Las insurrecciones populares no caben en las urnas

por Raúl Zibechi

Aunque los movimientos anti-patriarcales y anti-coloniales han desplegado sus alas en las últimas décadas, los resultados en la cultura política hegemónica aún son muy débiles. Los medios de comunicación no hegemónicos y las izquierdas siguen reflejando, en sus coberturas y discursos, la enorme dificultad para trascender las formas más tradicionales de dominación.

Las recientes elecciones en Ecuador son una prueba de ello. La atención desplegada ante la posibilidad de que Yaku Pérez alcance la presidencia por Pachakutik no se compara con la que obtuvo el levantamiento indígena y popular de octubre de 2019.

Por más que este levantamiento sea un parteaguas en la historia reciente del país andino, las miradas vuelven una y otra vez hacia las urnas, aunque éstas nunca modifican la relación de fuerzas. La votación de Yaku roza el 20%, siendo la más alta en la historia del movimiento indígena, claro reflejo de la potencia del levantamiento de octubre.

La candidatura de Yaku arrasó en la selva, obteniendo el 50% de los votos en Morona Santiago. En la sierra superó el 40% en Chimborazo, Cotopaxi, Cañar, Bolívar y Azuay, algo que no pudo repetir en Pichincha, Imbabura y Carchi, en la región andina al norte del país. En la costa se impuso Andrés Arauz, el candidato del progresismo, corriente que se volvió hegemónica durante la década de gobierno de Rafael Correa, desplazando la tradicional hegemonía de la vieja derecha.

Una división geográfico-política del país que merece explicación

Yaku Pérez encarna la resistencia de las comunidades rurales, y cada vez más de las ciudades medianas, al extractivismo minero que se viene desplegando en la sierra andina y en la selva, pero también a la expansión de la frontera petrolera. También es alternativa al progresismo que se empeñó en un “desarrollismo” anclado en la minería, que judicializó y criminalizó la protesta indígena y popular atacando a la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador), a los sindicatos y agrupaciones estudiantiles.

Yaku fue uno de los cientos de dirigentes acosados y encarcelados por el gobierno de Correa. Proviene de la resistencia anti minera en la provincia de Azuay, donde las comunidades se vienen movilizando contra la minería aurífera que contamina las nacientes de los ríos y los páramos productores de agua. En 2019 fue elegido prefecto de Azuay y en las recientes elecciones el 81% de los habitantes de Cuenca, capital de la provincia y tercera ciudad del país, se pronunció a favor de detener la actividad minera.

El apoyo de los ecuatorianos a Yaku Pérez no es un cheque en blanco a su persona, sino la forma de canalizar el levantamiento de octubre. Ese mes, durante diez días decenas de miles coparon el centro de Quito para revertir el paquete de medidas neoliberales del gobierno de Lenín Moreno. Ganaron y esa victoria es lo que permite decir que hubo un quiebre en Ecuador.

Como ya había sucedido en los levantamientos anteriores, desde el primero en 1990, la región costeña se mantuvo al margen y la movilización se concentró en las regiones de mayorías indígenas. Mientras en éstas predomina la economía agrícola, sostenida por miles de comunidades rurales, en la costa predomina la producción agroexportadora en la cual el banano juega un papel destacado.

Las ciudades son un tema aparte: en Quito, con 3,5 millones y amplia población indígena y mestiza (sólo un 6% se definen blancos), el peso del sector terciario y financiero, con su corolario de masiva economía informal, se está convirtiendo en un bastión de la derecha vinculada al capital financiero.

Por mucho que nos pese, un gobierno de Yaku Pérez, que estuvo al borde de pasar a la segunda vuelta, no habría conseguido sus principales objetivos como frenar la mega minería y dejar atrás el neoliberalismo. Con apenas el 20% de los escaños, está obligado a pactar con las demás fuerzas que apoyan fervientemente el extractivismo.

El levantamiento de octubre alcanzó para revertir el paquete neoliberal, pero fue insuficiente para deslegitimar el neoliberalismo. La continuidad de aquel movimiento no puede buscarse en las elecciones, ni en las pasadas, ni en las futuras. El propio levantamiento marcó el rumbo: su principal creación fue el Parlamento Indígena y de los Movimientos Sociales, donde convergieron más de 180 organizaciones.

