
Por Alexis Ponce
Ahora deben pedir disculpas «al parlamento y al pueblo ecuatoriano» las víctimas civiles, políticas y parlamentarias de la que yo recuerde más impune y cínica censura a las voces libres de la digna Oposición. Ahora debe disculparse y pedir perdón por haber llevado y prendido un megáfono para hablar, una de las cerca de 60 legislador@s víctimas del cierre inmoral de micrófonos (decidido por niños ricos acostumbrados a tratar al resto como si fueran peones de sus haciendas o subalternos de sus empresas involucradas en graves delitos).
Ahora, un respetable integrante de un respetable y querible bloque legislativo, el de la muy digna por altiva Revolución Ciudadana, ella víctima de acallamiento y censura jamás vistos desde el retorno a la democracia en 1979, encima más ahora tal compañero legislador, siempre visible por su voz alta, debe pedir disculpas públicas y asumirse culpable para no ser sancionado por el CAL y, quizás, destituido. Ya se sabe que del régimen del nacho-fascismo, se puede esperar de todo.
Me recuerda a las disculpas públicas y el asumirse culpables los miles de revolucionarios bolcheviques durante las purgas y juicios de 1937 – 1938 que les impuso Stalin.
O, más precisamente, me recuerda a las víctimas del Macartismo anticomunista y visceral de los EEUU en la guerra fría que, tras ser enlodadas, acanalladas, acosadas, hostigadas y reprimidas infamemente antes, durante y después de la repugnante pregunta «legislativa» del repugnante senador Josep Mc Carthy de la ultraderecha gringa: «Diga el caballero si ha sido alguna vez militante de la izquierda», encima más algunos de los llevados al banquillo mediático político de los abuelos de la sra. Diana Jácome, asumían la «culpa» para no ser encarcelados durante la Cacería de Brujas montada por el difamador Mc Carthy y el tristemente célebre jefe del FBI, Edgar Hoover.
Grave. La inquisición de «los buenos modales, la etiqueta y el Manual de Carreño», legitima la censura a un bloque legislativo al que le intentan silenciar y acabar.
Mañana los señoritos y damas del Fascismo-Fashion que padecemos, les pondrán queja por pensar distinto para que tengan que pedir disculpas y asumir su «culpabilidad», ya sin frontalidad, sino con mansedumbre, para no ser sancionados.
En ningún país civilizado del mundo, sino en una dictadura con fachada civil, como la de Bordaberry en el Uruguay de los 70′ y la de Fujimori y Montesinos en el Perú de los ’90, ocurre ésto.
Usar un megáfono cuando nos acallan la voz, no es un delito político, ni civil, ni penal, ni debe ser delito parlamentario. Me recuerda esta queja de la señorita de la ultraderecha de hoy a la ultraderecha de ayer, la del régimen de Sixto, cuando querían acallar el megáfono de Luz Helena y Pedro en la Plaza Grande, en los ministerios, juzgados, pasillos fiscales y policiales: los Restrepo más alto y claro denunciaban las atrocidades, sin bajar la voz ni la guardia.
La ultraderecha gana terreno otra vez en la guerra cultural… Penoso.
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