Entrevista especial con Laura Carvalho
Por: Patricia Fachin para IHU On-Line
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n Valsa Brasileña: del boom al caos económico (2018) la economista Laura Carvalho propone algunas explicaciones para entender cómo la economía brasileña pasó de un boom económico entre 2006 y 2010 a una de las peores recesiones económicas de la historia. Además de las consecuencias positivas y negativas de la coyuntura internacional, la economista sugiere que el periodo de 2016 a 2015 sea analizado a partir de los errores y aciertos de los gobiernos Petistas. En la evaluación de ella, el “principal acierto” del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva expresidente de Brasil “fue entender que la reducción de las desigualdades brasileñas podría funcionar como un motor de desarrollo económico”. Además de eso, señala, él “entendió perfectamente que el mercado interno, en un país continental como el nuestro, tiene un papel fundamental, que se necesitaba redistribuir las ganancias y hacer inversiones públicas, invirtiendo en infraestructura física y social”.
Por otra parte, puntualiza, uno de los errores cometidos “fue no dar la atención debida a la necesidad de diversificar y sofisticar la estructura productiva brasileña, para que no fuéramos tan dependientes de este ciclo de commodities favorables”. Otro error, que observa, “fue creer que era posible dar continuidad al proceso de distribución de la ganancia sin tocar los ingresos más altos”. El tercer error, explica, “fue un uso desmedido de la apreciación del real y de las tasas de intereses elevadas como una forma de mantener la inflación bajo control. (…) Lo que se hizo para compensar esa inflación fue mantener el real muy valorizado, eso a su vez, contribuyo a impedir que ese proceso tuviera una forma sustentable desde el punto de vista externo”.
En segundo lugar para ella, otro error fue cometido en el gobierno de Dilma, a partir del programa de Federación de Industrias del Estado de São Paulo (Fiesp), en la apuesta a una política de incentivos al sector privado industrial. “La pregunta que se hace es por qué un gobierno asociado a la centro – izquierda realiza políticas que en el resto del mundo son conocidas como políticas de tipo trickle-down economics, es decir, que parten de la idea que beneficiar a los de arriba, de alguna manera hará posible llegar a los de abajo. Esa idea es ampliamente combatida por los economistas de izquierda en todo el mundo.
Pero en Brasil hay un problema, porque una vieja tradición desarrollista tiene la idea de desarrollo de la industria como un fin en sí mismo. Dadas las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que prohíbe el uso de una serie de instrumentos que eran utilizados en los años 1960 y 1970 para permitir las sustituciones de las importaciones y el desarrollo de sectores estratégicos, se acabó traduciendo esa idea de que era necesario incentivar esos sectores con el uso de otros tipos de instrumentos. Es exactamente lo que se tiene hoy con las reducciones de los impuestos, la historia de desvalorización del real etc.”
Y advierte: “En mi opinión, es preciso superar la idea que tenemos que hacer algo de este tipo, e necesitamos partir de estrategias que tengan el conjunto de la sociedad como objetivo final. Los sectores productivos tendrán que ser desarrollados conforme sean las demandas de la sociedad. Si el Estado hiciese eso, se podría blindar contra la posibilidad de que las políticas del Estado sean corrompidas por intereses particulares”.
En la entrevista a continuación, concedida por teléfono a IHU On-Line, Laura destaca que para garantizar reactivación del crecimiento y la superación de las desigualdades, es fundamental que haya políticas de inversión pública y una política de desarrollo productivo sofisticada y diversificada. “Es posible usar la inversión pública para desarrollar sectores productores de bienes y servicios públicos, inclusive con incentivo del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) para ese fin”. Además de eso, defiende, “podríamos, por medio del suministro de servicios públicos, ayudar a reducir ese ‘conflicto distributivo’ entre precios y salarios, entre empleadores y empleados, que generaban la inflación. ¿Cómo eso podría ser posible? Cuando las personas tienen acceso a servicios públicos de calidad, como salud, educación y transporte, se genera un ingreso de forma indirecto para ellas, es decir, son retirados del costo de la lista de consumo de las personas que usan el sector privado para consumir, ofreciendo esos servicios por medio del Estado. (…) El no pago de es de esos servicios permite que haya redistribución de ingresos o aumento de poder de compra, sin necesariamente, tener un crecimiento de salarios tan acelerado”.
