Por Beatriz Felipe Pérez y Daniel Iglesias Márquez
El cambio climático y las migraciones:
una relación compleja
El clima de la Tierra ha variado constantemente como resultado de las interacciones en los diferentes componentes del sistema climático, las fluctuaciones de la energía solar recibida, los cambios en la órbita terrestre y las erupciones volcánicas, entre otras causas. Sin embargo, la situación actual no tiene precedentes en la historia humana, pues las causas naturales no explican por sí solas las tendencias climáticas que estamos viviendo.
Los seres humanos estamos consumiendo los combustibles fósiles a un ritmo acelerado, generando cantidades inmensas de gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento global y este, a su vez, una serie de alteraciones en el sistema climático cuyas consecuencias ya se observan: sequías más intensas, inundaciones repentinas, elevación del nivel del mar, acidificación de los océanos, etc. Estos impactos afectan a la vida de las personas y al resto de habitantes del planeta Tierra: problemas de salud, escasez de agua y pérdida de biodiversidad, entre otras.[i]
Todas estas afectaciones, en contextos vulnerables, están influyendo en los patrones migratorios, dando lugar al fenómeno conocido como “migraciones climáticas”, que comprenden la situación de aquellas personas que, debido directa o indirectamente a la degradación ambiental relacionada con el cambio climático, de aparición repentina o de desarrollo lento que afecta negativamente a su vida, se ve ante la necesidad de abandonar su hogar, temporal o permanentemente, de manera individual o colectiva y a nivel interno o internacional.[ii]
Lester Brown, en 1976, y unos años más adelante El-Hinnawi, en 1985, fueron dos de los primeros investigadores en llamar la atención sobre cómo la degradación ambiental podía influir en la vida de las personas de tal manera que tuvieran que abandonar sus hogares. De hecho, se considera que El-Hinnawi fue el primer autor en acuñar la denominación “refugiado ambiental” para designar a estas personas. Pese a que los avances en la temática son múltiples, el conocimiento que se tiene sobre las migraciones climáticas sigue siendo parcial, limitado y poco profundo.
En la actualidad sigue sin existir una denominación internacionalmente aceptada, aunque parece que el término “refugiado ambiental/climático” comienza a descartarse y a ganar más presencia el concepto de “migración climática”. En cuanto a las cifras, a pesar de que sigue habiendo una fuerte tendencia a la exageración, en muchos textos se comienza a reconocer la dificultad de ofrecer cifras exactas y se citan los datos generados por el Centro de Monitoreo del Desplazamiento Interno (IDMC, por sus siglas en inglés). Según esta organización, en 2016 hubo 24,2 millones de nuevos desplazamientos internos debidos a desastres,[i] mientras que en 2017 el total fue de 18.8 millones.[ii] Estas cifras, que no contabilizan las migraciones internacionales ni las generadas por muchos desastres de desarrollo lento (como la elevación del nivel del mar), al menos denotan la dimensión del fenómeno.
¿Cuáles son las causas subyacentes
a las migraciones climáticas?
A menudo se ofrecen visiones simplistas en las que parece que el cambio climático es la única causa de este tipo de migraciones, así como soluciones aisladas que no tienen en cuenta ni los contextos ni las vulnerabilidades de estas personas, ni siquiera contemplan el hecho de que ni todas las personas afectadas por los impactos más severos del cambio climático pueden migrar, ni lo hacen de igual manera.
Por ello, resulta importante tener en cuenta que el cambio climático por sí solo no “genera” movimientos de población, sino que son un conjunto de causas las que hacen que las personas abandonen sus hogares sobre las que influye el cambio climático. Así, los factores políticos, culturales, socioeconómicos y ambientales interactúan e influyen en las migraciones asociadas al cambio climático. Asimismo, las características personales (edad, género, nivel de educación, religión o etnicidad), junto con los factores que obstaculizan o facilitan el proceso migratorio (marco jurídico y político, coste económico de la migración o redes de contactos) también influyen.[iii]
Todos estos factores, a su vez, no pueden aislarse de la lógica del sistema capitalista global. Es decir, vienen determinados por las relaciones históricas y actuales entre los Estados y por sus políticas internas. En este sentido, “(…) podemos decir que los términos ‘refugiado ambiental’, ‘refugiado ecológico’ o ‘migrante ambiental’ […] son, en el fondo, extremadamente simplistas, cuando no directamente falsos. Intentan transmitir la idea de que la causa última de la migración está en la degradación ambiental, encubriendo así que son las políticas y prácticas productivas insostenibles las que originan en el fondo la degradación ambiental. Por lo tanto, deberíamos hablar de migrantes del capitalismo”.[iv]
Llama la atención que una institución financiera como el Banco Mundial (BM) publicara en marzo de 2018 el informe Groundswell: Prepararse para las migraciones internas provocadas por impactos climáticos.[v] En este informe, el BM pretende subsanar el déficit de información sobre las cifras de migrantes internos debidos a los impactos de desarrollo lento relacionados con el cambio climático.
