La trayectoria electoral de los candidatos finalistas a la segunda vuelta para la Presidencia de la República del Ecuador -Luisa González, del movimiento Revolución Ciudadana (33,61% de votos válidos); y Daniel Noboa Azín, de la Alianza ADN, (23,47% de votos válidos)- lejos de ser bifurcada como muchos podrían pensar, tiene sendas líneas de encuentro en la gestión pública como en la política
Una de ellas tiene que ver con el modesto aporte de ambos presidenciables durante su paso por el Parlamento. En 24 meses de trabajo legislativo, Luisa González y Daniel Noboa presentaron -cada uno por su cuenta- tan solo dos proyectos de ley, esta labor se empareja con el uso poco eficiente de sus curules: 28 intervenciones de la candidata correísta en 545 asistencias al Pleno de la Asamblea; mientras que, el hijo del cinco veces candidato presidencial -Álvaro Noboa Pontón- no se quedó atrás, tuvo 11 intervenciones en 286 asistencias con una particularidad, Noboa Azín principalizó a su suplente en 295 ocasiones, sobre todo cuando tenía que votar por temas considerados polémicos, como: el aborto por violación, lavado de activos, ley de inversiones, desarrollo económico, censura el ex contralor Pablo Celi, la destitución al Presidenta de la República Guillermo Lasso y, el paso a su juicio político. No obstante, la presencia pública y la producción legislativa de los contendientes de este balotaje electoral fue -por decir lo menos- pobre, quizás por ello los ciudadanos no los identifican como parte de esa Función del Estado.
Pero esto no es lo único que comparten González y Noboa, su pasado y presente partidista van más allá de una Asamblea Nacional desprestigiada y con infraniveles de aceptación (4%). La única mujer finalista de una lid presidencial y el hijo de uno de los empresarios más potentados del país, encuadran sus candidaturas en las dos vertientes políticas del correísmo: la una, ligada a quienes son leales a la dictadura que gobierna la Revolución Ciudadana (ex Alianza País) cuya presencia en el Parlamento alcanzará más de 50 curules productos de estas elecciones anticipadas, con el atenuante de que 35 de los 43 legisladores reelectos -que fueron cesados por el Decreto Ejecutivo 741 del 17 de mayo de 2023 sobre la “muerte cruzada”- son de esta tienda política; y, la otra, asociada electoralmente a quienes se califica de «traidores» a ese proyecto personalista, integrado por algunos de los parricidas políticos de Rafael Correa en 2021: la extinta Alianza País hoy MOVER y el movimiento Pueblo Igualdad y Democracia (PID), cuyo director es Arturo Moreno, primo hermano del ex Presidente de la República, Lenin Moreno Garcés.
Sin embargo, la relación entre Noboa y los Moreno parece algo más que un hecho aislado, ya que Edwin Moreno, hermano del exmandatario, auspició la candidatura legislativa de Noboa Azín en 2021.
¿Acaso esta elección nos pondrá a decidir a los ecuatorianos entre el haz y el envés de una misma hoja? ¿Asistimos a una segunda vuelta electoral entre “lo viejo” y “lo nuevo”, entre la experticia de una organización política en la administración del Estado -con sus múltiples reparos éticos- y la novatada de un joven ambicioso, parco de humildad y heredero de la red clientelar que acuñaron sus padres con el extinto partido PRIAN?
Lo único cierto es que esta segunda vuelta electoral pondrá en evidencia como dos vertientes del populismo ecuatoriano pugnan por llegar a Carondelet con relatos que seguirán flotando en la esfera de las ambivalencias ideológicas, los discursos maniqueos e incluso las apologías al odio y la venganza plagados de un personalismo extremo.
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