En las instalaciones del Centro Financiero de Quito, ubicado en la Avenida Amazonas y Corea, y como mejor referencia, frente al Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN), existe una biblioteca, en que espera mi visita, un tanto de manera incidental, Adulcir Saad Vargas.
Hace poco una amiga en común me habló del proyecto de la “Biblioteca Móvil”, y a mí me parece, de inmediato, una iniciativa para tomar más que en cuenta. Yo dije: “A mí me gustaría que mis libros estén ahí”. Y lo expresé en calidad de autor, de un autor ecuatoriano que desearía ser leído (o de plano, no leído) más allá del pequeño grupo que compone el reducto de personas asistentes a las presentaciones de libros en la ciudad.
Asimismo, cabe la coincidencia de que quería donar un libro de cuentos recién publicado, con el sugerente nombre de “Los Desamparados”, del autor Vladimiro Oña, a la “Biblioteca Móvil”, un poco deseoso de saber cómo funciona, después de mis instantáneas expectativas.
La breve espera se vuelve en seguida una especie de compartir casi natural, pienso que por varios aspectos afines con Adulcir, tanto referentes al espíritu del arte como a la mutua sensibilidad sobre que el conocimiento debe ser aspecto generoso y colectivo para el desarrollo de todos los pueblos.
Dirigiéndome al actual fondo de libros que ostenta el proyecto, cercano ya a los 700 volúmenes, Adulcir Saad comenta intereses primordiales de la “Biblioteca Móvil”, como son: inculcación de hábitos lectores; tiempo de calidad familiar; actividad lectora, entre varios otros, especialmente tratados mediante lecturas cortas de diversos géneros, estilo y categorías de lectura. Pues, Adulcir menciona algo interesantísimo sobre este aspecto, de la lectura respecto a los libros de fotografía y arte disponibles, pues la lectura va más allá de la mera acumulación e interpretación de signos fonéticos, de palabras. Eso puede ser solo información. El contacto con imágenes es verdadera lectura, porque ofrece un campo más amplio y libre de interpretación. Así lo entiendo. Entiendo, entonces, por qué el énfasis y aprecio que se tiene hacia los libros de arte pictórico, plástico y fotografía que propone el proyecto.
Cuando hablamos de categorías, son las siguientes: Literatura; Cómic; Arte; Poesía; Fotografía; Infantil; Juvenil; Libros IAEN; Ensayo; Pedagogía; Lengua Extranjero, y Teatro. Y de cierta manera, por la misma lógica del proyecto de incentivar la lectura, de preferencia, interesan libros con textos cortos (cuento, poesía, cómics), por la duración de permanencia de las personas asistentes a cumplir con obligaciones de pago de servicios, impuestos, y tanto tiempo de espera en actividades, para ser honestos, bastante aburridas y rígidas… De esta manera, con el consumo del servicio gratuito —puesto que solamente debe el usuario entregar un documento que reclama de vuelta al entregar el libro escogido— de la “Biblioteca Móvil”, se encuentra una de las mejores y más originales opciones de divulgación de la lectura en la ciudad y del país.
El proyecto se basa en la colaboración mutua; es decir, al brindar este servicio de manera absolutamente gratuita, solo se solicita la reciprocidad de sus usuarios y de la sociedad en general, requiriendo un apoyo voluntario: la donación de libros para el uso público.
El proyecto, además de haber empezado con un presupuesto de $100 usd, tuvo una expectativa de 20 libros diarios solicitados por sus usuarios. Sorpresivamente, hoy en día, existe un consumo mensual de 800 a 1000 libros, y un récord diario, en las últimas vacaciones, de 104 en un día, tomando en cuenta que son días en que varios de los usuarios de la Plataforma Financiera van a hacer sus gestiones acompañados de sus hijos.
Mencionaba hace unos párrafos que como escritor, me gustaría que mis libros estuvieran en la “Biblioteca Móvil”, pues tienen más oportunidad de ser leídos y conocidos por el gran público que, digamos, si se los regalo aun a un colega escritor.