Laura Carvalho se graduó e hizo su maestría en Economía en la Universidad Federal de Rio de Janeiro (UFRJ), y doctora en la misma área en la New School for Social Research, en Nueva York. Actualmente enseña en la Universidad de Sao Paulo (USP).
IHU On-Line — ¿Qué explica, según el estudio que dio origen al libro “Vals Brasileño: del boom al caos económico”, el hecho de la economía brasileña estar oscilando entre un boom económico y haber vivido una de sus mayores crisis en un periodo de una década? ¿Cuáles son los errores y aciertos económicos que explican las dinámicas de ese periodo?
Laura Carvalho — Una crisis de esas proporciones es imposible de ser explicada con apenas un factor. El primer aspecto que considero importante es el contexto internacional, pues no hay duda de que el escenario externo favorable a las commodities tuvo un papel importante en la desaceleración de la economía brasileña a partir de 2011 e, a partir de 2014, cuando se inicio un ciclo de caída en el precio de las commodities y comenzó la recesión. Esos fenómenos no lo explican todo. Es claro que el gobierno de Lula contó con esa suerte del escenario externo, y el gobierno de Dilma contó con la suerte de un escenario externo desfavorable, pero hubo también algunos errores y aciertos, que necesitan ser destacados.
Gobierno de Lula
En primer lugar tenemos que hacer una distinción entre lo que aconteció hasta 2005 e lo que aconteció desde 2006, en el periodo que va hasta 2010. El gobierno de Lula comenzó con una política económica bastante conservadora, porque necesitaba controlar los ánimos de pánico financiero con causa de su elección en 2002. Pero a partir de 2005 y 2006, hubo una serie de críticas internas, inclusive del propio Partido de los Trabajadores (PT), pero también externas, del por qué el gobierno que había prometido cambios importantes no esta consiguiendo entregar un crecimiento económico mayor al de su antecesor.
Sumada a esas críticas y la propia salida de Antonio Palocci del Ministerio de Hacienda, se abrió el espacio para un cambio, que ocurrió a partir de 2006, cuando, por ejemplo, se anunció el Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), además de otros programas de inversión pública, sea en el área de infraestructura física, sea en el aérea de infraestructura social. Comenzamos a ver también una expansión de los gastos en las universidades federales y mayores gasto con el Sistema Único de Salud (SUS). El gobierno comenzó a tener un papel más activo por medio de inversión pública y eso altero la trayectoria de crecimiento de la economía. Así, a partir de 2006 hasta 2010 el crecimiento salto, en promedio, al 4,5% aun con una crisis internacional en el medio del periodo. Esas inversiones fueron fundamentales para dinamizar el mercado interno, e a esas inversiones se le suma un proceso de redistribución de ingresos en la base de la pirámide y una valorización más rápida del salario mínimo, que hicieron que tuviera un crecimiento con alguna reducción de la desigualdad, sobretodo, entre la población de la base y del medio de la pirámide.
Ese es un proceso de crecimiento que funcionó en mayor parte por el mercado interno hasta 2010, con el dinamismo del consumo y el crecimiento de las inversiones. El proceso de distribución de ingresos acabó generando empleos y haciendo crecer el sector de servicios, que empleba mano de obra menos cualificada, si bien, a su vez, hizo crecer el salario de los trabajadores menos cualificados en relación a los demás. Eso reforzó el proceso de redistribución de los ingresos en la base de la pirámide, sin ningún prejuicio de las cuentas públicas, porque era un periodo de crecimiento mayor y de escenario externo favorable. Así, se consiguió mantener mayor crecimiento, reducción de desigualdad y equilibrio en las cuentas públicas. Además de eso, la inflación se mantuvo controlada.
Aciertos
El principal acierto fue entender que la reducción de las desigualdades brasileñas podría funcionar como un motor de desarrollo económico. Por medio de diferentes políticas, sean políticas de ampliación de las tasas de inversión pública, sean políticas de distribución directa de ingresos, las propias carencias históricas de la economía brasileña – infraestructura y desigualdad elevada- fueron utilizadas como motor de crecimiento económico. Este fue el principal acierto: entender que no hay ninguna incompatibilidad entre reducir la desigualdad, distribuir el ingreso y hacer crecer la economía. Eso funcionó, claro con la ayuda del escenario externo favorable, porque al mismo tiempo eso es un gran acierto, que existen límites para ese proceso, o sea, desafíos que necesitan ser superados para la continuidad de un proceso de ese tipo.
