¿Quién mató a Marielle?

Entrevista especial a Bruno Cava y Giuseppe Cocco

Para entender cuáles son las causas que involucran el asesinato de la concejala carioca del PSOL, Marielle Franco, y su significado político, la IHU On-Line entrevistó, por e-mail, a Bruno Cava y Giuseppe Cocco (y Marcelo Castañeda, aquí presentamos solo la parte de Cava y Cocco), residentes en Rio de Janeiro y han reflexionado sobre la violencia y la situación política en la ciudad y del Estado.

¿Qué es lo que la ejecución de la concejal Marielle Franco, en Río de Janeiro, esta semana, significa en términos políticos?

Bruno Cava – Lo más importante de la campaña «¿Dónde está Amarildo?», en 2013, fue el punto de interrogación del enunciado. Por un lado, la campaña tuvo éxito en obtener una respuesta en cuanto al encadenamiento de hechos que llevaron a la muerte violenta de Amarildo. Él había sido desaparecido, torturado y asesinado por policías de la UPP [Unidade de Polícia Pacificadora] de la favela en que vivía. Por otro lado, la campaña tuvo la fuerza de recrear los términos de la propia pregunta. Al comenzar por la capacidad de dar nombre a la multitud de los sin nombre, a marcar un nombre propio en medio de la espiral de homicidios y atrocidades. Amarildo, en ese sentido, fue uno más y no fue uno más. Fue uno más, pues se inscribió en un contexto mayor de mortandad sistemática. Pero no fue uno más: el acontecimiento-Amarildo demostró cómo el cielo de futuros y progresos del Río Maravilla se reflejaba en la tierra infernal de homicidios y explotaciones. Fue así que se comunicó con la mallla de acontecimientos que dio cuerpo a junio de 2013. De manera similar, ahora que lo que quedaba del cielo de los megaeventos ya se derrumbó sobre la metrópoli, el atentado del 14 de marzo no agota la ejecución de Marielle. El recuerdo no da cuenta, pues sucede una «segunda causalidad», un acontecimiento que es como un excedente a ser captado de aquella trayectoria. Necesitamos reanudar las condiciones de la pregunta «¿Quién mató a Marielle?», Una pregunta que todavía nos espera y pide. El acontecido nos coacciona, todos los indignados, a las preguntas difíciles, aquellas sin respuesta prefabricada. Nos arranca de cualquier sueño dogmático y repone de nuevo a pensar, rechazando fórmulas, automatismos y catarsis.

¿Cómo estar a la altura de lo que sucedió? Como Amarildo, el caso es trabajar esa doble causalidad que se entreteje:

1) la motivación, el contexto, la circunstancia precisa de lo que llevó a la muerte de Marielle, las causas inmediatas, y

2) el desplazamiento de los problemas en que estamos atascados, alcanzar las líneas de fuga.
El acontecimiento-Marielle expresa los problemas en diferentes niveles: expresa el problema de las minorías, incluso de las que nos habitan como devenires, a partir del cuerpo de mujer negra, lesbiana, de la favela, concejal y liderazgo político. Además de la fuerza de expresión de esos problemas, funciona como nombre propio y fuerza impersonal, y necesita mostrarse indomable, sea en relación a la reducción al dato estadístico o estructural para reconfirmar nuestro propio horror e impotencia, sea a la simple cobranza por el castigo de los culpables, que, como los Lee Oswalds o delegados Fleury de ocasión, pueden ser descartados sin grandes sacudidas. El escuadrón de la muerte existe en el interior no sólo de una economía política, sino también de una economía de la subjetividad.

Giuseppe Cocco: Ya se puede decir que hay suficientes elementos, confirmados por lo que se ha publicado de las primeras investigaciones, que no sólo fue una «ejecución, sino que fue una ejecución política, un atentado. Se trata de una ejecución cuya dimensión política tiene por lo menos 3 elementos: el primero es que Marielle era una militante del PSOL y particularmente del PSOL de Río; el segundo que Marielle es la expresión de una generación de «jóvenes pobres, negros y negras y de la favela» que comenzaron a hacer política en primera persona, autónomamente; el tercero es que esto ocurre en el marco de una intervención federal. Por supuesto, hay muchos otros elementos, pero en un primer enfoque, creo que es necesario ordenarlos a partir de los que he enumerado. Repasemos cada uno de estos elementos.

