#Opinión / Mi paso por Muisne-Esmeraldas

 

Al llegar a Muisne…

Un sol con sus brazos extendidos nos recibe y abraza. Una brisa que me besa de forma delicada el rostro y me recuerda a mi hermana, que murió hace pocos meses. A ella le hubiese tanto gustado estar en este lugar. Hermoso, tranquilo y con buena comida del mar.

Una tricimoto de color amarillo, conducido por un habitante del lugar muy risueño y conversión, nos lleva sobre un puente angosto hacia la isla de Muisne. Compartimos espacio con bicicletas y transeúntes que van y vienen. Me llena de alegría que por primera vez en mi vida estaba aquí, donde unos vecinos muy queridos pasaron su luna de miel. Eso es hace más de 30 años, siempre me pregunté:

¿Qué les motivaría ir a Muisne? ¿Qué tendrá este lugar?

-Plop- la respuesta llegó de inmediato.

Una playa extensa, limpia, con palmeras y con un silencio que pocos lo sabrán disfrutar. Un mar delicado que besaba la arena, daba la tranquilidad que los niños podían jugar en las orillas del mar.

¿Puedes pedir más? Creo que no. “Diosito” se pasó con este sitio, realmente es muy lindo.

Es enorme, son ocho kilómetros de playa.

-Se puede hacer tanto aquí- digo para mis adentros. Me imagino, eventos culturales, esculturas de arena, campeonatos deportivos, entre otras actividades. Todo para atraer al turista.

Mientras caminaba por la playa, gente muy cálida, se acercaba y me ofrecía lo mejor en mariscos, y la refrescante agua de coco. Hay varios restaurantes en la isla, donde preparan una comida exquisita, probé de todo, se los puedo asegurar.

Tomaba el agua de coco, sentado en una covacha, escuchando salsa de la buena, la que solo suena en Esmeraldas. Veía como un grupo de muchachos, de edad promedio 20 años, que se reían a carcajadas y se instalaron en la playa con un pequeño parlante que donde se oía un reguetón clásico, para que también, sin alto volumen. Mientras unos chicos se metían al mar, otros se recostaban en la arena y charlaban, se tomaban fotos, supongo que subían historias y posteaban en sus redes de este lugar privilegiado, porque había muy buena señal. Yo también hice lo mismo emulando a los millennials.

Como siempre, trato de buscar la “quinta pata al gato”, yo decía, ¿Y el tema de la seguridad, cómo estará? De pronto, veo unos cuantos policías y militares haciendo la ronda. Vaya… aunque no tenga mucha afinidad con los uniformados, me alegré por su presencia ahí. Me acerqué y les pregunté cómo estaba la situación de la seguridad en la isla de Muisne. Sin muchas palabras y sonriendo, uno de ellos me dijo: “Aquí es tranquilo amigo. Usted solo disfrute”.

De nuevo a la tricimoto, viendo a lo lejos el manglar, con más ganas de quedarme, meterme al mar, seguir comiendo, descansar, pero tenía que seguir con el trabajo.

Es sol seguía fuerte, como diciendo “debes aportar al comercio local y comprar una cerveza helada”. Esta vez no será, pero prometo que volveré y compraré. Ese día ya nos esperaban en otro punto, pero esa es otra historia….

 

 

Acerca de Milton Castillo 465 Articles
Soy W. Miltón Castillo, toco la bateria en una banda de Rock and Roll, en mis tiempos libres me dedico a escribir.

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