Errores
Uno de los errores que se cometió en ese periodo fue no dar la debida atención a la necesidad de diversificar y sofisticar la estructura productiva brasileña, para que no fuéramos tan dependientes de ese ciclo de commodities favorables, lo que acabo teniendo un costo años después. Otro error fue creer que era posible dar continuidad al proceso de distribución del ingreso sin tocar los ingresos de arriba: el 1% continuo con la misma parcela de ingreso nacional durante todo ese periodo. Se consiguió hacer alguna redistribución en la base, pero sin tocar la cima, lo que genero lo que se ha denominado “núcleo exprimido” de la distribución, o sea, aquellas personas pobres en comparación con la clase media de los países ricos – perdieron participación en el ingreso nacional en ese periodo, porque la base y la cima ganaron mucho. Fue un error no comprender que serían necesarias las reformas mas estructurales, con el fin de alterar la distribución de la riqueza y del ingreso en la cima, así como dar continuidad al proceso de distribución del ingreso.
Otro error fue el uso excesivo de la apreciación del real y de la tasa de intereses elevados como forma de mantener la inflación bajo control. Es claro que el proceso de re-distribución del ingreso tiene efectos inflacionarios, porque cuando los salarios crecen en la base , significa que los precios de servicios que antes eran baratos, porque la mano de obra era muy barata – salones de belleza, restaurantes, etc. -, pasan a tener una inflación mayor por cuenta de los salarios que crecían. Lo que se hizo para compensar esa inflación fue mantener el real muy valorizado; eso, a su vez, contribuyo para impedir que ese proceso tuviese una forma sustentable del punto de vista externo.
Resumiendo, se entiende perfectamente que el mercado interno, en un país continental como el nuestro, tiene un papel fundamental, que necesitaba redistribuir el ingreso y hacer inversiones públicas, invirtiendo en infraestructura física y social, y tenía que redistribuir el ingreso directamente. Pero no fue en el sentido de percibir cuales eran las cosas mas estructurales que necesitaba acompañar ese proceso para que este tuviera continuidad. Eso no quiere decir que lo que señalo después fue culpa de esos errores.
En 2011 hubo un cambio en la política económica– y es en ese aspecto que viene el punto central de mi libro. A partir de 2011, se observa que los sectores de industriales brasileños no estaban creciendo tanto en relación a los sectores de servicios, pues había problemas de competitividad exacerbados por el real valorizado, esto llevo a un cambio en la política económica que, en vez de superar aquellos desafíos presentados, minaron el propio proceso de crecimiento. No podemos olvidar que el escenario externo paso a ser mas desfavorable, pero el hecho es que a partir del 2011 la adopción de lo que se llamo “Programa Fiesp” – un conjunto de medidas que venían siendo demandas por los sectores industriales representados por la Fiesp y otras asociaciones empleadoras y hasta entidades sindicales, que involucraba desde la desvalorización del real, la reducción de la tasa de intereses, el ajuste fiscal, la exención de la nómina y la reducción de la tarifa de energía etc. – reunió una serie de propuestas que fueron, casi que integralmente, adoptadas por el gobierno de Dilma a partir de 2011. Esas medidas tienen por objetivo estimular esos sectores industriales que, como hipótesis, podrían aumentar sus exportaciones y actuar como motor de la economía, sustituyendo los sectores de servicios y el crecimiento de mercado interno. Además de eso, se creía que las inversiones de las empresas crecerían aún más.
En la practica esas políticas no tuvieron efectos. En 2012 hubo una segunda etapa de la crisis internacional, con la crisis de la periferia europea, que hizo que el comercio mundial no actuase como motor para nadie. Además de eso, hubo un error de diagnostico: el gobierno considero que al conceder diversos tipos de incentivo al sector privado, este se encargaría de las inversiones y tendría lucros mayores por cuenta de las exoneraciones, de los intereses menores, de la desvalorización del real, es decir, se creyó que el sector privado asumiría la delantera en el proceso de crecimiento. Eso no ocurrió porque la propia economía comenzó a desacelerar y el sector privado no tuvo el menor motivo para invertir y expandir su propia capacidad productiva, pues la propia demanda no crecía. Delante de una desaceleración de la economía, las inversiones no llegaron; al contrario, se observo una desaceleración de la producción industrial y de las inversiones desde 2011.
