Que nadie nos venda gato por libre. Aunque resulte incómodo y políticamente incorrecto decirlo, la intrusión de policías ordenada por el Presidente de la República, Daniel Noboa, en la sede diplomática de México en Ecuador, para capturar y trasladar a la cárcel ‘La Roca’ al exvicepresidente Jorge Glas, condenado a pena privativa de libertad, responde estrictamente a los típicos cálculos domésticos de la política electoral, hoy emparejados con una profunda irresponsabilidad e ignorancia diplomática que le puede costar al país una posible suspensión provisional de la Organización de las Naciones Unidas; antes que a la angurria represada de justicia que sienten la mayoría de los ciudadanos al ver como delincuentes comunes disfrazados de perseguidos políticos huyen del país sin contratiempos, con interpretaciones gelatinosas de los instrumentos internacionales y el beneplácito de gobiernos que dicen ser nuestros “amigos” (como el de López Obrador en México), pese a violar el principio de soberanía nacional al entrometerse en la política ecuatoriana y su sistema decisional de justicia, todo por seguir la agenda ideológica del “Grupo de Puebla”, que liga con espíritu de encubrimiento e impunidad regional a compinches, prófugos, autócratas, sentenciados y beneficiarios de la corrupción transnacional de Odebrecht y del narcotráfico.
Para algunos analistas, el objetivo mayor de Noboa fue la lucha contra la impunidad para evitar que casos como el de la señora María de los Ángeles Duarte, exministra de Transporte sentenciada a 8 años de prisión por el Caso Sobornos, se repitan; es decir, las fugas indecorosas y altaneras ante la inacción e incluso complicidad del gobierno de turno y la justicia ecuatoriana.
Sin embargo, la razón de fondo para capturar al exvicepresidente Glas en una intrusión casi hollywoodense en la Embajada de México en Ecuador, no puede ser analizada por fuera del contexto político-electoral que marca el compás de las campañas de Referéndum y Consulta Popular 2024 y la precampaña de las Elecciones Generales 2025, en donde el mismo Presidente Noboa buscará su reelección, posiblemente con partido propio. Solo así se explica que, ocho días después del sangriento feriado de Semana Santa que dejó como saldo 137 muertes violentas; Noboa -con un relato agotado y agobiado por la falta de resultados positivos del “Plan Fénix” y el cuestionamiento de la opinión pública- decida violentar la sede diplomática de México para presentar un trofeo de guerra que supla la ausencia del narcotraficante alias ‘Fito’, me refiero a Jorge Glas, quien habría recibido entre USD 17 y USD 18 millones en sobornos de Conceição Santos, exejecutivo de Odebrecht en Ecuador, según su testimonio en el juicio a Carlos Polit que se desarrolla en Miami, Estados Unidos.
Con esto, el Gobierno del Ecuador no solo extendió, sino que resignificó la narrativa del “conflicto armado interno” al añadir la “lucha contra la corrupción y la impunidad” como eje del discurso político electoral con el que Noboa pretende una reconciliación con los sectores anticorreístas que le dieron el voto en 2023, en ausencia de su líder máximo, Fernando Villavicencio.
Para ello, la puesta en escena del régimen es clara, hay que bukelizar la comunicación y la política para sentar una razón de Estado lo suficientemente digerible para que una ciudadanía acrítica y apolicitizada -en palabras de René Zavaleta Mercado, la masa no auto representable con anhelos de autoridad- degluta con entusiasmo y en nombre de la soberanía, cualquier chispazo autoritario de nuestro joven gobernante, a tal punto de que se aliente con fanfarreas y aplausos esta sutil metamorfosis de Noboa que, poco a poco, lo deja ver como una versión rejuvenecida y mejorada del autoritarismo correísta con viraje a la derecha.
Sin embargo, los ecuatorianos deben tener mucho cuidado con alentar posturas meditadas con testosterona, porque la potencial recurrencia de esas acciones alimenta el autoritarismo.
Pero no hay que autoengañarse, sería ingenuo pensar que el Presidente Noboa y su equipo de gobierno optan por convicción en combatir la impunidad y la corrupción, cuando hasta no hace mucho el mismo mandatario promovió y defendió un pacto de gobernabilidad al que calificó de “tregua” con el correísmo, organización política cuestionada porque varios de sus líderes políticos aparecen -con sobrenombres- en los chats del famoso Caso Metástasis y en supuestos diálogos con narcotraficantes como Leandro ‘El Patrón’ Norero y Xavier Jordán.
Finalmente, más allá de la interpretación antojadiza y poco amigable que hizo el Gobierno de México a la Convención de Caracas respecto a la institución asilo político, y la flagrante violación del Gobierno del Ecuador a la Convención de Viena sobre la inviolabilidad de las sedes diplomáticas; lo cierto es que el Gobierno de Noboa sale tan fortalecido ante la ausencia de sanciones internacionales que, hasta de vacaciones salió como si nada hubiera sucedido.
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