Es inoficioso preguntarles a los candidatos a la presidencia de la república por el tema de la inseguridad. En año y medio de ejercicio del poder no podrán hacer casi nada frente a un problema complejo, escabroso, desenfrenado.
La pregunta, en realidad, debe formularse desde un plano más estructural y estratégico: ¿está el Estado ecuatoriano está en capacidad de resolver una amenaza tan extrema como la que estamos afrontando? No se trata de soslayar la responsabilidad de los gobiernos de turno, sino de asumir que la ofensiva del crimen organizado va mucho más allá de un simple periodo de gobierno.
Una de las variables que se obvia en el análisis del narcotráfico es su evolución. Como todo negocio, siempre busca formas de desarrollarse y responder a los nuevos escenarios sociales, económicos, políticos y culturales del planeta. Hoy existen algunas pistas sobre las estrategias que está implementando a fin de optimizar sus resultados. Varios expertos dan luces sobre este fenómeno.
Un primer dato es la acelerada sustitución del consumo de cocaína por fentanilo, sobre todo en los países ricos. Una de las repercusiones de esta situación es la contracción de la economía de la coca. Se estima que en los últimos tiempos el desplome del precio de la hoja de coca ha provocado el empobrecimiento de cientos de miles de campesinos colombianos dedicados a su producción y recolección.
Un segundo factor es el desplazamiento de las rutas de exportación de la cuenca del Océano Pacífico a la cuenca amazónica, una zona mucho menos factible de ser controlada desde dispositivos tecnológicos como los aviones o los satélites. Con un aditamento: Brasil se ha convertido en una potencia mundial en la demanda de drogas. Es un país que combina el consumo con el tránsito hacia Europa, África y Asia.
Un tercer aspecto es –como lo señaló de manera detallada el presidente Gustavo Petro– la modificación de la cadena de procesamiento de la coca. Los laboratorios para el refinamiento de pasta base ubicados en las selvas colombiana se están trasladando a los países de destino. Como toda empresa transnacional exitosa, el narcotráfico se adapta a las metamorfosis del capitalismo y aprovecha las oportunidades. Montar laboratorios para refinar pasta base en países desarrollados en una suerte de maquila a la inversa que demuestra el descomunal poder de los carteles.
Por eso, precisamente, el crimen organizado tiene la posibilidad de acorralar a un Estado débil como el ecuatoriano. Porque es un poder global. Como ya lo han advertido los especialistas en el tema, el itinerario de este negocio ilícito transitó de la producción y el comercio rudimentarios al control de la economía y a la disputa del poder político; del soborno a funcionarios públicos de tercer nivel al asesinato de autoridades; de la delincuencia común al control territorial del país.
¿Qué puede hacer un gobierno frente a un enemigo que probablemente dispone de mayores recursos financieros y de la ilimitada flexibilidad operativa que proporciona la ilegalidad? Muy poco.
El debate, entonces, debe ubicarse en una dimensión distinta a la de las elecciones. Que unos candidatos se adhieran a la tesis de la mano dura y otros a la tesis de la conciliación no altera la naturaleza del problema. Son posturas demagógicas. Más honesto y coherente sería sacar el tema de la contienda electoral y asumirlo responsablemente como país.
Agosto 3, 2023
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