¿Se ha rendido el Movimiento de Derechos Animales?

Cuando alguien reivindica una victoria por los animales, pero no presenta acuerdos tangibles, fehacientes, un calendario de implementación y posibles sanciones por incumplimiento, eso no es una victoria. Es capitular. Es rendirse. No es el tipo de “activismo” con el que sueñan los animales, sino la industria que los explota.

Por Miko Alane

El año pasado vi un documental en primavera y estuvo resonando en mi cabeza el resto del año. Se llamaba The Inventor, y relataba el increíble auge y caída de la startup de Silicon Valley Theranos. Esta había asegurado suponer un antes y un después en el ámbito de los análisis de sangre, pero se demostró que la panacea que decían ser era un absoluto cuento chino.

La historia de Theranos, concretamente la parte en que la gente se creyó ciegamente unas ideas que eran demasiado bonitas para ser reales, puede ser una gran lección para el movimiento de derechos animales. Porque nos ha ocurrido algo parecido.

La diferencia está en que en nuestro movimiento lo que nos hemos tragado no ha sido un anuncio sobre una nueva tecnología, sino la idea del “altruismo eficaz”, y se ha convertido en el principal foco de atención de muchas (o la mayoría) de las grandes organizaciones de derechos animales. Esto supone fallar no solo al movimiento, sino sobre todo a los animales.

A primera vista, el principio fundamental del altruismo eficaz suena estupendo; beneficiar lo máximo posible al mayor número de animales.

Para lograr este principio se les está dando mucho dinero a varias organizaciones. Lo que estas hacen fundamentalmente es pedir a las grandes corporaciones que mejoren las condiciones de vida de los animales que matan para servir de alimentos, en lugar de trabajar para poner fin a la ganadería.

Además de las evidentes dudas que nos puedan surgir sobre la eficacia de esta estrategia para detener el sufrimiento y la explotación animal, también es cuestionable que tenga sentido sabiendo que la humanidad y los ecosistemas están en serio riesgo por culpa de la gran contribución de la ganadería al calentamiento global y a la crisis climática.

¿Pero estamos logrando algo con estas campañas? ¿Qué es lo que realmente estamos consiguiendo?

Parece que desde el mismo momento en el que una corporación alimentaria anuncia que sí, que harán cambios que beneficien a los animales, las organizaciones se apresuran en proclamar en los medios de comunicación que han obtenido una victoria y que van a dar comienzo a su siguiente batalla: otra corporación a la que se van a dirigir.

¿Pero de qué nos hemos olvidado? ¿Qué es lo que realmente hemos conseguido?

Lo que hemos “obtenido” son promesas. A veces ni siquiera eso, solo alguna declaración de que se están valorando hacer cambios en alguna fecha imprecisa. ¿No te lo crees? Echa un ojo a las últimas victorias obtenidas y fíjate en estos detalles:

  • ¿Qué cambios específicos se han prometido?
  • ¿Qué fechas concretas han sido establecidas para su implementación?
  • ¿Estos cambios implican un compromiso con implicaciones legales?
  • ¿Hay algún acuerdo con la organización para que verifiquen su cumplimiento?
  • ¿Cómo se sancionará el incumplimiento del compromiso?
  • ¿Quién se ocupará de hacer el seguimiento, cómo, cuándo y con qué frecuencia? ¿Cualquiera? ¿Se les permitirá?

Si la respuesta a una sola de esas preguntas es “no lo sé”, entonces ¿qué es lo que realmente hemos conseguido?

Mira lo que ocurre con la ganadería industrial incluso cuando se aprueban leyes: cuando entró en vigor la prohibición del foie gras en California, y cuando la Propuesta 12 fue aprobada por los votantes, la industria, en lugar de implementar los cambios recurrió para anular las leyes.

Si así se comporta la industria con las leyes ¿Cómo crees que actúan con las promesas ambiguas que hacen a los activistas por los derechos animales?