“Una Minga por la Vida” fue el programa elaborado por el Parlamento, que en la campaña electoral fue retomado por Yaku Pérez como su plataforma de gobierno.

Aquel Parlamento de abajo no se extinguió. Recorrió parte del país promoviendo el programa alternativo que elaboraron sus integrantes, agrupando movimientos locales y generando debates. Comenzó a recorrer un camino, lento y trabajoso, necesario para organizar a las y los de abajo hasta que la campaña mediático-electoral desplazó los problemas centrales del Ecuador.

El futuro no va a emerger de las urnas sino de la capacidad de los movimientos y de los pueblos de seguir transitando por las brechas abiertas por el levantamiento, profundizarlas hasta neutralizar un modelo de muerte, de expropiación del agua y la tierra.

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Acerca de Raúl Zibechi 53 Articles
Raúl Zibechi es escritor y pensador-activista uruguayo, dedicado al trabajo con movimientos sociales en América Latina. Entre 1969 y 1973 fue militante del Frente Estudiantil Revolucionario (FER), agrupación estudiantil vinculada al Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros. Bajo la dictadura militar del 73.

1 Comment

  1. ..y a proósito de esto:
    La cómoda presencia del mundo indígena en la escena electoral y la insurgencia al arriba de octubre.
    Por: CROAR (Cronopios Autónomos Rebeldes)
     