Resulta cuanto menos paradójico que esta institución, que mediante la financiación de proyectos de “desarrollo” ha forzado el desplazamiento de miles de personas, publique un informe sobre migraciones climáticas. Por ejemplo, solo la construcción de la represa Yacyretá, en Argentina y Paraguay, expulsó a más de 15 mil personas de sus hogares[vi], mientras que la represa hidroeléctrica Kandadji, en Níger, desplazó entre 30 y 60 mil personas[vii]. Además, el BM ha participado directamente de los mecanismos de flexibilidad establecidos por el Protocolo de Kioto que, como por ejemplo en el caso de los Mecanismos de Desarrollo Limpio, han generado degradación ambiental y vulneración de derechos humanos en incontables ocasiones alrededor de todo el planeta[viii].
En definitiva, el crecimiento económico basado en la quema de combustibles fósiles de unos países, los enriquecidos, junto con las crueles y voraces dinámicas actuales de la globalización capitalista neoliberal, que aumentan las desigualdades y en las que “las fronteras son porosas para el capital especulativo, la tecnología y la información y para la mano de obra que se requiere coyunturalmente en el norte, pero infranqueables para quien quiere emigrar al centro y no es útil según los criterios de mercado”[ix] son las causas subyacentes a las migraciones climáticas. Sin embargo, son causas invisibilizadas para la opinión pública y que pocas veces se analizan cuando se tratan las migraciones climáticas.
El infinito abanico de tipologías
de migraciones climáticas
En Tuvalu, una pequeña isla de escasa elevación del océano Pacífico, la elevación del nivel del mar está haciendo que se reduzcan sus costas y disminuya la calidad de agua dulce disponible. [x] En Alaska, los residentes de pequeños pueblos, como Shishmaref o Kivalina, están viéndose afectados por el derretimiento del hielo permanente que sostenía sus hogares,[xi] mientras que en una región montañosa de Kenia, la migración temporal de las personas dedicadas a la agricultura ha aumentado debido a la erosión del suelo.[xii]
Las personas que en estas regiones y situaciones han migrado, están migrando o migrarán pueden ser consideradas migrantes climáticas, pero algunas se trasladarán a otros países y otras, la mayoría, lo harán a nivel interno; otras permanecerán en sus hogares hasta que la situación se lo permita y, en otros casos, un miembro de la familia se irá en busca de recursos económicos, dejando al resto atrás. Asimismo, algunas podrán elegir dónde, cuándo y cómo trasladarse, mientras que otras no tendrán elección. Ciertas personas querrán migrar y no tendrán los recursos económicos para hacerlo, mientras que otras, al hacerlo, perderán aquellos con los que contaban.
La realidad es que existen tantas tipologías de migraciones climáticas como personas en esta situación. La comprensión de la gran complejidad de las migraciones climáticas ayuda a no contemplarlas como un fenómeno homogéneo sino como un conjunto con algunas similitudes (especialmente la importancia del cambio climático) pero con infinitas diferencias que dan lugar a un amplio número de realidades.
Esta perspectiva ayuda a visibilizar que las personas migrantes no son víctimas a las simplemente hay que proteger, sino que son personas con poder de decisión y de elección, que conocen mejor que nadie su situación y que, a menudo, no quieren migrar.
Asimismo, esta visión más heterogénea de las migraciones climáticas hace que quienes utilizan un discurso alarmista anti-migración hacia el Norte global no tengan en qué sustentar sus argumentos, pues la realidad es que la mayoría de las personas migrantes se trasladan y seguirán haciéndolo a regiones cercanas a su hogar.
Con frecuencia, el tema de las migraciones climáticas se aborda como si se tratara de una “amenaza”, “crisis” o similar y, a menudo, se hace referencia a que también afectan a los países enriquecidos del Norte global, entre ellos España, como si el solo hecho de que otras personas tengan que desarraigarse de sus hogares en otras partes del mundo no fuera suficiente para ponernos en sus zapatos, ser conscientes de su realidad y exigir que se tomen las medidas jurídicas políticas y jurídicas necesarias.
Esta perspectiva también resulta de utilidad a la hora de proponer los marcos jurídicos y políticos aplicables para remediar el “vacío jurídico” relativo en el que se encuentran quienes migran por motivos climáticos, pues permite ampliar el número de opciones aplicables y adaptarlas a cada realidad.[xiii]
Reflexiones finales
Además de acercar la lupa a las diferentes tipologías de migraciones climáticas, también es importante poner de manifiesto que no todas las personas son igualmente vulnerables en contextos de migraciones climáticas. Las personas con menos recursos en los países empobrecidos son las que constituyen la mayoría de las migraciones climáticas, ya que son las más vulnerables a los impactos del mismo y, a su vez, en los contextos migratorios.
En otras palabras, tanto en situaciones migratorias como de degradación ambiental relacionada con el cambio climático, las personas empobrecidas, especialmente las mujeres, son las que sufren las peores consecuencias. Solo en los últimos años ha comenzado a tenerse en cuenta que las migraciones climáticas tienen, a su vez, consecuencias económicas, psicológicas, físicas y sociales en las personas afectadas que aumentan las desigualdades.