El gobierno insistió en el error, concediendo cada vez mas beneficios como una manera de intentar despertar esas inversiones. Eso tuvo un costo fiscal muchísimo mas elevado y contribuyó para deteriorar la situación de las cuentas públicas. En ese mismo tiempo, se abandonó uno de los pilares del crecimiento del periodo anterior, que era la inversión pública. Muchos hablan que el gobierno de Dilma fue irresponsable desde el punto de vista fiscal, pero en la practica hubo una desaceleración: ingresos crecieron mucho menos de lo que antes por cuenta del crecimiento menor y de esas políticas de exoneraciones, pero los gastos también crecieron mucho menos que antes, y las inversiones públicas, en particular, quedaron estancados a lo largo de todo el primer gobierno de Dilma.
Interés Industrial
En el segundo gobierno de Dilma hay una fuerte disminución, porque ahí ya estaba en curso la otra etapa de la política iniciada en 2015, con el ajuste fiscal. Al contrario de superar los desafíos que se presentaban, volviendo más profundo al proceso de redistribución de ingresos, volviendo los ingresos públicos de mejor calidad, haciendo un intento de sofisticar la estructura productiva por medio de políticas diseñadas para crear bienes públicos mas eficientes en el área de movilidad urbana, saneamiento y otras carencias históricas que hasta ahora no fueron superadas, el gobierno resolvió atender los intereses de sectores industriales en crisis. Esos sectores tuvieron su importancia en un proceso de industrialización anterior, pero no hacen parte de aquello que seria una estructura productiva que nos gustaría ver en el futuro. En la realidad son sectores moribundos de la industria, que aun generan empleos, pero no hacían parte de la estructura que nos gustaría ver. La adopción de esas políticas hizo que el gobierno quedara rehén de intereses particulares, que no traería beneficios para la sociedad, puesto que, delante del menor crecimiento, esos sectores no invertirían y no producirían mas, en fin, no traería aquello que era prometido ese fue uno de los principales errores.
Política de reducción de intereses
Además de eso, la política de reducción de intereses no acabó resistiendo, porque la inflación se acelero – siempre que hay desvalorización del real tenemos inflación en el país, desde que fue implementado el régimen de metas de inflación en 1999. Por tanto, la política no generó los beneficios esperados, al contrario, genero costos fiscales e inflacionarios, ayudando a minar el proceso de redistribución de los ingresos y del crecimiento del consumo que se tenía antes, porque el poder adquisitivo de los salarios comenzó a crecer menos. La consecuencia de eso fue el fin del crecimiento y la oportunidad para el surgimiento de una tercera fase: esa se aprovecha del fracaso del programa Fiesp y cambia el programa en cuestión por un programa de ajuste fiscal, que apuesta a recortes de inversiones y gastos sociales como un fin en si mismo.
Asi, se dejo de ver la complejidad de la macroeconomía y la posibilidad de encontrar otras manera de llegar a un equilibrio de las cuentas públicas. La opción que se tomo a partir de 2015 fue la de adoptar un programa económico de la oposición, defendido en 2014 en las elecciones. Esa fue el cambio de la política económica. La presidente Dilma, delante de una victoria estrecha y con falta de base política de apoyo, decidió adoptar el programa que ellos llamaban de un “ajuste rápido”, que seria hecho por medio de cortes sustanciales, sobretodo en las inversiones públicas.
A valsaBrasileña
Esa es la política que en el libro Valsa Brasileira nombro como “el paso hacia atrás”, es decir, el gobierno Lula dio un paso al frente; el programa Fiesp, que dejo la economía parada, dio un paso al costado; y un paso hacia atrás fue iniciado a partir de 2015, cuando realmente comenzó el proceso de reversión de todos aquellos ingresos de los años 2000. La desigualdad salarial, que había caído, comenzó a aumentar, los empleos formales generados comenzaron a ser revertidos muy rápidamente, en una apuesta en que la confianza seria restablecida, a su vez que las cuentas públicas serian reequilibradas, pero lo que se observo hasta aquí fue una profundización del desequilibrio fiscal y una recesión que termino siendo mucho más profunda de lo que se esperaba.
Pero, la recesión no es culpa solo del ajuste fiscal. Esta también los efectos de Lava Jato (Operación de Autolavado de dinero llevada acabo por la policía) y la brutal caída en los precios de los commodities a partir de 2014, los efectos del reajuste propio de tarifas y precios administrados en 2015 – precios que habían sido represado en el primer gobierno de Dilma para intentar contener la inflación. Es decir, hay una serie de factores que están detrás de esa recesión, pero ciertamente la falta de una agenda de crecimiento económico, de generación de empleos y de redistribución de los ingresos ayudo a profundizar esa crisis.