Adulcir me invita a ver, ya frente a frente, cómo funciona en la práctica la Biblioteca, así que bajamos del lugar en que se encuentra el fondo general de libros, en el segundo piso de la Biblioteca del IAEN, hacia las instalaciones de la Plataforma Financiera, donde, mientras ella, con una voz destinada a la convocatoria y a captar la atención —Adulcir viene de una antigua tradición de artistas, especialmente de gente del teatro y la poesía, expertos en técnicas de la oratoria—, invita al público a acercarse a escoger un libro para su entretención, y yo camino hacia donde María José Carvajal y Christian Navarrete están encargados del carrito con los libros, que además, tiene claramente señaladas las distintas categorías para predilección del lector. Ellos, dos muchachos jóvenes, pasantes universitarios, me comentan que no ha habido mucha demanda esa mañana… Pero, apenas termina Adulcir Saad de realizar su convocatoria, tenemos una fila considerable de personas interesada en pedir un material de lectura. ¡Hay que ponerle ganas y talento a la convocatoria, nada más! Eran las 12:10 a.m.
Al continuar nuestro diálogo, Adulcir Saad menciona que, como va la demanda de los libros de la “Biblioteca Móvil”, la necesidad del fondo es de 5000, ya que la rotación está superando al fondo de libros disponible.
Al hablar de demanda en cuanto títulos, me entero que una Antología de Poesía Negra Ecuatoriana de autoría de mujeres, se solicita casi periódicamente, y que también sigue siendo demandado Diego Oquendo, en su faceta poética, y sin lugar a dudas, Cohello y Cuautémok Sánches, se piden, más que nada por la promoción mediática que estos autores (o marcas) obtienen cada día, para bien o para mal… Pero el fondo tiene una “Ilíada” (Homero) con imágenes, elaborada para niños; he visto a Umberto Eco, con “El Nombre de la Rosa” (que en estos tiempos de crisis, un culto desempleado puede maravillosamente ir y leerlo entero y hasta repetirse, por ser un tanto voluminoso); bellos libros de Historia… como un cómic sobre Eloy Alfaro, etcétera. Hay que ir, hay que conocer esta Biblioteca.
En cuanto a la curaduría, por ejemplo, de revistas que acepta el fondo, se enfatiza en los contenidos culturales, y siempre, de enfoque laico. Quien quiera deshacerse de su colección de “Atalayas” u otras publicaciones de divulgación religiosa o dogmática, no lo logrará por acá…
Desde la visión institucional, es decir, del Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN), que tiene directamente que ver con la búsqueda y construcción de conocimiento, la “Biblioteca Móvil” viene a obtener una calidad de “semilla”, cosecha de lectores, y si estos guardan la memoria de la institución que auspició (IAEN) el proyecto que permitió su aproximación con la lectura, tendrá también en cuenta apoyar sus estudios en la misma, de repente. Así, observa también nuestra anfitriona otras características de este enfoque institucional: el servicio directo, hábitos lectores como política institucional y estatal —IAEN es una universidad pública— y salvaguardar un sentido lúdico de la lectura, pues, que no sea una imposición, sino un momento ameno, de entretenimiento, libre y enriquecedor. Y Adulcir, tiene que decirme, sobre la importancia y la pasión que ella siente por el diálogo interior que los lectores obtienen consigo mismos en el momento de asimilar la lectura.
Para culminar, hay una anécdota importante en el tiempo que tiene operando el proyecto de la “Biblioteca Móvil”, y la leyenda cuenta de un niño que un día pidió 8 libros… y como premio y homenaje, la administración le regaló un helado. ¡Mito fundacional y heroico que emociona a cualquiera!
Las donaciones de libros para la “Biblioteca Móvil”, se aceptan todos los días laborables, de 8:30 a.m. a 17:00 p.m. en el segundo piso de la Biblioteca José Moncada del IAEN, ubicada en el subsuelo de la Plataforma Financiera del norte de Quito, con Adulcir Saad, nuestra gentil anfitriona, a quien le quedo agradecido.
Yo también quiero que mis libros sean parte de la “Biblioteca Móvil”.
La iniciativa de la Biblioteca móvil del IAEN, como extensión de la biblioteca José Moncada, debería servir de ejemplo para muchas otras bibliotecas de centros educativos y bibliotecas públicas para poder difundir el libro y la lectura en la población. La mística y la pasión puesta en este proyecto es la mejor garantía del éxito que ha tenido. El Plan Nacional de Lectura debería aprender de esta experiencia