Finalmente, cabe reflexionar acerca de las responsabilidades. No solo son responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero los países enriquecidos del Norte global, sino que otros actores, como las empresas transnacionales, son a su vez causantes de emisiones históricas y presentes. La evidencia empírica del papel de ciertas las corporaciones petroleras, incluyendo a muchos de los 90 mayores productores industriales de carbón, demuestra que sus productos son responsables de casi dos tercios de todas las emisiones de gases de efecto invernadero desde 1751.[xiv]
En los últimos años están teniendo lugar diversos litigios climáticos ante Estados y empresas a los que se demanda por perpetuar economías contaminantes que tienen como resultado la degradación ambiental a escala mundial con efectos locales. Al respecto cabe plantearse si algún día podrá ser posible demandar a estos actores por haber impulsado las migraciones climáticas que están ocurriendo en otros Estados y, de alguna manera, hacerles solventar su deuda climática, ambiental y social y compensar a estas personas (si es que es posible).
Las migraciones climáticas son consecuencia del modelo de desarrollo global en el que priman los intereses económicos por encima de los ambientales o de los derechos humanos. Este mismo modelo, al que no interesaba visibilizar la realidad de las migraciones climáticas, ha conseguido que durante muchos años permanecieran ocultas a los ojos de la sociedad civil y que, ahora que comienzan a ser abordadas en diversos foros (políticos, académicos e incluso jurídicos), no se haga referencia a sus verdaderas causas y complejidades sino que sean tratadas desde perspectivas simplistas y superficiales. Es importante, por todo esto, contar con información más profunda, realista y fiable para que el imaginario colectivo se nutra de visiones más completas que visibilizan la raíz de las desigualdades y que, a su vez, generan cambios radicales y significativos.
Beatriz Felipe Pérez (@beaifp) y Daniel Iglesias Márquez (@Daniel_IgleMar), investigadoras asociadas al Centro de Estudios de Derecho Ambiental de Tarragona (CEDAT-URV).
NOTAS:
[i] IDMC (2017). Global Report on Internal Displacement. Ginebra: IDMC.
[ii] IDMC (2018). Global Report on Internal Displacement. Ginebra: IDMC.
[iii] The Government Office for Science. (2011). Foresight: Migration and Global Environmental Change. Final Project Report. Londres.
[iv] Castillo, J. (2011). Migraciones Ambientales: Huyendo de la Crisis Ecológica en el siglo XXI. Barcelona: Virus editorial. P.88.
[v] Kumari, K., Sherbinin, A., Jones, B., Bergmann, J., Clement, V., Ober, K., Schewe, J., Adamo, S., McCusker, B., Heuser, S. y Midgley, A. (2018). Goundswell: Preparing for Internal Climate Migration. Washington, D.C.: Banco Mundial.
[vi] International Rivers (s.f.). Yacyretá. Recuperado de www.internationalrivers.org/es/campaigns/yacyret%C3%A1
[vii] Snorek, J. (2017). Kandadji Dam and displacement, Niger. Ejatlas. Recuperado de https://ejatlas.org/conflict/kandadji-dam-on-the-niger-river
[viii] Michaelowa, A. y Michaelowa, K. (2011). Climate business for poverty reduction? The role of the World Bank. The Review of International Organizations, 6(3-4), 259 – 286.
[ix] De Lucas, F. J. (2004). La inmigración, como res política. En J. Chamizo y K. Yamgnane (Eds.), Movimientos de personas e ideas y multiculturalidad (Vol. II) (pp. 193 – 225). Bilbao: Universidad de Deusto. p. 197.
[x] Milan, A., Oakes, R. y Campbell, J. (2016). Tuvalu: Climate Change and Migration. Relationships between household vulnerability, human mobility and climate change. Report No. 18. Bonn: UNU-EHS.
[xi] Hamilton, L., Saito, K., Loring, P., Lammers, R., Huntington, H. (2016). Climigration? Population and climate change in Arctic Alaska. Population and the Environment, 38(2), 115 – 133.
[xii] Gray, C.L. (2011). Soil Quality and Human Migration in Kenya and Uganda. Global Environmental Change. 21(2), 421–30
[xiii] Felipe, B. (2018). Moving Beyond the Shortcomings of International Law: a Proposal for the Legal Protection of Climate Migrants. En S. Behrman y A. Kent, A. (Eds.), ‘Climate Refugees’: Beyond the Legal Impasse. Oxford: Routledge.
[xiv] Heede, R. (2013). Tracing Anthropogenic Carbon Dioxide and Methane Emissions to Fossil Fuel and Cement Producers, 1854–2010. Climatic Change, 122, (1-2), 229-241.
Fuente: http://www.revistapueblos.org/blog/2018/09/25/migraciones-climaticas-visibilizando-las-causas-subyacentes-y-sus-multiples-realidades/
Be the first to comment