Israel celebró este martes elecciones legislativas en las que se elegirá al nuevo primer ministro. Al cierre de esta edición los dos principales contendientes, virtualmente empatados, se habían declarado ganadores.
Con los primeros datos de las encuestas a pie de urna, tanto el actual primer ministro Benjamin Netanyahu como el exjefe del Estado Mayor Gantz se declararon ganadores de los comicios al cierre de las urnas.
«Ganamos. ¡El pueblo de Israel ha hablado! Gracias a miles de activistas y más de un millón de votantes. En estas elecciones hay un claro ganador y un claro perdedor. Bibi prometió 40 asientos y perdió a lo grande», dijeron en un mensaje Gantz y Yair Lapid, cabezas de la formación Blanco y Azul.
Por su parte, Netanyahu anunció por Twitter que «el bloque de la derecha liderado por el Likud ha ganado una victoria definitiva». «Agradezco a los ciudadanos de Israel la confianza. Empezaré a formar una coalición de gobierno con nuestros socios naturales esta noche».
Según el diario Times of Israel, estos comicios legislativos tuvieron una participación electoral de 4.016.310 votantes, alrededor del 67 %, casi cuatro puntos menor que en los de 2015.
Benjamin Netanyahu, que busca un nuevo mandato, prometió este domingo la anexión de las colonias israelíes en suelo palestino ocupado si gana las elecciones. Se trata de un llamado de último momento para intentar fortalecer su posición ante a los ultraortodoxos, nacionalistas y de extrema derecha, que componen gran parte de los partidos en los que se va a fragmentar el nuevo parlamento.
«En el próximo mandato, si gano, aplicaré la ley israelí; espero que por acuerdo, quiero hacerlo de manera gradual para conseguir un acuerdo con los americanos sobre ello», dijo Netanyahu en una entrevista con el canal 13 de noticias recogida por el diario «The Times of Israel».
Esta promesa implica la anexión de facto de parte de Cisjordania, que hoy se encuentra ocupada mediante la expansión cada vez mayor de colonias judías patrocinadas y custodiadas por el Estado de Israel. Se trata de más de 200 asentamientos en los que se concentran unos 400.000 colonos israelíes, que ocuparon progresivamente los territorios palestinos de Cisjordania tras las Guerra de los Seis Días en 1967.
Netanyahu ya había coqueteado con esa idea pero para referirse en particular a los tres bloques de colonias más grandes. Sin embargo este domingo avanzó en lo que sería el desmebramiento absoluto de Cisjordania al afirmar que anexionaría cualquier tipo de asentamiento sin importar su tamaño.
Cuando le preguntaron si su intención era anexionar la conocida como Área C por los Acuerdos de Oslo (1993), que abarca cerca del 60% de Cisjordania y está bajo control administrativo y de seguridad israelí, Netanyahu confirmó «Todos los asentamientos. Todo el área de los asentamientos».
Netanyahu está envalentonado tras el rally de apoyo internacional del último mes en los que visitó a Trump y Putin, y recibió a Bolsonaro.
Si bien el primer ministro venía afrontando una catarata de problemas por una serie de escándalos de corrupción en los que está involucrado, los gestos de Trump y Putin le jugaron a favor en la recta final de unas elecciones en las que aún tienen un resultado impredecible.
Trump reconoció la soberanía israelí sobre los Altos del Golán, ocupado por Israel desde 1967, y rompió el consenso internacional al reconocer a Jerusalén como capital del país en 2017. Ambos compromisos son una provocación para el pueblo palestino y árabe de la región, e incluso van en contra del reconocimiento internacional de que ni los Altos del Golan son parte de Israel, ni Jerusalén es su capital.
Bolsonaro por su parte se plegó a la política del magnate neoyorquino y prometió, no sin contradicciones en su propio país, mudar la embajada de Brasil de Tel Aviv a Jerusalén. Algo que por ahora solo será la apertura de una oficina.
Por último Putin llegó con el regalo más importante bajo el brazo. Los restos de un soldado israelí desaparecido durante la guerra del Líbano en 1982. El cuerpo habría sido encontrado por fuerzas rusas y sirias, y entregado a Netanyahu, justo a cinco días de las elecciones legislativas, reforzando su discurso nacionalista y militarista.
Gantz salió al cruce de las declaraciones de Netanyahu diciendo que “Me parece irresponsable expresarse sobre una decisión estratégica e histórica en el marco de una campaña electoral”. El exgeneral sabía que esta jugada de último momento del líder del Likud le puede costar una porción de votos y por eso respondió en forma virulenta. Estas declaraciones de Gantz no tienen que ver con que esté en contra de la medida propuesta por Netanyahu, ni que se presente como un progresista. De hecho el exjefe de las Fuerzas Armadas se expresó a favor de la soberanía israelí sobre los bloques de colonias en Cisjordania y hace campaña electoral con un spot en el que se muestra orgulloso del destrozo total de infraestructura en la Franja de Gaza que dejaron los ataques durante la guerra de 2014, de la cual él fue comandante.
A pesar del virtual empate entre Netanyahu y Gantz, el actual primer ministro tendría mayores posibilidades de formar mayoría en el Kneset (Parlamento) de 120 bancas, según las encuestas de boca de urna realizadas por el Canal 13 (televisión israelí). Les seguirían los laboristas y unas varias formaciones de extrema derecha, ultraortodoxos, y conservadores que obtendrían entre 7 y 4 escaños cada una. Finalmente están los dos partidos árabes y el centroizquierdista Meretz que también obtendrían entre 4 y 7 escaños cada uno.
Esta fragmentación hace difícil la formación de una coalición de gobierno, y Netanyahu tomó nota de eso para blindar un apoyo de todo el espectro de la derecha conservadora y los ultraortodoxos.
A la situación de deterioro a la que el Estado colonialista de Israel ha sometido a la Franja de Gaza, la que es considerada la mayor prisión a cielo abierto del mundo, ahora sumó la promesa de anexión lisa y llana de lo que hasta ahora fue una ocupación de los territorios palestinos en Cisjordania. Una ocupación que ni siquiera es reconocida por la ONU, que considera que el establecimiento de asentamientos israelíes «en el territorio palestino ocupado desde 1967, incluida Jerusalén Oriental, no tiene validez legal y constituye una flagrante violación del derecho internacional».
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