Recuperación de 2017
La recuperación iniciada en 2017 es la mas lenta de las recuperaciones entre todas las crisis que observamos en el pasado de la economía brasileña. No es toda, pues se trata de una recuperación que no trae consigo la generación de empleos formales, al contrario, hubo una ampliación de las desigualdades. Lo que tuvimos fue algunas políticas temporales de estímulos al consumo, como las retiradas de la cuentas de Fondo de Garantía de Tiempo de Servicio[1] -FGTS y de Programa de Integración Social (PIS) y el Programa de Formación del Patrimonio del Servidor Público (PASEP), además de algunos elementos de suerte, como la mejora del escenario externo, con los precios del petróleo comenzando a subir, y con una magnificación de la soya en el primer trimestre del año pasado. Es decir, algunos de los factores que hicieron que la economía creciera un poquito, pero esta lejos de ser un crecimiento que nos llevara rápidamente a los niveles de ingreso per capita promedio anteriores a la crisis.
Por lo contrario, actualmente las proyecciones de crecimiento de aquellos apostaban todas las fichas en esa en esa mayor confianza, que supuestamente vendría con la adopción de ese programa, ahora están siendo revisadas desde abajo y esta claro que la economía aun patina. Es evidente que hay una profundización de ese modelo en el gobierno de Temer con la propia aprobación de Propuesta de Enmienda a la Constitución (PEC), que en la practica impone un limite al crecimiento de la economía y a la reducción de las desigualdades en los próximos años.
IHU On-Line — En el libro usted argumenta que “los obstáculos para la continuidad del crecimiento inclusivo eran superables, pero se opto por hacer de ellos un pretexto para un cambio de rumbo”. Sobre eso, usted puede puntualizar ¿Cuáles eran los obstáculos que estaban interfiriendo en la manutención del crecimiento y, de otro lado lo que se podría haber hecho?
Laura Carvalho – En el libro presento tres limites de la continuidad en ese proceso. No creo que llegamos a “batir” en esos limites y eles no explican la desaceleración, pero tenemos que resaltarlo para entender lo que ocurre después y que debería haber sido hecho.
Limite del proceso inflacionario
El primer limite es el propio proceso inflacionario: el proceso de redistribución del ingreso que vivimos, necesariamente, trajo consigo una inflación de servicios. Eso sucede porque los servicios son sectores muy intensivos en mano de obra, entonces, cuando los salarios crecen, el sector de servicios es lo que mas va sufrir con costos mayores de la mano de obra. Esos costos mayores son sobrepasados a los precios. Muchos de esos sectores son intensivos en mano de obra menos cualificada, entonces, cuando el salario de esos trabajadores crece, necesariamente, el precio de esos servicios aumenta mas de lo que el precios de los demás sectores de la economía. Vimos eso a lo largo de los gobiernos de Lula, pues la inflación de los servicios siempre giro encima de la inflación de los demás bienes.
¿Cuál es el problema de eso? Eso pasa a ser un problema si esta inflación comienza a contaminar los demás precios de la economía, a punto de comenzar a minar las propias ganancias salariales. En ese proceso siempre algunos ganan y algunos pierden. Claro que los trabajadores que consumen aquellos servicios sienten una inflación que incomoda, pero, por otro lado, las personas que están trabajando en esos sectores tienen la sensación de ganar poder de compra. El problema de ese proceso es que este solo fue soportado y no generó una espiral inflacionaria porque el gobierno utilizó la taza de cambio y de valorización del real como forma de compensar eso. Sin embargo, eso tiene otros costos para la estructura productiva y para la balanza de pagos.
¿Qué sería necesario hacer para no generar una espiral inflacionaria y, al mismo tiempo, no necesitar utilizar tanto la taza de cambio y valorización del real como maneras de controlar la inflación? Seria necesario, primero, tener un crecimiento mayor de la productividad del trabajo. La forma de garantizar el crecimiento de los salarios sin generar transferencias tan fuertes para los precios es que la productividad del trabajo este creciendo junto. Eso es posible no solo por medio de un proceso de cambio tecnológico mas acelerado, que exige políticas de innovación mas efectivas, pero también con la propia política educacional y con la política de inversión en infraestructura, que mejora la productividad. En fin, tiene una serie de políticas complementarias que generan ese efecto. Algunas de ellas fueron realizadas, pero deberían ser profundizadas, expandidas y mejoradas para que pudiéramos tener un proceso de crecimiento de la productividad mas en línea con el crecimiento de los salarios.
