Una decisión político-comercial puede suponer un duro golpe a determinadas compañías, pero a determinada escala siempre es un perjuicio para los ciudadanos. No obstante, en el caso de Google y Huawei, puede que esta decisión —forzada desde la Casa Blanca— suponga a la larga una buena noticia para todos.
La guerra comercial entre EEUU y China se está convirtiendo en una auténtica escalada. Una de las últimas consecuencias es la suspensión por parte de Google de una importante porción de su negocio con Huawei tras la inclusión de esta compañía en la ‘lista negra’ estadounidense de empresas que suponen una «amenaza para la seguridad nacional». Se demuestra una vez más el riesgo que supone dejar en manos de empresas de otros países elementos esenciales de un producto, como el ‘software’, de tal forma que una decisión de la Casa Blanca puede terminar perjudicando a ciudadanos de todo el mundo.
Esta decisión de la Administración Trump, que ataca directamente a la próspera división de teléfonos móviles del fabricante chino, supone que Huawei pierde el acceso a la mayoría de las transferencias del gigante estadounidense: sus móviles, a partir de ahora, dejarán de tener acceso a Google Mobile Services, la plataforma que aglutina los servicios del gigante estadounidense como Google Play Store (la ‘tienda’ de aplicaciones), el cliente de correo electrónico Gmail, la aplicación de YouTube y el navegador Chrome para móvil: los nuevos teléfonos no podrán llevar esas ‘apps’.
La empresa asiática, eso sí, aún tendrá acceso a la versión libre de Android a través de licencias de código abierto, disponibles para cualquiera que quiera usarlas. De hecho, Huawei tiene desarrollado un sistema operativo derivado basado en Android; la instalación de este sistema, que ya no dependería de Google para nada, podría generar todo un mercado alternativo mundial: no olvidemos que la compañía china logró colocar el pasado año en todo el mundo nada menos que 200 millones de dispositivos móviles.
«Si dependes de un proveedor que está en un país y se somete a sus reglas, y mañana ese país se enfada con el tuyo por la razón que sea, pues tienes un problema», comenta a Público, en conversación telefónica, el abogado especializado en tecnología David Maeztu.
Este caso es el ejemplo perfecto que muestra cómo la dependencia de terceros radicados en otros países puede convertirse en una vulnerabilidad para el negocio de gigantes tecnológicos (entre otros muchos problemas), pero también cómo el ‘software’ libre puede suponer una garantía frente a determinadas decisiones políticas.
«Lo bueno del ‘software’ libre es que compañías desarrollen productos propios basándose en lo que otros ya han hecho, es decir, uno no tiene por qué empezar de cero, y además todo ese trabajo nuevo se aporta a la comunidad», recuerda el citado experto.
Efectivamente, el punto fuerte de Android es que su base es ‘software’ libre, lo que va a permitir a Huawei reaccionar mejor que si tuviese que crear un sistema operativo desde cero. «Lo que es bueno para ti se convierte en algo bueno para la comunidad, lo que además extiende la estandarización, los sistemas se vuelven más interoperables, y si mañana un gobierno toma una decisión como la que ha tomado EEUU, el impacto puede ser menor«.
La capa básica de Android cuenta con licencias Apache y GPL, comenta Maeztu, que apunta que el principal problema que va a tener Huawei va a ser el quedarse sin acceso a las aplicaciones de Google. «Pero es que los teléfonos ya funcionan sin ellas», afirma, y aventura: «Imaginemos que un fabricante como Huawei se mete a saco con la distribución».
«Que la decisión de un país pueda afectar a consumidores y ciudadanos de otros países, pues que parece que redefine un poco las reglas de la gobernanza global: EEUU puede obligar a Google a hacer determinadas acciones por el hecho de estar radicada allí«, razona Maeztu, que apunta: «Igual deberíamos ir pensando en ir avanzando hacia sistemas más abiertos, y que internet sea lo que era: gente que volcaba conocimiento y libertad para usarlo».
Todo este movimiento puede suponer, en un futuro no muy lejano, la ruptura del monopolio ‘de facto’ que ejerce Google en los sistemas operativos móviles. Y esto puede ser una buena noticia.
Soberanía tecnológica
Para el abogado especializado en internet y doctor en filosofía Javier de la Cueva, un histórico defensor del ‘software’ libre, en el caso de Google y Huawei «existe una cuestión de soberanía tecnológica que está íntimamente ligada a la libertad de competencia: en el momento en el que viene desde fuera una disposición estadounidense en la que se establece es una prohibición de competencia precisamente a través de un código, lo que se está haciendo es beneficiar a una serie de productos frente a otros«.
«Como siempre, la pregunta que hay que hacerse es: ¿a quién beneficia todo esto? o bien, ¿quién se lleva el dinero?», se pregunta De la Cueva, para quien estamos ante «una acción teledirigida económicamente, eso es evidente, aquí lo que realmente importa es el dinero». «La Unión Europea, por cierto, tendría que verificar si esa decisión atenta contra el libre mercado, para empezar», añade: «Y yo creo que sí».
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