Incluso en los casos excepcionales en los que se llega a acuerdos concretos de cambio, lo que acaba ocurriendo en la realidad es insuficiente. En 2013, tras una investigación encubierta en una granja lechera que suministraba a Nestlé, la mayor compañía alimentaria del mundo, aceptaron replantear sus políticas de bienestar animal en todos los países en los que operaban, e incluso hicieron algo de lo que no había precedentes: aceptaron que agentes independientes lo comprobasen.

¿La realidad? Una investigación de Compassion Over Killing en una granja lechera en 2019 sacó a la luz el horrible abuso al que continuaban siendo sometidos los animales en las empresas que suministraban a Nestlé. Lo que fue celebrado como una victoria histórica para los animales resultó ser una mentira.

Creo que el motivo por el cual las organizaciones buscan promesas ilusorias de cambio y las presentan como si fuesen victorias es para obtener dinero de donantes. Los defensores del altruismo eficaz están entre los donantes más ricos del movimiento. Este puñado de personas está dictando sus ideas de cómo lograr cambios a las organizaciones a las que supuestamente apoyan.

Estas personas no son expertas en cómo ocurren los cambios sociales. No tienen datos que demuestren que sus ideas son correctas. Pero son ricas.

Líderes del movimiento que promovían y luchaban por el fin de la ganadería han suavizado su mensaje para agradar a estos donantes. Ya no hablan de la importancia de que las personas se hagan veganas. Evitan señalar que no existe la carne humanitaria ni los ecologistas que comen carne. En vez de esto, atraídos por el dinero, algunos líderes del movimiento parecen haberse convertido en socios colaboradores de la industria de la explotación animal, en lugar de sus adversarios.

En el caso de Mercy for Animals eso es literalmente lo que ocurre. La presidenta de la organización, Leah Garcés, estuvo orgullosa de formar parte del “Comité de Consejo Lácteo” de Ben & Jerry pese a que esta mega empresa heladera haya sido demandada por engañar al consumidor al afirmar que se “preocupan” por el trato que reciben las vacas de las empresas suministradoras. Otros exactivistas, para ayudar a los animales, están promoviendo mezclar carne con productos vegetales. No sé cómo llamar a esto, pero claramente no es activismo por los derechos animales. Literalmente están promoviendo el consumo de carne, y para colmo, proveniente de granjas industriales.

¿Y qué sabemos de la ética de quienes hacen las donaciones de altruismo eficaz? Cuando #MeToo destapó varios casos en el movimiento, este quedó conmocionado, y a varios hombres prominentes, que también eran muy cercanos al altruismo eficaz, se les expulsó. ¿Dónde están ahora? Discretamente siguen recibiendo donaciones.

Recordemos lo que ocurrió con Theranos: se promovió públicamente como líderes vanguardistas a gente sin ninguna cualificación; se aceptó de forma acrítica las grandes promesas de una compañía sin que las respaldase con ningún dato; sé acosó, silenció y ridiculizó a quienes lo cuestionaron.

Bueno, yo estoy orgulloso de disentir. Afirmo que cuando alguien reivindica una victoria por los animales, pero no presenta acuerdos tangibles, fehacientes, un calendario de implementación y posibles sanciones por incumplimiento, eso no es una victoria. Es capitular. Es rendirse. No es el tipo de “activismo” con el que sueñan los animales, sino la industria que los explota.

Con una nueva década frente a nosotras y nosotros, ha llegado el momento de que nos volvamos a comprometer con nuestros valores y con lograr cambios reales por los animales; que trabajemos por un futuro en el que la ganadería forme parte del pasado. Los animales no pueden esperar, y la gente tampoco. El futuro está en riesgo.

VEGANISTA
El artículo ha sido traducido por Javier Ballarín y publicado en Infoanimal con el permiso del autor. Fue publicado originalmente en VEGANISTA.

 

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