Inversión en servicio públicos
El segundo punto es que podríamos, por medio del suministro mejor de los servicios públicos, ayuda a aliviar ese “conflicto distributivo” entre precios y salarios, entre empleadores y empleados, que generaban la inflación. ¿Cómo eso sería posible? Cuando las personas tienen acceso al servicio público de calidad, como la salud, la educación y el transporte, se genera un ingreso de forma indirecta para ellas, es decir, son retirados los costos de la lista de consumo de las personas que usan el sector privado para consumir, ofreciendo esos servicios por medio del Estado. Las inversiones públicas no son inflacionarias, muchas veces son desinflacionarias, porque son servicios que hacen que las personas dejen de tener que pagar el sector privado para consumir. El no pago de esos servicios permite que haya redistribución del ingreso o ganancia de poder de compra sin, necesariamente, tener un crecimiento de salarios tan acelerado.
Política de sofistificación de la estructura productiva
Además de eso, una política de sofisticación de la estructura productiva era mucho mas necesaria para que otros sectores pudiesen crecer. El sector de servicios no tiene que ser demonizado, porque es un sector fundamental, sobretodo para generar empleos en una sociedad tan desigual como la nuestra, pero para que tuviéramos un crecimiento, no solo de servicios mas sofisticados, pero también de sectores de la industria mas sofisticados, mirando una estructura productiva del siglo XXI y empleos de mejor calidad, necesitaríamos tener una política de desarrollo productivo mejor planeada, estratégica, y que no fuera aquella que los sectores existentes están definiendo por medio de sus presiones, como por medio del financiamiento de campaña.
Este es un punto que tiene que ver con las políticas de desarrollo productivo de mayo complejidad tecnológica, que podrían estar viniendo después de las inversiones en servicios públicos y de infraestructura social. La salud es un sector que envuelve una seria de cadenas productivas, así como la movilidad urbana y el saneamiento básico. Por lo tanto, políticas de inversión podrían haber sido realizadas para desenvolver sectores nacionales que después pudieran tener potencial exportador, ayudando a superar los problemas mas estructurales.
No creo que la solución, por ejemplo, fuera la de generar una desvalorización brusca del real como intento de ayudar a esos sectores. En la práctica eso acabo generando inflación y perjudicando la propia distribución del ingreso. Algunos economistas defienden que esa era la solución, y que fue lo que Dilma intento hacer pero no hizo lo suficiente. Pero ese era un camino con un costo inmediato desde el punto de vista de la distribución del ingreso, lo que acabo perjudicando el mercado interno y minando la propia estrategia.
IHU On-Line — En el libro usted dice que “no fue exceso de intervencionismo” que genero la austeridad, pero “el tipo de desarrollo que oriento la política económica desde 2011.” Algunos economistas dicen que hay una continuidad en el modelo desarrollista de los gobiernos del PT. Usted sugiere una ruptura. ¿Cómo caracteriza el desarrollo del gobierno de Dilma y como este se distingue del tipo de desarrollo que orientaba la política económica hasta entonces, en el gobierno de Lula?
Laura Carvalho – Es extraño nombrar de desarrollismo una política en la cual hay un estancamiento de las inversiones públicas. Ni los viejos desarrollistas de Brasil, ni los desarrollistas latinoamericanos y no los desarrollistas chinos llamarían eso desarrollismo.
Política de favorecimiento
De todos modos, en el gobierno de Dilma hubo una política de incentivos al sector privado, es decir, una política con un enfoque industrialista, pero mas que una realidad era una política que los sectores progresistas mundialmente llamarían corporate welfare – estado de bienestar empresarial -que acaba ayudando a las grandes corporaciones por medio de una serie de medidas, como la reducción de impuestos. Ese tipo de política es mas asociado históricamente a lo que fueron los gobiernos de Ronald Reagan, o los gobiernos de los partidos republicanos, que tiene por objetivo la reducción de impuestos para ayudar grandes empresarios, en vez que a sectores de la izquierda o del campo progresista. Para mi, esa no es una política progresista, sin embargo es una política que ayuda a determinados sectores, que se interesan mas por intereses particulares en vez que intereses del bien estar general de la sociedad.
