Lecciones de fútbol de Neymar

Por Sergio A. Poveda

Para los perezosos: Neymar jugó el partido de su vida frente a Liverpool. Tacos, pases imprevistos como salidos de una telaraña de sus empeines, una bicicleta sobre dos defensores y el gol del triunfo fueron su sello en la última jornada de la Liga de Campeones. Por si fuera poco, su desempeño suena: wow, qué hijueputa, olé, ooooh -corearon los espectadores. Su juego es más que un despliegue estético; en el fondo, el brasileño de 24 años nos transmite las iluminaciones del fútbol. Abajo están once puntos que repasan la evolución del garoto de Mogi das Cruzes.

  1. Divertirse: el lema del fútbol brasileño.

Aceptémoslo tiene un look de gallo guarico, aunque sus aficionadas lo adoren. Y es flaco como Peter “La “Anguila”. Pero cuando pisa la pelota se transforma en el rebelde Peter Pan (más bien Peter “Pancinho”) que se niega a hacer un juego “serio” de pases sencillos; va a por más y con la pólvora de sus pies suscita tantas sorpresas en los aficionados como los trucos del mismísimo Criss Angel o, en su tiempo, Houdini. Un niño que se divierte en las canchas y nos divierte, también: ese es Neymar Da Silva Junior, el futbolista brasileño.

  1. El actor.

Nació en 1992, en la diminuta ciudad brasileña de Mogi das Cruzes al sur de Sao Paulo con el don de patear muy bien al balón y el peor pecado de un futbolista: fingir faltas. Al más leve roce se vuelca y retuerce epilépticamente. En su estrafalario, exagerado acto el garoto brasileño cae de la astucia al patetismo. Los referís no ceden. En efecto, el 10 de Brasil es más “teatrero” que el “Loco que ama”. No en vano se han viralizado bromas que aluden a sus sobreactuaciones de faltas y “dolor”. Se volvió impopular.

  1. Tres perfiles de Neymar.

El prodigio: Rapado a mate debutó en Santos F.C. a los 17 años, marcaba tres goles por partido y recibía elogios de Andrés D’Alessandro y consideraciones como el “nuevo Pelé”. También deslumbraba en la Copa Libertadores; por ejemplo, el esmirriado atacante era un endemoniado ser que dejaba a los defensas de Once Caldas, Universidad Católica o Peñarol quebrados, como contorsionistas chinos. De modo que surgía un problema irresoluto, ¿cómo quitarle el balón a un “demonio”? ¡Pegarle! ¡Mucho! La ira provoca en él su peor finta: fingir agresiones. Debido a su talento ganaba 15 millones de euros anuales.

El niño patán: Era 2010, Santos enfrentaba a Atlético Goianiense. En el filo del área, Neymar hizo un globo sobre el último hombre y condujo la pelota hacia el arco. A dos metros del tembloroso golero, lo derribaron. El juez señaló el punto penalty. ‘Ney’ portó la pelota bajo el brazo y se peinó el Mohawk rubio dispuesto a cobrar la falta. Pero Dorival Júnior, director técnico, asignó el penalty al fornido Marcel. Por su parte, el capitàn Leo persuadió a Neymar de que tendría otras oportunidades. Argumento imposible. Inicio del caos. Extendiendo los brazos, el prodigio del Santos protestó de cara al DT. Luego, Neymar se encaprichó. Burló a cada oponente, la hinchada se sacudió de emoción. Sin embargo, el garoto decidió no pasar la pelota, lo cual sacó de quicio al DT, que lo sustituyó. El club descontó el 30% de los ingresos de Neymar por su actitud desobediente; también lo supendieron por un partido. Dorival Júnior quería darle un escarmiento: no contaría con Neymar en los siguientes 5 juegos. Esto le pareció una exageración a la directiva; así que despidieron a Dorival Júnior.

El héroe sensible: Neymar abre una puerta. Viste un suéter y pantalones negros. La gorra blanca cubre su cabeza gacha. Levanta el rostro y en sus orejas destellan pendientes de diamantes y también dos collares diamantinos bambolean en su cuello… Es una sala colorida: un mueble turquesa, la fotografìa de un edificio en la pared, luces fluorescentes detrás de un mueble grande recubierto con plástico naranja, tres sillas y una pelota. Neymar sonríe, pues presencia el hogar de su infancia, que el reality show Visita al Pasado reconstruyó en junio. Porta un soporte de tobillo en la pierna derecha. Renquea. Cruzá un pasillo estrecho, “dribla” un monopatín y desemboca en la habitación principal. De espaldas, moquea y se refriega los ojos. Dos mantas reposan sobre el colchón circundado por un mueble marrón. Allí solían dormir sus padres, él y su hermana. El crack, conmovido, revisa el lugar: un trofeo, el televisor, carpetas azules, la palabra “Jesús” irradia en las camisetas, el baúl donde se escondía y, desperdigados, tres balones. En esta experiencia no lo acompañó Davi Lucca, su hijo.