1) Marielle era del PSOL de Río de Janeiro. El PSOL de Río logró salir del ghetto en el que se encuentra el PSOL nacional y constituirse como una fuerza electoral de peso muy fuerte y consistente. Es importante aprehender lo que llevó al PSOL de Río a ese protagonismo al mismo tiempo activista y electoral. Sin querer ser exhaustivo, creo que hay tres grandes explicaciones: el PSOL en Rio se transformó en la única oposición al consorcio político-mafioso encabezado nivel federal por el PT y en los niveles fluminense y carioca por sus comparsas del PMDB: si nacionalmente el marketing lulista conseguía volver explicitas las negociaciones infames a las cuales se asociaba (cuando no promovía el mismo), en Rio todo eso quedó al descubierto por lo menos desde 2010. En las manifestaciones de 2013, con millones de personas en las avenidas cariocas, las consignas unánimes eran contra las mafias que gobiernan la ciudad: Cabral, Paes, la Supervia, las milicias en las favelas. El segundo elemento es que el PSOL en rio tiene un liderazgo electoral (Marcelo Freixo) que hizo su carrera política poniendo el cuerpo [literalmente] en la lucha contra las milicias, o sea defendiendo los derechos humanos en un terreno concreto de crítica de las relaciones de poder: esto le vale a Freixo un gran rechazo de parte del pujante movimiento fascista que la propia violencia produce y legitima, y, al mismo esto le dio la tremenda fuerza y legitimidad en dos campos: el activismo de clase media que sabe muy bien que la única manera de desactivar la espiral de guerra en la estamos perdidos es transformar radicalmente la pauta de seguridad en pauta social y el activismo emergente de los jóvenes de las favelas y de las periferias que en el PSOL encuentran espacio; el tercer elemento es que el PSOL logró en dos momentos y situaciones diferentes, horadar las barreras del ghetto y los medios de comunicación y realizó una campaña-movimiento abierta y horizontal en las elecciones municipales de 2012 y participando al levantamiento de junio de 2013. El PSOL de Río es, por lo tanto, subjetivamente y objetivamente un problema para el esquema mafioso de poder que gobierna buena parte de los territorios cariocas y fluminenses.

2) Marielle es la expresión de un nuevo tipo de movimientos sociales que han renovado las luchas autónomas, desplazándolas en el terreno de la auto-valorización. Fue un desplazamiento potentísimo que vino por las políticas menores y tuvo como núcleo los pre-universitarios comunitarios para pobres y negros en los 90’s: no más la defensa de la universidad pública para la élite, sino el duro trabajo de auto-organización para los sin-universidad, los sin ciudadanía, para los «de la favela» entrar en ella y abrir un forado en uno de los mayores muros de segregación social; no más la mistificación de la cuestión racial por el discurso social, sino la integración de la lucha contra esas dos herencias mortíferas de la esclavitud por la reivindicación de acciones afirmativas; no más la ideología desarrollista que hacía del pobre un lumpen (un sub) que tenía que ser transformado en trabajador, sino la afirmación de su potencia. De los pre-universitarios vinieron un sin número de iniciativas de jóvenes en las favelas y en las periferias, como fueron el PVNC, el Ocupa Alemão, el Ceasm en la Maré, el Norte Común y muchas otras: son ellos el nervio del levantamiento de junio que por primera vez fue capaz de criticar al bloque del poder infame. Y la potencia de los pobres es inteligencia de los cuerpos y de la multiplicidad. Marielle es la encarnación de esa potencia: «mujer, negra, de la favela» constituyendo libremente su saber, su sexualidad y su poder: «concejal» de la autonomía y de la multiplicidad de los pobres. Marielle es (sigue siendo, eso nadie conseguirá matarlo), una potentísima expresión de esas luchas que todo el día enfrentan y desafían con su inteligencia y sus cuerpos la cara necropolítica del poder en las favelas y en las periferias. Marielle es subjetivamente un devenir, una línea de fuga insoportable para la ley del silencio que el poder mafioso (que es a la vez mafia del poder) necesita mantener intacta.