Esto fue hecho a partir de 2011 y es completamente diferente de lo que fue hecho entre 2006 y 2010, que fue una política cuyo principal pilar fue a distribución del ingreso. El segundo pilar fue la inversión pública hecho directamente por el Estado, tanto en obras de infraestructura y saneamiento, como en servicios públicos como la salud y la educación. Esos si estaban asociados a un campo de la izquierda. ¿Cuál de ellos tiene mayor intervencionismo? Para hablar la verdad, no sé, porque esa palabra no quiere decir mucho. De un lado, tiene el Estado actuando como motor de la distribución en el ingreso y de la superación de las carencias de infraestructura física e social y, del otro, tiene el Estado actuando con un objetivo de distribuir ingresos, pero junto con eso adoptando un conjunto de políticas de incentivo a grandes corporaciones.
La pregunta que se hace es porque un gobierno asociado a la centro-izquierda realiza políticas que en el resto de mundo son conocidas como políticas de tipo trickle-down economics, es decir, que parten de la idea de que al beneficiar a los de arriba, de alguna manera sera posible llegar a los de abajo. Esa idea es ampliamente combatida por los economistas de izquierda en todo el mundo. Pero en el Brasil hay un problema, porque la vieja tradición desarrollista tiene esa idea de desarrollo de la industria como un fin en si mismo. Dadas las reglas de la Organización´Mundial del Comercio (OMC), que prohíbe el uso de una serie de instrumentos que eran utilizados en los años 60 y 70 para permitir las sustitución de importaciones y el desarrollo de sectores estratégicos, se acabo traduciendo esa idea de que era necesario incentivar esos sectores con el uso de otros tipos de instrumentos. Es exactamente lo que se tiene hoy con las reducciones de los impuestos, la historia de la desvalorización del real etc.
En mi opinión, es necesario superar la idea de que tenemos que hacer algo de ese tipo, y precisamos partir de estrategias que tengan el conjunto de la sociedad como objetivo final. Los sectores productivos tendrán que ser desarrollados conforme fueran las demandas de la sociedad. Si el Estado hiciese eso, el podría blindarse contra la posibilidad de que las políticas de Estado sean corrompidas por intereses particulares.
IHU On-Line – Una de las discusiones centrales hoy, en Brasil, es el enfrentamiento de las desigualdades. Algunos economistas han defendido que ese tipo de problema solo puede ser solucionado con el crecimiento económico. En su evaluación, ¿Cuáles son los caminos para enfrentar las desigualdades sociales? En ese sentido, ¿En qué consiste su propuesta de un “programa para todos”?
Laura Carvalho – Es innegable el papel que el Estado tiene hoy. La política fiscal y de presupuesto público tiene una función de redistribuir el ingreso a tributar mas los que tienen mas, y menos los que tienen menos, así como gastar mas con quien tiene menos y menos con quien tiene mas. Esa es la manera como el presupuesto público debería distribuir el ingreso, porque este tributa mas que quien tiene menos, y menos que quien tiene mas, y después este neutraliza ese efecto de concentración del ingreso con los gastos. Entonces, con los gastos sociales, en salud y educación y con las trasferencias de ingresos se acaba neutralizando el efecto de concentración del ingreso de la tributación. Ahora, es claro que cuando se opta por concentrar el ingreso en la tributación, la tarea de redistribuir queda casi quijotesca, es decir, tendría que gastarse mucho mas para ser un proceso de distribución, lo que no es posible dadas las restricciones que existen en el presupuesto.
Es claro que es necesario intentar aumentar aun mas el carácter progresivo del gasto, por ejemplo, parando de tener determinados tipos de gasto que concentran muchos ingresos, como lo de funcionarios públicos que reciben por encima del techo constitucional, es una serie de absurdos existentes en la estructura de gastos. Pero, además de eso, es fundamental corregir el problema en la tributación. La propuesta principal que hace parte de cualquier proyecto progresista en Brasil es la reforma tributaria y hay diferentes propuestas en ese sentido. Lo principal que es deseado es algo que acabe con las distinciones entre aquellos que son super-ricos, que pagan menos impuestos, y aquellos que están en el medio y pagan mucho impuesto. ¿Por qué eso sucede? Porque si tiene una serie de ingresos exentos, como la tributación de lucros y dividendos, porque no se tributa la herencia y el patrimonio de la misma manera que el ingreso etc. Hay una serie de posibilidades para hacer que la tributación sea menor sobre el consumo y sobre la producción de pequeñas y medianas empresas, y mayor sobre la renta y el patrimonio.