  1. PSG vs Liverpool, la redención.

¿Por qué no se queja cuando de verdad le hacen daño? Cierto, su actitud molesta. No deja de ser fastidiosa su costumbre de tomar el balón sobre la banda izquierda, retroceder unos metros y, en vez de liberarse del acecho con un pase al jugador más libre, continuar esa jugada estéril; bululún, le martillan las pantorrillas. Brinca al igual que una papa frita en el aceite crepitante. Esa película era constante hasta el reciente 28 de noviembre. Algo cambió. Por la Liga de Campeones, su club, el PSG, enfrentaba al excepcional Liverpool, orquestado por Klopp, un alemán, quien descubrió la manera de contagiar la velocidad y precisión de sus atacantes a los mediocampistas, y la visión de éstos últimos a sus defensas, lo cual aniquila a los rivales pese a su preparación física. Neymar jugó el partido de su vida. Ofreció tres pincelazos en el punto donde su producción es yerma. Primero, halló un hueco entre tres barreras humanas, por ahí lanzó un pase, el cual detonó un contragolpe mortífero para el Liverpool. Segundo, atrajo dos adversarios hacia el borde izquierdo de la media cancha, dio un taconazo hacia adelante y fugó rumbo al arco contrario. Tercero, en los minutos finales, recibió un tiro libre corto, arrastró la pelota hacia adelante e hizo una bicicleta sobre dos jugadores de Liverpool. La pelota dibujó una elipsis sobre esas cabezas desconcertadas, rebotó cerca del corner izquierdo y ‘Ney’ la controló de nuevo. O sea, después de lo que Neymar hace/ofrece a los espectadores, le perdonamos todo.

  1. Onomatopeyas e individualismo.

Cada cosa que Neymar fabricó en el Parc des Princes fue una oxitocina visual. Tacos, retención del balón efectiva, pases imprevistos como salidos de una telaraña de sus empeines, la bicicleta que sentenció a Gómez y Shaqiri más el gol del triunfo para el PSG (2-1). Además, el desempeño de Neymar suena: wow, qué hijueputa, olé, oooooh. Se dice que el fin último de este deporte es el trabajo en equipo… Puede ser, pero hasta cierto grado. Gracias al garoto brasileño, entendí que “el individualismo cuando se excede… Regala”, como bien escribió Leopoldo María Panero en una carta a Diego Medrano reunida en Los héroes inútiles.

  1. Cerca de ‘O Rei’ Pelé.

Los defensores del Liverpool parecían judokas frustrados, qué ganas de patear, qué torpeza para quitarle una pelota al garoto que se entretiene. Martirizaron las piernas del crack. Después de su trabajo, este muchacho, a quien le faltan apenas 11 goles para igualar a Pelé como el máximo goleador histórico de la verdeamarelha, nos hace atender al fútbol, ver más allá de la publicidad; este joven que no ha ido a la universidad nos transmite iluminaciones.

  1. Primera iluminación.

Él intenta, intenta, intenta e intenta lo imposible. No se trata únicamente de un despilfarro de habilidad, sino de ideas o salidas ante problemas musculosos, férreos y preparados para tumbar a cualquier atleta. A. R. Ammons esgrimía: “necesitamos más gente que se especialice en lo imposible”. Buscar lo complejo es una cosa. Para alcanzarlo se requiere práctica, muchisisisíma, no solo un golpe de suerte. Ese esfuerzo continuo por hacer lo que pocos se atreven se llama confianza, la primera enseñanza de Neymar. Las horas que dedica a sus amagues y trucos son su vida. La habilidad que ha potenciado con los años asombra, sin embargo, desconocemos cuántos litros de sudor ha derramado por lo que ama, el futebol. Neymar puede ser individualista, malcriado, teatrero, un gallo guarico, lo que sea; pero deberíamos copiar algo de su auto-confianza y voluntad para practicar en el día a día. Así, podríamos reacomodar lo jodido. Seguramente. O, si el fútbol es su pasión más arraigada -quizás con mayor dedicación- por lo menos podría pasar de taquito la tesis a su Tribunal, el informe a su jefa, la receta al paciente, el Metro a los ciudadanos, el biberón al bebé.