3) La ejecución política de Marielle tiene dos determinaciones estructurales: matar a alguien del PSOL de Río y matar la pujanza de la resistencia en las favelas y de las favelas: confirmar la ley del silencio. Pero me parece muy claro que hay una determinación coyuntural de la ejecución y esa es la «intervención federal». Hay un pacto no escrito en la gestión de la violencia de Río de Janeiro: mientras que la truculencia rueda suelta con los pobres en las favelas y periferias (incluidos los policías), existe una tenue línea que es raramente atravesada: la guerra ocurre entre los pobres y, sólo involucra directamente determinadas instituciones en casos específicos, como fue con la jueza Patricia Acioli en 2011. Pero el asesinato de Marielle no es sólo el traspaso de esa línea, se trata de un atentado explícitamente político. Marielle no constituía ninguna amenaza judicial o policial para la mafia del poder. Se trata de un atentado político, de la explicitación de la dimensión política del conglomerado mafioso que domina el Río (y no sólo Río). Las primeras investigaciones (dos coches clonados siguieron y encerraron el carro de Marielle mientras que las balas son de existencias usadas en masacres realizadas por PMs mafiosos) no dejan muchas dudas: se lanza el terror por encima del PSOL de Río y del activismo independiente para pasarle un recado a la «intervención»: si realmente la intervención toca a la mafia del poder (como Lava Jato está haciendo no solo con el esquema partidista de la mafia, sino también con sus eslabones operativos, como por ejemplo el responsable por el sistema carcelario de Rio que fue encarcelado recientemente), habrá un costo, una reacción… y ya está teniendo. La dimensión real de ese «recado» y lo que él va a determinar como respuesta es lo que queda en lo indeterminado.

Me parece que la movilización callejera y la cobertura mediática (de la cadena Globo en particular) fueron respuestas fuertes que mantienen el horizonte democrático. Yo sé que decir eso molesta a parte de los activistas que ven – justamente – en la cadena Globo un polo de poder (y esa paradoja es parte indirecta del cálculo de los asesinos), pero hay claramente una elección democrática de la Globo y una apuesta en ese sentido. Veo en eso la potencia de junio de 2013 y los sectores modernizadores apostando en esa dirección (contrariamente a lo que hicieron en junio). Sin pensar que eso signifique que los medios de comunicación son parte del movimiento, lo que debe incomodar las movilizaciones democráticas son los intentos del PT y más en general de la izquierda Fake de parasitar esas movilizaciones. Los medios que deberían molestar a los activistas del PSOL es aquella gobiernista, Fake de tipo Ninja, que se ha convertido en los medias de ellos.

¿Qué demuestra esta ejecución sobre la actuación de la policía y las milicias en Río de Janeiro y sobre el caos en torno a la seguridad pública?

Bruno Cava – El caos no es el otro del orden, así como la excepción no es la otra del derecho. El poder obedece a una microfísica y el funcionamiento del derecho opera como un umbral flexible. El gobierno real de Río de Janeiro – Foucault diría «gubernamentalidad» – es un gobierno de la excepción, una gestión de los umbrales entre derecho y anomía, lícito e ilícito, estado y crimen. Estos umbrales atraviesan los propios cuerpos y definen los regímenes de ciudadanía, socialización y racialización. En ningún lugar esto aparece con más claridad que en las cárceles brasileñas, donde el estado efectivamente organiza el crimen y negocia con él los márgenes de lo tolerable, de lo visible y de lo rentable. La ingobernabilidad de las prisiones indica una disfunción del sistema como un todo, una mutación interna que puede estar llevando a otro régimen de funcionamiento del caos y del orden. De todos modos, en el sistema penitenciario hay mucho más política siendo decidida que en las disputas de narrativas entre los «politizados».

Entonces, además de análisis que trabajan con sujetos unificados, como «la» policía, «la» milicia, «el» tráfico, «la» intervención, hay una cartografía dinámica de compenetraciones, matices, estrategias, zonas de gradación. El desafío es enorme. «¿Quién mató a Marielle?» nos exige mucho más que todavia otra batalla en el interior de las guerras culturales, cuya tendencia post-2014 es moler el acontecimiento hasta que se vueva una papilla discursiva. Por un lado, el riesgo de un realismo social donde todo está dado de antemano, donde el Mal es fácilmente notable en relación a la unión gremial de los buenos; del otro, la misma operación invertida, donde los buenos son los ciudadanos de bien, para hacer la apología más o menos explícita del justiciero, del hombre fuerte que vendrá para poner orden en la casa. Las guerras culturales soterran de narrativas lo que el acontecimiento tiene de mejor: el contenido de incomodidad, lo que no cabe. Y lo que un acontecimiento (es decir, la muerte de Marielle se dobla íntegramente en un acontecimiento-Marielle) tiene de mejor es precisamente lo que de él podemos sacar para mejorar nuestros problemas, preguntas, principios vitales.