IHU On-Line – Desde el punto de vista económico, ¿Qué debería componer un programa de izquierda para el Brasil de hoy?
Laura Carvalho – Un programa de izquierda tiene que tener una reducción de las desigualdades como motor de crecimiento no solo de retomada en el corto plazo, pero de crecimiento en el largo plazo. Dentro de ese eje existe la reforma tributaria: es necesario recaudar mas para que sea posible cerrar de forma más rápida posible o déficit fiscal, y abrir espacio para la inversión pública, que son una segunda medida fundamental. Brasil es un país que carece de servicios públicos, y en ese sentido hay mucho espacio para mejorar los servicios no solo educación y salud, sino también de saneamiento, movilidad urbana, tecnología verde, es decir, es posible salir de ese modelo de desarrollo y tornarlo mas sustentable. Es posible utilizar la inversión pública para superar esas carencias y, con eso, estimular el crecimiento económico.
Junto con esas políticas de inversión pública, se tiene que pensar muy bien una política de desarrollo productivo, en que los sectores implicados en estas inversiones sean incentivados a sofisticar la estructura productiva. Es necesario desarrollar otros sectores que no son aquellos del primer proceso de industrialización brasileño. Entonces es posible usar la inversión pública para desarrollar esos sectores, inclusive con el incentivo del BNDES para ese fin. El banco fue muy criminalizado, pero la verdad es que el apenas estaba reflejando los problemas del propio diseño de la política industrial, además de que había financiado mucha innovación, pequeñas empresas, habían tenido un papel fundamental en el desarrollo de la energía eólica etc.
Cuando se tiene un planeamiento mas bien hecho de la política de desarrollo productivo vinculada a la inversión pública y a la superación de esas carencias, que son demandas de la sociedad, ahí se consigue blindar el BNDES y otros instrumentos de intereses privados. Como las denuncias de Odebrecht y el desenvolvimiento de la Operación de Autolavado fue posible percibir que hubo una influencia de sectores de la construcción y de la industria química, por ejemplo sobre el diseño de la política industrial. Cuanto mas la política de desarrollo esta vinculada a los intereses de la sociedad, mas vacunada esta contra el intento de repercusiones de determinados sectores y empresas.
IHU On-Line – Estamos aproximándonos a las elecciones presidenciales este año. ¿Cómo evaluá lo que esta siendo hecho en el debate económico entre diversos espectros políticos?
Laura Carvalho – Esa discusión esta en mayor medida empobrecida por la propia crisis económica, y desde que entramos en esas crisis, esta ha sido utilizada como oportunidad para defensas ideológicas de programas que en nada resuelven la situación, pero que reflejan intereses económicos y políticos, como programa de privatización, programada de reducción del gasto social, programa de reforma laboral. Son cuestiones que han sido levantadas como falsas soluciones para la crisis, que va continuar en el debate electoral.
En este debate electoral van a aprovechar la crisis para intentar asociarla a la política de izquierda, al intento de distribuir los ingresos y al intento de utilizar el Estado como promotor de la distribución de los ingresos y del bienestar de la población, como grandes responsables por la situación de vulnerabilidad que la población esta viviendo. De otro lado, lo que también percibo es que la población esta consciente de que su situación empeora, que tuvo inicio desde la ultima elección, en 2014, cuando la escalada del desempleo no había comenzado. Entonces será difícil convencer a las personas de que ese sacrificio que están siendo hechos son necesarios para su propio bien. Las investigaciones muestran que hay una desaprobación del programa que fue iniciado en el gobierno de Temer.
Ante eso, la cuestión que queda es la siguiente: van haber personas intentando despegar de esos programas, pero son parte de eso; van haber aquellos que intentaran ofrecer otras falsas soluciones para los problemas, apelando al desespero de la población e intentando canalizarla para el odio y el racismo, que se fortalecen en momentos de crisis; y en el medio, habrá propuestas bien diferentes. También hay ejes comunes, como la reforma tributaria, que ciertamente hará parte de todas las propuestas que están en el campo de la izquierda.
[1] Creado en 1967, el Fondo de Garantía de Tiempo de Servicio (FGTS) tiene el fin de proteger a los trabajadores despedidos sin causa, a través de abertura de cuenta vinculada al contrato de trabajo. https://www12.senado.leg.br/internacional/es/temas/fgts
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Tradución para Ecuador Today de Claudia C.
Créditos de la imagen:
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