#Opinión / Civilidad y Barbarie: La función de las leyes y reglamentos

 

Uno de los conceptos básicos, fundamentos básicos, pilares estructurales (prolegómenos) de la sociedad, es la civilidad.

Somos civiles, somos personas, no bárbaras, una diferencia establecida por los estamentos greco-romanos, para diferenciarse de los pueblos nómadas y resaltar los avances de la Ciudad-Estado, frente a las otras formas – que después, a través de la revisión de la civilidad descubriríamos como humanidad que también tiene sus normas, aunque en otras estructuras y lenguajes- a partir del reconocimiento de normas, leyes y reglamentos básicos que conforman acuerdos entre el que, como humanos diferentes, acordamos (valga la redundancia), seguir en conjunto, someternos y cumplir en favor del desarrollo colectivo, en donde, a partir de los acuerdos, se pueden administrar también los tiempos, espacios y así, conformar espacios comunes, civiles, en el que nos reconozcamos los unos a los otros[1] como iguales ante la ley.

Así, hemos construido una sociedad en la que, la propiedad privada como fin último, hace caso omiso de las externalidades sociales y ambientales, pero sin embargo, la fuerza de los movimientos sociales y las causas, en búsqueda de acuerdos y organización, había logrado generar una institucionalidad que pueda incorporar en el ethos humano, el imperio de la norma. Como norma básica: pagar impuestos, la historia de los impuestos recuerdo haberla revisado de la mano de los libros de Locke, que mi profesor Roque Espinosa, en su momento nos haría revisar.

Aprendí así, que una de las reglas básicas para ponernos de acuerdo entre distintos, es el seguir las reglas.

Estas reglas, más que las impuestas por el miedo o la fuerza, o “el poder por el poder” que no es más que un resultado malforme de las dos anteriores, tienen como premisa el ser sometidas a la revisión, consciencia y discusión del ágora. El ágora en el que cada una de las causas tiene representación y representatividad.

Así, se imprimen las leyes y las normas, en un corto resumen, para que no extenderme en cátedras, y en teoría; estas leyes y normas, son las que deben ser tomadas en cuenta, acatadas y respetadas, por todas las personas, especialmente por aquellas que se denominan “funcionarios públicos”, sea por elección popular – con mayor anuencia por la responsabilidad de haber sido electo – y por aquellos designados o contratados por mérito[2].

En este sentido, el primer funcionario público, quien es el primer “mandado” de los mandantes, debe ser quien mejor conocimiento y respeto tenga por las normas y leyes que nos hemos puesto de acuerdo todos, esto, con el único fin de conservar la civilidad, y dejar la barbarie.

  1. Entiéndase que, por el rigor de los tiempos que transcurren, no señalo unos y unas, los otros y las otras, y mucho menos a les otres. No porque no los tome en cuenta. No quiero ser acusada de “ideologizada”, quiero que se entienda el mensaje de manera plural.
  2. En el mejor de los casos.

 

Acerca de Heleana Zambonino 2 Articles
Experta en desarrollo sostenible, planificación para el desarrollo, políticas públicas y administración de empresas. Con formación en ciencias ambientales, planificación y desarrollo local, ha liderado proyectos en el sector público y ONG, integrando metodologías mixtas de investigación para monitoreo y evaluación. Habla inglés, alemán y francés. Su enfoque combina innovación, inclusión y sostenibilidad en áreas de impacto multidisciplinario, transdisciplinario e interseccional.

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