El Mural de Guayasamín es de la Patria, no de los fachos

Por Alexis Ponce

El tema no es si lo logran o no, si tienen o no el apoyo, para ello, del gobierno y su bloque legislativo del partido oficialista ADN. El tema es que, la campaña tan masiva y agresiva en las redes, busca posicionar como «normal» en la sociedad, el injuriar y dejar en el piso un símbolo de la Nación, no de una tendencia ideológica. A la ultraderecha mexicana no se le ha ocurrido jamás pedir que se retiren los murales de Diego Rivera porque, a diferencia del Ecuador, allá todo el mundo hace causa común, pueblo popular, Legislatura de izquierdas, partidos, artistas y pensadores, para que los fachos no vuelvan por otra.

En el caso ecuatoriano intentan, aunque no logren su cometido, colocar la bestialidad de «exigencia»: el retiro del Mural de la Patria, en el chip digital de la manada. Bueno, es la altura retaca de los tiempos que vivimos.

¿Qué pasó? Que a pocos minutos de la posesión de su presidente, el sábado 24 de mayo en el Plenario de la Asamblea Nacional Legislativa, rodeada de soldados y con un mando militar ¡que lo condecoró!… ese sábado 24 de mayo empezaron un nuevo ataque masivo los «libertarios» garcianistas de la red: esta vez con un ingrediente que hace parte consustancial de «la batalla en el terreno cultural» que dan los neonazis, fachos y ultraderechas a escala mundial, latinoamericana y local aldeana: la denigrante acción ideológica, y muy práctica, contra la cultura, el arte y la memoria. Tal cual los nazis. Nuestro Gramsci en camisa negra.

(No quepe duda que, si no logran su cometido, porque no es el momento político; no faltará el afiebrado que quiera «pasar a la posteridad» fugaz de los likes curuchupas, lanzando alguna basura o pintura de escombros y dañando algún día el mural. Ya los han acicateado los ultras de la red de apellido rimbombante: Arosemenas, Arduinos, etc.)

Ya «ganaron» primero la sutil admisión digital (no hubo rebelión callejera) del «cambio» de color de la Bandera Nacional, porque la gente pensante del país no reaccionó como se debía, al unísono y con agenda unificada, para dar batalla en el eje cultural y defender la memoria, los símbolos patrios, la Historia del Ecuador. La gente pensante:

A) Dudó que estuviera pasando eso. Creyó que era una exageración visual o que no es un tema ‘trascendente’.

B) Creyó que era trampa mientras cometían otra tropelía económica o fiscal.

Ya una Ministra habló de cambiar la letra del Himno. Es decir, avanzan posicionando temas de devastación simbólica con el fin de «medir» si hay o no reacción. Saben que hay oposición, aunque no tan masiva, al grosero por «vivísimo» cambio de tonalidad de la bandera. Y así van dejando temas en el suelo ellos mismos, como la mentira de que desde México querían atentar al retaco. Y todo era una OFB (operación de falsa bandera) destinada a medir y provocar.

«Estuvimos cerca de perder la patria», dice el mitómano que se nos la roba y deshilacha cada día. La plutocrática fe de erratas está en que, ahí donde el gringo diga «Patria», usted entienda que se refiere a las propiedades y haciendas de la oligárquica familia Noboa, cuyo presidente dice que «defraudará a las oligarquías que siempre se enriquecían a costa del Estado», idea que trasluce un cinismo particular. Como si Somoza hubiera dicho que luchó contra el somocismo, o Ellon Musk dijera luchar contra los mega-millonarios del planeta. Este grupo de poder usa estrategias narrativas dignas de los fascismos digitales contemporáneos de Steve Bennon y del Mossad.

Hoy las jaurías digitales de Goebbels, quieren censurar, desplazar o retirar el Mural de la Patria de Oswaldo Guayasamín.

Ya lo hicieron los ucranianos y húngaros de ultraderecha con los símbolos de la Guerra Patria de 1941 – 1945.

Ya lo hicieron Milei y los nietos de Videla, echando abajo y desplazando memoriales de DDHH, de pensadores sociales, de la Universidad de Madres de Plaza de Mayo, destruyendo lápidas, o quitando recursos y echando a la gente que cuida el memorial de la lúgubremente célebre ESMA.

Ya lo hizo Trump invitando mundialmente al asilo en EEUU a los afrikaners, los blancos de Sudáfrica herederos de los autores del Apartheid, por supuesto y falaz ‘genocidio’ dizque cometido por el pueblo de Mandela. Eso, mientras Trump expulsa a miles de latinos, asiáticos y africanos; y mientras retiran o prohíben libros «woke» del sistema escolar.

Ya lo hizo Europa con símbolos culturales, libros, obras de arte y artistas de Rusia. Prohibieron el Bolshoi y a Pushkin, Gogol, Tolstoi y Dostoyevski.

Ya lo hicieron Alemania y EEU sancionando a quien lleve la bandera de Palestina en los mitines o los campus universitarios.

En Ecuador, la ultraderecha, tan envalentonada desde que «ganaron» con chicanerías, quiere empezar a destruir LA MEMORIA, LA HISTORIA, LA CULTURA, EL ARTE, QUE NOS EXPLICAN COMO NACIÓN.

¿Lo permitiremos?

Es hora de reencontrarnos, patriotas; para defender la Patria y su Historia, Arte y Culturas, e impedir esta ofensa al Ecuador, a su identidad y democracia. Si no defendemos el Mural y otros símbolos con entereza, mañana será no sólo el propio edificio legislativo o cualquier otro tema, que a los trogloditas les sepa a comunismo, socialismo o izquierdismo.

Apenas impusieron su «triunfo» que lo bendijo Atamaint cerrando toda posibilidad democrática al reconteo, y tras imponer al estilo años 80 y 90 su «mayoría» en el Legislativo, en la red social la ultraderecha amenazaba con «partir cráneos» de dirigentes locales de la RC.

Los nazis quemaron libros y destruyeron obras de arte que ellos llamaban «arte degenerado». Luego fueron por los seres humanos pensantes de distintas corrientes. Y al final por todos.

No se trata de que los galgos del fascismo criollo tengan una muestra de fiebre. Si logran trascender el nuevo bulo, Olsen y la bancada de la ultraderecha ADN, dirán luego que «No es una postura oficial sino propuestas de ciudadanos respetables que ejercen su libertad de opinión y que las revisaremos porque éste es un país de-mo-crá-ti-co».

Un bando policial había citado antes que la Bandera no cambió de color sino que por el uso se hizo pálida. Pero en los actos oficiales y simbólicos, incluso litúrgicos de la fuerza pública, empezaron a usar el color del noboísmo, el morado-lila que, por coincidencia, es el color que usa el movimiento de Milei.

Recuerdo la horrible frase: «Cuando hablan de cultura, me dan ganas de desenfundar mi pistola», atribuida erradamente al nazi Goering, jefe de la fuerza aérea y presidente del Reichstag -parlamento- alemán (cuyo idioma tanto le gusta a cierto monarca de una colonia retaca, aunque diga frases de Google, y no de Goethe).

El mural de Guayasamín no es solamente de la Asamblea Nacional Legislativa. Como Sacha, los Hospitales públicos, las Hidroeléctricas o el IESS, es de la Patria.

¿Permitiremos más canalladas? Seguro que no.

 

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