Por eso las guerras culturales son reconfortantes, nos venden a bajo precio la sensación cándida de estar del lado correcto, la conciencia del alma bella. En eso, tanto izquierda como derecha, aunque usen la gramática de la politización (contra los alienados), en realidad odian la política, odian el deseo. Me parece, sin embargo, que activistas y políticos cercanos a Marielle ya han sentido la exigencia de ahora ir más allá de las fórmulas y automatismos, a fin de hacer justicia a lo que pasó. Los falsos problemas simplemente no movilizan más como movilizaban antes.

Giuseppe Cocco – El caos en la seguridad de Río y de Brasil no es ninguna novedad. Hay ciudades de Brasil que son mucho más violentas: el Nordeste que el marketing fake del lulismo había transformado en un paraíso es teatro de una violencia espantosa, que ha aumentado sistemáticamente a lo largo de los gobiernos del consorcio PT y PMDB. Como no recordar que el gobernador PT de Bahía celebra las matanzas de pobres por PMs bajo su mando de la misma manera que podría hacer un Bolsonaro y el PT – que finge llorar por Marielle – nunca pensó en expulsarlo.

Sin embargo, en Río hay una dimensión mucho más grave y «nueva».

La intervención no es una cuestión de violencia.

Mientras que el vacío que era el gobierno Dilma después del fraude electoral de 2014 fue provisionalmente, precariamente y parcialmente llenado por el impeachment, el desmoronamiento del Río fue general, continuo y total. No hay más gobierno en Río y de eso hace mucho tiempo.

Los chicos que gritan «fuera Temer» en las manifestaciones por Marielle reproducen, sin saberlo, una de las dinámicas de destrucción de la democracia y de Río. No porque se trate de salvar a Temer, obvio. Sino que porque el «fuera Temer» es fake, él contiene la «vuelta de Lula»: la vuelta de la otra cara de la misma mafia. Por otra parte, la colonización del PSOL carioca por el lulismo de los «sin techo, pero con Odebrecht» es del orden del suicidio político (que tiene explicaciones ideológicas y sociológicas que aquí no tengo espacio para exponer).

No es la tasa de violencia, sino el hecho de que no hay ningún gobierno lo que explica la intervención en Río.

En el vacío de un gobierno que no existe después de 2014, lo que aparece explícitamente es la verdadera cara del consorcio del poder en Río: por un lado, la de los Cabrais y Piccianis que están en la cárcel y – por el otro – aquella de los asesinos que están caminando sueltos en nuestras calles, delante de las escuelas donde nuestros hijos estudian, aspirando diariamente la sangre de los pobres y del empresariado.

Es con esos «capi» que el PT gobernaba y mamaba, en Río y en todo Brasil.

En ese contexto, la «intervención» aparece casi como una necesidad. Decir eso no significa «estar a favor», porque estar a favor no significa nada, pues nadie sabe (ni siquiera el interventor) lo que va a suceder y cómo va a ser. (…) Significa decir que ella (la intervención) es un «dado» y es por eso que el justiciero fascista, Bolsonaro, no la apoya al paso que sus seguidores esparcen rumores infames para intentar repetir lo que en general funciona con los asesinatos de los pobres: que las víctimas son cómplices de los verdugos. Es un viejo mecanismo que fue industrializado por el stalinismo (y como decía Rosa Luxemburgo por el propio bolchevismo) y luego copiado -y racializado- por el nazismo. La movilización por Marielle, el apoyo de los medios también, indican un camino: la mafia se combate con más democracia y no con menos. La intervención, sin proceso constituyente, es un paliativo y creo que hasta los interventores lo saben. Pero nosotros necesitamos menos ideología y de más análisis material y ético: la población pobre de Río no aguanta más. No se trata de estar ni contra ni a favor, se trata de estar en las luchas, en la resistencia, en la persistencia de la vida.

Traducción del portugués al español: Santiago de Arcos-Halyburton

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