  1. Otros especialistas en lo imposible.

El panorama del fútbol masculino tiene pocos especialistas en lo imposible. El adolescente y campeón mundial Kylian Mbappé empezó a dar conciertos de osadía en la cancha. En Juventus, Cristiano Ronaldo rejuveneció; es el showman de los tifosi turineses, quienes acompañan los goles del portugués con un grave “Sí”. Tras el mundial Messi revivió su ímpetu y las carreras verticales que enloquecían a enemigos e hinchas, pero una lesión lo alejó de las canchas. En Londres, Eden Hazard dribla a gigantes, como si fueran palos de escoba, a mil por hora; pero cuando habla de sí mismo exagera las pocas chispas que despliega en el Chelsea… Los adolescentes Justin Kluivert y Vinicius Jr, a veces, hacen algo fuera de lo común, aunque tienen pocas oportunidades de jugar en AS Roma como en Real Madrid respectivamente.

  1. El resto de las iluminaciones.

Recapitulemos: ¡cuánta confianza se tiene Neymar! Repítalo como si fuera un salmo, pues de allí se derivan las siguientes lecciones. Si el fútbol no te enseña a confiar en ti, entonces desconoces el fútbol. Si, a través de la confianza, no descubres la felicidad, reprobaste en asimilar el fútbol. Si, además, no sabes que el fútbol te permite controlar tu cuerpo y con éste crear; no sirves para este deporte. Y… Si piensas que es solo para hombres, no llegas ni al supletorio. Pues, el juego es para los humanos lo que una cura para los enfermos.

  1. Representaciones.

En octubre pasado, ‘Ney’ alcanzó 94 juegos con la selecao. Enseguida, Pele lo felicitó y retó: “… superaste mis 92 juegos internacionales. Ve también por mi récord de goles. Brasil te necesita”.

Verbos que las jugadas de Neymar nos provocan decir: deslumbrar, romper, saltar, correr, “fantasmizar”, volatilizar, “etereizar”, “hacer bunga”, bailar, engatusar, fantasear, embrujar, crear, chamuyar, romper la cintura o replicar.

No todo es elogios, sin embargo. “Neymar es muy individualista. No creo que le haga bien a un equipo como el Barcelona, que lo quiere de regreso”, dijo Louis Van Gaal, entrenador holandés. Ganador del Onze d’Or por su exitosa dirección del Ajax (1991-1997), Van Gaal es muy crítico del fútbol-arte, prefiere el fútbol colectivo, efectivista; también ha sido famoso por despediciar a talentos, especialmente latinoamericanos (Riquelme, Falcao, etc).

  1. El juego de su vida.

En el Mundial de Rusia, la participación del garoto de Mogi das Cruzes fue a medias tintas, pues volvía de una lesión que lo aquejó el primer quinquemestre del 2018. El 24 de julio apoyó y participó en la final femenina del torneo de futsal Neymar Jr’s Five, que se transimitió en vivo por Youtube. Pero, en agosto, septiembre octubre y noviembre hemos visto a un Neymar ambicioso. De hecho, el mejor juego del garoto brasileño fue, nada más y nada menos, frente al vicecampeón del fútbol europeo, ante las figuras Mohamed Salah y Sadio Mané, que han emulsionado al Liverpool. En ese 28 de noviembre, además de su calidad técnica e improvisaciones, ‘Ney’ se sacudió la pereza y ayudó en funciones defensivas, o sea ascendió del estilo desequilibrante al nivel de un campeón, de los que se comen hasta la camiseta para que el equipo gane, a lo Sweinsteigger.

Palmarés: ‘Ney’ Cumplirá 27 años en febrero y sus 60 goles en la selección de Brasil demuestran que hizo historia en un país de estrellas del futebol. De hecho, solo le superan Pelé con 77 y Ronaldo con 62. En Londres 2012, se bañó con el oro olímpico. También fue campeón de la Copa Confederaciones en 2013. Atesora títulos: Champions League, Campeón de Ligue 1 y Campeón de La Liga. Asimismo, FIFA lo condecoró Tercer Mejor Futbolista del Mundo en 2015 y 2017; solo le superaron Messi y Cristiano Ronaldo. Finalmente, en 2017 pasó del FC Barcelona al PSG francès por 222 millones de euros.

Acerca de Sergio Poveda 18 Articles
Se graduó en Relaciones Internacionales en la Universidad de Lindenwood, EE.UU. Explora la vida urbana y la cultura. Inició su carrera con temas sociales en "El Telégrafo". Reportó para "The Legacy". Con agudeza documentó la vida universitaria para "USA TODAY." Reconocido internacionalmente, sus logros incluyen el Premio de la Hispanic Culture Review en 2021 por su serie "Quito Enjaulado" y el International Photography Award del Missouri Consortium en 2016. Su documental "Where Walls & Windows Speak" fue finalista en el IILA-Cinema en 2021, revela la tragedia de Mike Brown, asesinado por un policía. Sergio es miembro del New York Institute of Photography. NYIP Membership Badge

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