Tribuna. Ahí la alegría, y a la vuelta el silencio de la humilde, leal y organizada afición corinthiana que recogía sus banderas de las vigas blancas. Un grupo policial se reunió a vigilar en este punto.
Mientras la gente desalojaba la nave de concreto azul desde la que el IDV sueña en grande, las sombras de las vendedoras se ensanchaban en las paredes fucsia de la salida. Alguna vendedora se iba con una sonrisa de oreja a oreja pues cierto fan del Corinthians le obsequió unos botines de plástico azul decorados con estampitas de Neymar Jr.
En las inmediaciones del estadio los corinthianos solicitaban Uber. Más adelante, en la oscuridad del Centro de Rendimiento, las jóvenes promesas como el veinteañero Pinargote, con su pequeña hija en brazos, saludaba a los familiares; entretanto los chamaquitos de la sub 15 recibían comida en bolsas azules. “Estoy orgullosísima de los logros de mi hijo”, dijo Jéssica Andrade, madre de Paéz, mientras lo esperaba junto a una puerta de cristal. Agachándose entre una palmera, con camiseta blanca, peinado a lo Daddy Yankee y una cara feliz rapada en el parietal, apareció el mediocampista adolescente que evoca a los arietes Rivaldo y Álex Aguinaga. Se abrazó con su madre.
- ¿Te quedas en la concentración, Kendry?
- Vaya nomás, mamita. Todo bien, tres puntos.
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