    Tanto el artículo publicado en Rebelión, https://rebelion.org/660833-2 «La incómoda presencia del mundo indígena en la escena electoral», como éste https://lalineadefuego.info/2021/02/14/especial-del-paro-de-octubre-a-un-gobierno-indigena-insurgente, son ambiguos, siendo, por ello,  una muestra del vacío de sentido por la ausencia de lo que significa una perspectiva de abajo y a la izquierda en Ecuador, entendida como el espacio del abajo, con mirada entre el abajo, sin entregarse a la lógica política del arriba representado por el sistema político dominante. ¡Ojo¡, esta no es exclusiva mirada del anarquismo, sino consecuencia de principios de poder popular. Si existiera este espacio del abajo independiente, no serían tan fáciles los cantinfleos -señal de la charlatanería propia de la ausencia de praxis de abajo y a la izquierda, no oenegera, etc-, al afirmar ambigüedades como la que trata de sostener en la crítica del artículo de Rebelión, como en este de Moreano cuando reducen la ideas de insurgencia de octubre a que (¡qué triste¡) lo electoral haya sido su destino. ¡Uf¡. Y no se culpe a la pandemia por esto porque, por el contrario, en Chile, en un contraste infinito de dignidad, por ser expresión consecuente del campo popular, no hubo pandemia que resistiera esa sí insurgencia de octubre; pero, además, Moreano, descollando dotes de ponderación púrpura y con la inspiración de “Blanquita”, otorga algunos beneficios a Guartambel y lo que él representa dentro del aparato del partido político, el “glorioso PK” que, sumado al artículo de Rebelión, (“la molestia indígena”, con su paternalismo mediante) solo tratan de justificar un voto neoútil a Guartambel, en nombre de la ilusa esperanza de imponer y exponer lo que llaman el programa de octubre a un supuesto victorioso gobierno de PK que, oficialmente, se sostiene con otro programa. En el cantinfleo del artículo de rebelión, sobre lo de la incomodidad del mundo indígena, se llega hasta el colmo de la depredación de la idea del más allá del Estado, cuando se acusa del racismo -que todos llevan dentro, en pequeño o en grande-, y propio de mente colonial, pero de eso se absuelve al hípster Guartambel y compañía, aunque ellos sí tengan derecho de asumir lo electoral y lo estatal que, como sabemos, son resultado de una imposición de arriba y, por ello, incluso, en lógica new age decolonial pachamamista, colonial. Si su análisis fuera más por tener una causa que defender, y no por un ego dislocado, al menos serían cautelosos para no depredar, repetimos, el sentido de lucha más allá de lo estatal y no dejarse llevar por el paternalismo de no criticar a este señor Guartambel y a todos los indígenas electoreros -por suerte habrán excepciones-, con sus mañas y lógicas propias que desnaturalizan los principios de la comunalidad, bien entendida, más allá de lo electoral y estatal, por supuesto, y que, más bien, serían expresión de que asumen, justamente, lo electoral con todo el colonialismo que eso implica. Patético asunto, porque tanto a ustedes, que presumen estar más allá (un más allá vacío, si no es un más allá en situación, dixit Fanon) como a todos los enredados en las elecciones, les sobra la retórica para decir “maravillas”, llenarse la boca de conceptos que ni los expresan ni los asumen… y que sí, pero siempre no…etc. Eso se llama banalidad, snobismo, hipocresía, y forma también psicótica. EL ERROR DE LA CONAIE, PACHAKUTIC, ETC, ES NO SALIR DE LO ELECTORAL Y NO ASUMIR, REALMENTE, LO QUE, PRECISAMENTE, USTEDES DICEN DE MEMORIA EN LAS ÚLTIMAS LÍNEAS DEL MENTADO ARTÍCULO EN REBELIÓN. Oigan, el mejor favor que pueden hacer es, independientemente de ser indio, afro, mestizo, blanco, amarillo, es criticar sin paternalismos el electoralismo del movimiento indígena, o de donde sea, y no pretender salvar a alguno, como a las mañas depredadoras de Guartambel, con tanto despliegue terminológico paternalista. Sí volvieran a lo que se afirma en las últimas líneas del artículo en Rebelión, ni debería existir el “glorioso Pachakutik”, partido de mañas electoreras cultivadas en décadas y que la CONAIE fue usada para hacer carreras políticas, posicionar figuras y disputar luego candidaturas… Pero, en Ecuador, pedir otra cosa parece ser algo impensable, al menos hasta que no haya un cambio de generación, porque, como se aprecia, la que se representa hoy y por lo que se ve, ya no tiene salvación, y, éso, solo si y solo si, sus intelectuales no sean como quienes escriben estos artículos motivo de esta crítica “deconstructiva”…
    PD: Lasso. Guartambel, Macas, A. Acosta, Cuvi, Celi, Aráuz, Correa, Larrea, Hervas, el lenintajo Moreno,Trujillo, Ayalas, emepedés,¡ah, la Blanquita¡, etc., etc.. todos expresan, con matices diferentes, desde la práctica realmente existente, lo mismo. Solo miran arriba. El abajo solo para despojar culturalmente la materia prima (dixit Silvia Rivera Cusicanqui) para ventriloquear a gusto. Finalmente, El sainete, en particular de estas elecciones, son muestra viva de la decadencia de ese sistema político de arriba y que, los llamados de izquierda de todos los colores -la de arriba, electoral-, son sus principales protagonistas que comparten con la derecha su decadencia.
    No canten tanta victoria con lo de la derecha ha sido derrotada. Súmense ustedes también: TODO EL SISTEMA POLÍTICO FUE DERROTADO y solo continuará porque ustedes son, ahora, sus principales oxigenadores. Semejante favor seguramente se lo retribuirán con creces dándoles a saborear de algunas gotitas de las “mieles del podercito”. O sea disputando el pequeño poder del pequeño mediocre, incluidos muchos blancos, negros, indios y mestizos, todos bajo la impronta del ethos arribista ecuatoriano.
    Pero siempre hay excepciones…
     Como reza el poeta de Greiff:
     “Después de tantas y de tan pequeñas
    cosas, —busca el espíritu mejores aires,
    mejores aires.
    Toda aquésa gentuza verborrágica
    —trujamanes de feria, gansos del capitolio,
    engibacaires, abderitanos, macuqueros,
    casta inferior elocuenciada de impotencia—,
    toda aquésa gentuza verborrágica
    me causa hastío bascas me suscita,
    gelasmo me ocasiona:
    mejores aires,
    —busca, busca el espíritu mejores aires—”

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