Las cortinas de humo son un recurso insustituible de la política. No solo de nuestra política criolla, sino de la política global. Cuando alguien –llámese presidente, ministro, legislador, partido político o grupo de poder– quiere pasar de agache una ley tramposa, una medida indecente o un acuerdo impresentable, prefiere hacerlo oculto tras un velo de misterio. El humo es una pantalla eficaz, porque se disuelve pronto y proyecta una imagen de casualidad.
Desde un tiempo acá la política nacional puede prescindir de las cortinas de humo. Los escándalos son tantos, tan intensos y tan frecuentes que no se necesita de artilugios adicionales para actuar al margen del escrutinio públicos. Quienes buscan tranzar sus amarres a espaldas de la sociedad solamente necesitan tener un poco de paciencia. Mejor dicho, un poquito de paciencia. Hasta que las cortinas de humo providenciales aparezcan de repente.
La fila es interminable. Hay, sin embargo, algunos casos que son más ilustrativos. Por ejemplo, la aprobación del Tratado de Libre Comercio (TLC) con China por parte de la Asamblea Nacional.
Ocupada como está la gente con el caso Metástasis, que nos tiene en vilo con cada capítulo nuevo sobre los chats de Leandro Norero, nadie le presta atención a una decisión que puede ser la más trascendental en la historia contemporánea del Ecuador. Si la Asamblea Nacional aprueba el TLC con China, quedaremos atados al gigante asiático por los siglos de los siglos… amén.
En efecto, China es hoy la primera potencia comercial –y probablemente económica– del planeta. Tiene muy bien definido su proyecto de expansión geopolítica a futuro. Un proyecto que incluye, entre otros aspectos, el control territorial de los recursos. Adquirir gigantescas extensiones de tierra destinadas a la producción de alimentos es una de sus principales estrategias. Si pensamos que China tiene cuatro veces más población que los Estados Unidos, podemos anticipar los impactos globales de su vertiginoso crecimiento económico. ¿Qué implica, solamente, dar de comer a 1.400 millones de seres humanos?
En estas circunstancias, la aprobación de un TLC con China será, sin lugar a duda, un hecho infinitamente más devastador para la economía nacional que la última ley de urgencia económica aprobada en la Asamblea Nacional. Implica anclarnos de manera integral e indefinida al capitalismo transnacional. Literalmente, convertirnos en una pelusa arrastrada por el viento.
Más que los chanchullos a favor de la impunidad de los jerarcas correístas, es posible que los intereses ocultos del pacto legislativo entre el gobierno, los socialcristianos y el correísmo apunten a la aprobación del TLC con China. De por medio se juegan intereses estratégicos para los sectores empresariales representados por estas tres fuerzas políticas. La pelea es por el reparto de los gigantescos negocios. Ahí está la clave.
Ya veremos las reacciones de los involucrados al momento de votar a favor de la aprobación. Seguramente, el toma-y-dame funcionará con mayores y más indescifrables retribuciones que la aprobación de la ley de urgencia económica. Todo quedará hábilmente justificado.
Diciembre 27, 2023
Muy bien estimado Juan
Pero se sigue quedando sin respuesta la sociedad que acertadamente interpretas su citación.