[Opinión]El fundamentalismo de las élites

Por: Juan Cuvi.

 

 

La religión católica tiene varios trayectos impresentables a lo largo de su dilatada historia. La Santa Inquisición, la evangelización por la fuerza o la complicidad con regímenes abiertamente criminales figuran entre los más vergonzosos.

Muchos querrán atribuir estos graves pecados (uso estos términos para estar a tono con el contenido del artículo) a la institucionalidad. Es decir, a la Iglesia. No obstante, siempre han existido sectores sociales que han sintonizado con estas manifestaciones. Es más, algunas iniciativas ciudadanas han llegado a espantar a las propias jerarquías eclesiásticas. Es lo que ocurre con ciertas formas de fundamentalismo, especialmente cuando son trasladadas al terreno de la política.

En los años 70 aparecieron en el Ecuador dos agrupaciones que se alineaban con las posturas más reaccionarias y recalcitrantes de las élites: los Comandos de Fuerzas Anticomunista del Ecuador (CFACE) y Tradición Familia y Propiedad (TFP). A partir de la reivindicación de valores y concepciones absolutamente retrógrados, promovían un regreso a formas y estilo de vida medioevales. Obviamente, eso traía implícita la eliminación por medio violentos de aquellos grupos políticos considerados enemigos de la religión. Verbi gratia, los grupos de izquierda.

Afortunadamente, su presencia no pasó de algunas escaramuzas y de otros tantos episodios pintorescos, no carentes de una buena dosis de ridiculez. Lo más preocupante, sin embargo, eran los rumores de que ambos grupos contaban con la anuencia o el respaldo de importantes personalidades eclesiásticas, militares y empresariales.

Reacios a principios tan fundamentales de la modernidad como la democracia, la tolerancia y la diversidad, estos sectores han vuelto a asomar sus narices a propósito de la conflictividad social heredada del paro de octubre. Desde esa tríada compleja y peligrosa que conforman racismo, hispanofilia y confesionalismo, están inundando de odio las redes sociales. No plantean un debate político; simplemente fumigan la diferencia. Al más puro estilo de los fundamentalismos religiosos de toda laya, construyen un enemigo diabólico y abogan por su eliminación.

Ahora resulta que los pueblos originarios de este país son los causantes de una situación de violencia que se han mantenido durante cinco siglos. Una noción tan básica y elemental como la de dominación está ausente de las argumentaciones de estos apologistas de la sumisión cultural. Ni siquiera los españoles tienen claro el concepto de hispanidad con el que estos testaferros de un fantasma pretenden justificar el exterminio de los indios (y, de paso, de feministas, ecologistas, minorías de orientación sexual, revoltosos, etc.).

Cuando el confesionalismo incurre en la política, anuncia tiempos oscuros. Cuando lo hace el fundamentalismo, anuncia tiempos brutales.

 

Octubre 16, 2020

Acerca de Juan Cuvi 180 Articles
Miembro de la Comisión Nacional Anticorrupción (CNA), Master en Desarrollo Local. Director de la Fundación Donum, Cuenca. Exdirigente de Alfaro Vive Carajo, Parte de la Red Ecudor Decide Mejor Sin TLC.

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